«Lo que está en juego es la integridad territorial de Níger»

El golpe de Estado llevado a cabo el pasado 26 de julio en Níger, que derrocó al presidente Mohamed Bazoum, ha desestabilizado a la ya muy inestable zona del Sahel.

De momento, la junta militar, pese a las condenas de la mayor parte de la comunidad internacional, sigue con sus planes y ya ha empezado a reconfigurar el Estado.

–¿Cómo hay que interpretar el nombramiento de un primer ministro, Ali Lamine Zaine, por parte de los nuevos dirigentes de Níger?

–Es un paso importante para una transición militar porque ejemplifica la voluntad que tiene esta nueva junta de transición de incorporar a civiles.

Suele ser un gesto de la consolidación del poder de la junta. También pasó en Mali y en Burkina Faso: un primer ministro civil que, encima, es conocido políticamente, como es el caso de Zeine, que fue ministro de Finanzas. Es bastante tecnócrata. Representa un paso importante para Níger, sobre todo por haber escogido un tecnócrata civil.

Eso también significa abrirse poco a poco a un Gobierno civil liderado por un primer ministro que ya fue político.

En ese sentido es buena noticia: un paso de normalización. Por otro lado, significa una consolidación de esta junta militar, algo que la comunidad internacional no quiere ni desea. Seguimos todos pensando en la posibilidad de restauración de Bazoum como presidente legítimo de Níger.

–¿Cuál será el margen de maniobra de Zeine si se consolida la junta?

–Todavía es demasiado pronto para saber si este primer ministro tendrá margen de maniobra. Desde luego, su perfil tecnócrata –pese a su pertenencia a un partido y a un Gobierno allá por la década de 2000– me hace pensar que quizá la transición va a dejar que un perfil así gobierne; sobre todo porque es necesario elaborar presupuestos o aprobar leyes.

Es demasiado pronto para saber cómo va a derivar esta junta. Ni siquiera está reconocida como legítima

En ese sentido, podría encajar en el estilo de la junta. Insisto: es demasiado pronto para saber cómo va a derivar esta junta, teniendo en cuenta que ni siquiera está reconocida como legítima por la comunidad internacional y regional.

De ahí que el margen de maniobra dependa del grado de consolidación de la junta. Por ahora, no está muy consolidada.

–Pero su jefe, Abdourahamane Tchiani…

–Tiene una personalidad bastante fuerte y está tomando decisiones a un nivel bastante vertiginoso.

Diría, por ejemplo, que, en comparación con el caso de Burkina Faso, donde el primer ministro Apollinaire de Tambela, tiene mucha personalidad, e ideología, en relación con Traoré, el líder de la junta militar, en Níger es al revés: Zeine dejará los asuntos más políticos al general Tchiani.

–Habla usted de transición. Pero ¿con qué objetivos políticos y diplomáticos?

–Independientemente de las causas iniciales por las que comenzó este golpe de Estado –porque hubo rumores acerca de una destitución de Tchiani como comandante de la Guardia Presidencial–, esta junta se ha consolidado en el poder con unos mensajes políticos bastante determinados: «vamos a restablecer la seguridad en Níger y acabar con la corrupción del régimen anterior».

Por lo tanto, lo que quiere hacer la junta es sobrevivir

Por lo tanto, lo que quiere hacer la junta es sobrevivir: como sabe, lo que está ahora en juego es la integridad de Níger en tanto que todavía una operación militar es posible si fracasan los intentos de mediación.

–Si cumplen con esos dos mensajes…

–Y también aprovechan el sentimiento anticolonialista y panafricanista que vemos en las calles: será también una base del apoyo a la junta. Por eso, podemos predecir que la junta transmitirá mensajes de ese tipo. Ya lo hemos visto en alguno de los comunicados.