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Miembros de la brigada anti robo de la policía de BruselasKIKE ASOE

Bruselas, la 'capital de Europa', se convierte en un campo de batalla del crimen organizado

La ciudad se ha convertido en un infierno en lo que va de año en medio de clanes y bandas organizadas que se matan por el control del tráfico de droga

En el imaginario colectivo, Bruselas y otros lugares de Bélgica son pequeñas urbes agradables en las que reina la paz y la vida tranquila es la norma. Eso puede que fuera así hace unos años, pero ese sueño se terminó y toca despertar a la dura realidad.

Desde principios de este año 2023, la violencia vinculada al tráfico de drogas se ha disparado en la capital belga y una de las sedes principales de la Unión Europa. Esto es al menos lo que aseguran las fuerzas de seguridad de la ciudad en declaraciones al medio Le Soir.

Cuanto más grande es una urbe, más crimen existe. Esta relación directa es incontestable. Pero lo que está ocurriendo en Bruselas se sale de toda previsión: dedos cortados, cuerpos acribillados a balazos, apuñalamientos, raptos, enfrentamientos en los que usan fusiles de asalto AK-47 y M16 –incluso a plena luz del día–… La Policía no da abasto y, lo que es peor, no está preparada para hacer frente a este incremento de la criminalidad y de esta intensidad.

Al igual que en otros países, las patrullas están conformadas por un mínimo de dos personas y con un material que ya no sirve para los casos más peligroos. Una pistola reglamentaria de 9mm no tiene nada que hacer contra un rifle de asalto. Ni siquiera los chalecos antibalas son un seguro de vida en este momento.

Violencia en cifras

Desde el 1 de enero de este año, se han registrado en toda la región de Bruselas seis muertes relacionadas con las drogas (una con arma de fuego, tres con arma blanca y otras dos sin armas), 20 heridos graves y 41 heridos leves y 70 incidentes en el primer semestre (casi la mitad apuñalamientos), según informa el medio basándose en estadísticas oficiales policiales y judiciales.

Si nos fijamos en las estadísticas de población, el año pasado se batió récords de inmigración neta en el país con un total de 116.544 personas.

Los incidentes son violencia entre cliente y camello, entre traficantes, allanamientos de morada, guerras entre bandas por control territorial, secuestros, asesinatos selectivos y un largo etcétera.

A todo esto hay que sumar los incidentes no registrados, es decir, aquellos que no son denunciados ni registrados o bien que son desestimados por fallos en su registro. Algunas víctimas prefieren no denunciar para evitar males mayores. Impera la ley del silencio y eso es un «punto de retorno». El Derecho ya no impera en Bruselas, impera la ley del más fuerte.

No solo es Bruselas

La violencia descontrolada en la capital es reciente, pero otros municipios se encuentran en esta situación -o semejante- desde hace años. Amberes es uno de ellos. El puerto de esta localidad es puerta de entrada para toneladas de cocaína. El flujo de dinero negro es constante y es un dinero que se paga con sangre. En la localidad portuaria ha habido hasta ataques con granadas.

Cuando todo esto empezó, se escuchaba aquello de «es solo un caso aislado, esto no va a ocurrir aquí», pero, como era de esperar, la violencia y el crimen organizado se expande si no se le pone freno. Según la Policía de Bruselas, la mayoría de los asesinatos son encargados desde Albania y Dubai. La mafia albanesa parece campar a sus anchas.

Ante este tipo de degradación, los políticos prometen que harán algo, que van a tener mano dura. Pero «esto es mentira», según declaran las fuentes a Le Soir.

«A nuestro nivel, no podemos luchar contra las grandes bandas internacionales. Nuestra misión y nuestros objetivos son claramente luchar contra el tráfico callejero y garantizar la calidad de vida en nuestros barrios. Luchamos con los medios de que disponemos», asegura Cécile Jodogne, ex secretaria de Estado belga.

Las fuerzas de seguridad del Estado solo actúan al final de la cadena criminal. Se centran en el camello y el consumidor, no pueden con el resto. Si no existe voluntad política y la capacidad de asumir las consecuencias de una «política de tolerancia 0» contra las drogas y el crimen organizado, la situación empeorará pase lo que pase.

Todo esto ocurre en la capital de la Unión Europea, en donde se concentra la mayor parte de la administración y del funcionariado y en donde tienen lugar los encuentros de más alto rango con mandatarios europeos y del resto del mundo.