Un exanalista de la CIA afirma que Arabia Saudí prefiere que Trump vuelva a la Casa Blanca
Según afirmó en The Guardian el exanalista de la CIA Brice Riedel, los saudíes no quieren que Joe Biden gane las presidenciales y resulte reelegido
Un exanalista de la CIA afirmó que Arabia Saudí apoyará a Donald Trump en su carrera para regresar a la presidencia de Estados Unidos y que no quieren que Joe Biden resulte reelegido.
Según Bruce Riedel, que fue analista de la agencia de inteligencia norteamericana en Oriente Medio y asesor de la Casa Blanca, los saudíes tratarán de meter palos en las ruedas de la candidatura demócrata privándoles de un éxito diplomático en Oriente Medio.
Según su argumentación, que recoge el británico The Guardian, la administración Biden, por parte de las gestiones del asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, con el príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman, intenta lograr un acuerdo entre Estados Unidos, Arabia Saudí e Israel que permita el reconocimiento saudí de Israel a cambio de algún tipo de concesión a los palestinos.
Sin embargo, según Riedel, es poco probable que los saudíes se presten a hacer un regalo de esas características a Biden, y podrían dilatar cualquier avance en ese sentido hasta después de las elecciones, para evitar impulsar la candidatura demócrata con un triunfo en el ámbito diplomático.
«Los saudíes no quieren que Joe Biden resulte reelegido. Prefieren que Donald Trump regrese a la Casa Blanca. Trump nunca cuestión a los saudíes sobre el respeto a los derechos humanos, dio un apoyo total a los saudíes en la guerra del Yemen y no los sancionó tras el asesinato del periodista Jama Khashoggi», explicó el analista Riedel.
El príncipe bin Salmán, quien ejerce el poder absoluto en Arabia Saudí en nombre de su padre el rey Salmán bin Abdulaziz, nunca escondió su buena sintonía con Donald Trump y su frustración con una administración Biden a la que acusa de no comprender las particularidades del reino saudí.
Desde la llegada de los demócratas a la Casa Blanca, bin Salmán ha jugado al gato y al ratón con los estadounidenses.
Primero se plegó al juego de Putin al acordar en el seno de la OPEC+ recortar en 1,16 millones de barriles diarios la producción de crudo. El movimiento causó estupor en Estados Unidos y en sus aliados, que acusaron a Arabia Saudí de acercarse a Rusia en plena invasión del Kremlin a Ucrania.
Bin Salmán no sólo no cedió ante las presiones de su aliado estadounidense para retirarse del acuerdo, sino que incluso expresó públicamente su satisfacción por la cooperación con Rusia en el contexto de la estabilidad mundial del previo del petróleo.
El príncipe saudí no se contentó con meterle el dedo en el ojo a Biden con el asunto ruso, sino que se acercó al otro gran rival de occidente en la guerra por el dominio de los mercados mundiales: China.
De forma sorpresiva, Arabia Saudí e Irán, los dos grandes enemigos y rivales por la hegemonía en Oriente Medio, acordaban un restablecimiento diplomático y una rebaja de la tensión entre ambos gracias a la mediación de Pekín.
De esa manera era China y no Estados Unidos la que abría la ventana a un acuerdo de paz global y duradero en Oriente Medio que abracara todos los conflictos que asolan la región.
Ahora, bin Salmán juega con Estados Unidos y sus esperanzas de lograr antes de las presidenciales de 2024 una salida al gran conflicto de Oriente Medio, el de Israel-Palestina.
Lo más probable es que, si bin Salmán se presta a normalizar sus relaciones con Israel, se produzca tras las elecciones presidenciales y no antes.