Las encuestas evidencian cambios en la sociedad rusa respecto a la guerra
Sondeos en principio rigurosos muestran que, desde que empezó la guerra, el porcentaje de rusos que admiran abiertamente a Putin ha aumentado
Los analistas occidentales están muy atentos a los cambios en la sociedad y en la opinión pública rusa tras la rebelión de los Wagner y la evolución de la guerra en Ucrania.
Atentos, por ejemplo, a los sondeos y datos que aporta el Centro Levada, una entidad independiente, o a análisis supuestamente rigurosos como los que aporta el Carnegie Russia Eurasia Center.
Lo cierto es que la sociedad rusa, con todo, apoya a Putin y mantiene una visión que dista mucho de las narrativas a la que nos acostumbran los medios occidentales.
Desde la anexión rusa de Crimea en 2014, el valor de la estabilidad interna se ha visto gradualmente eclipsado por una necesidad más profunda de seguridad geopolítica, es decir, de protección frente a un Occidente hostil, acompañado por un fuerte sentimiento nacionalista.
Después, tras la invasión de Ucrania en 2022, los rusos ansían mucho más una seguridad geopolítica.
El pueblo ruso ha delegado en Putin el derecho a tratar con un Occidente que, para muchos rusos, amenaza seriamente la propia existencia de su nación.
Crece el apoyo a Putin
Las encuestas muestran que, desde que empezó la guerra, el porcentaje de rusos que admiran abiertamente a Putin ha aumentado del 8 % al 19 %, y el 68 % de los rusos dicen ahora que «sí quieren que sea reelegido», frente a un 48 % de los rusos que opinaba los mismo antes de la guerra. El apoyo a Putin ha crecido.
La guerra también ha aumentado el apoyo de la ciudadanía a todas las instituciones oficiales: el gabinete, los gobernadores regionales, el parlamento e incluso el partido gobernante Rusia Unida.
Las situaciones difíciles tienden a hacer que Rusia se muestre más decidida a la hora de librar su guerra
Hay indicios de que los rusos siguen un creciente apoyo a las instituciones del Estado y buscan implicarse más en ayudar a salvar la guerra con Ucrania y a responder con más resolución a los ataques contra territorio ruso.
Las situaciones difíciles tienden a hacer que Rusia se muestre más decidida a la hora de librar su guerra y reprimir la disidencia en casa.
De hecho, el motín de Prigozhin no fue un rechazo a la guerra, sino que se interpreta como el resultado de la insatisfacción por la ineficacia en la guerra.
Las reacciones a los ataques con drones y las incursiones de paramilitares en la región de Belgorod en primavera muestra, según las encuestas del centro Levada, que estos sucesos no hicieron sino avivar el apoyo a la guerra entre los rusos de a pie.
La población es cada vez más hostil hacia los ucranianos y se muestra ansiosa por un eficaz éxito de su «operación militar especial».
Los atentados contra su territorio no aumentaron en modo alguno el deseo de la opinión pública de entablar conversaciones de paz o de una retirada rusa de su ocupación, todo lo contrario, Ucrania se percibe ahora más que nunca como una amenaza para la existencia de Rusia.
Según las encuestas de Levada, los rusos aceptan que la guerra será larga y prolongada. En mayo, el 45 % de los encuestados dijeron que creían que la guerra aun durará más de un año, se están adaptando a esa realidad y preparándose para los tiempos difíciles que se avecinan.
Sin sentimiento antibélico
Los ciudadanos rusos no pretenden detener la guerra, y el sentimiento antibélico sigue siendo, en el mejor de los casos, muy bajo, por no decir prácticamente inexistente.
En todo caso, el país está cada vez más comprometido en la lucha, no por ambiciones imperiales, sino por una preocupación más desesperada por su propia supervivencia.
Es más, el arco de población que aboga por una «respuesta resuelta» al enemigo está ganando nuevos partidarios.
Al menos, es los que muestra un artículo de opinión publicado en Russian Forbes, por Denis Volkov director del centro Levada, en el que interpreta los resultados de sus recientes sondeos (de finales de junio) supuestamente independientes.
Tras la sublevación de Prigozhin, muchos rusos quieren que el Estado sea más audaz, decidido, coherente y firme.
Los rusos se muestran más firmes frente a la perspectiva de desestabilización y desorden interno
El motín había provocado un ligero descenso de la confianza en Shoigu, pero sí un descenso significativo de la confianza en Prigozhin. En otras palabras, los rusos se muestran más firmes frente a la perspectiva de desestabilización y desorden interno.
Desde la invasión, el Estado ruso ha marginado a las fuerzas antibelicistas y no ha dejado espacio para las figuras de mentalidad liberal, reprimiendo las protestas, pero, todo hay que decirlo, tales actitudes no eran masivas sino muy marginales.
Este aumento del sentimiento patriótico en Rusia ha dado mayor espacio a los halcones más duros y asertivos en el terreno de la política.
Hay, además, una serie de halcones más jóvenes y audaces dispuesta a sustituir a esta generación actual, compuesta por los viejos ideólogos ayudaron a fomentar y promover a Vladimir Putin, con sus ideas nacionalistas, antioccidentales y antiliberales, que hace hincapié en valores tradicionales del pueblo ruso: la familia, los vínculos espirituales y la primacía de la nación sobre los derechos individuales, frente a un Occidente en abierta decadencia.
El choque de halcones, viejos y nuevos dará forma a la Rusia inmediatamente futura, y a su lucha en Ucrania.
Pero, en contra de lo que gustaría a los dirigentes europeos y norteamericanos, Rusia se aferra cada vez más a sus certezas en un mundo sumamente incierto.