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El expresidente de Francia achaca la derrota de Feijóo a su falta de firmeza

El expresidente de Francia achaca la derrota de Feijóo a su falta de firmezaPaula Andrade

Sarkozy critica la «ambigüedad» del PP hacia Vox

El expresidente de Francia achaca la derrota de Feijóo a su falta de firmeza con la formación de Abascal

Nicolas Sarkozy acaba de empezar una intensa campaña de promoción del cuarto tomo de sus memorias, titulado Le temps des combats (Tiempo de combates), que saldrá a la venta el próximo 22 de agosto. La primera etapa ha sido una entrevista de dimensiones interminables en Le Figaro, en la que aborda diversos asuntos de sus años (2007-2012) en el Elíseo, así como de la actualidad, nacional –la de Francia– e internacional más acuciante.

Preguntado por aquellas personalidades del centro derecha a las que tienta una alianza, explícita o implícita, con la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, responde lo siguiente: «Sería un error. No hay más que ver lo que acaba de ocurrir en España. La ambigüedad de la derecha española en este asunto [entiéndase el tira y afloja que rodeó a los pactos del Partido Popular con Vox] la hundió. Por supuesto, no creo en los anatemas ni en las lecciones de moral. El problema no es la supuesta pertenencia de Marine Le Pen a la «extrema derecha». «Eso es una caricatura demasiado fácil», añade.

¿Cuál es, el entonces, el problema? «Que hay demasiadas cosas que nos separan de ella. Su idea de Europa, su idea de la cultura, su idea de la historia de Francia, su programa económico, que es el de la izquierda de los años setenta. El aumento del salario mínimo y la vuelta a la jubilación a los 60 años son promesas demagógicas. Además, no tiene ni el entorno ni la experiencia para asumir semejante papel». En este punto terminan las menciones indirectas de Sarkozy a Vox y al PP así como las más directas a los partidos de su país.

El exmandatario galo mantiene su postura de siempre, contraria a cualquier alianza con la formación encabezada por Le Pen. Sin embargo, no solo no le hace ascos a elementos básicos de la retórica lepenista, sino que los reivindica. Por ejemplo, con el famoso discurso que pronunció en Grenoble en 2010, en el que vinculaba el auge de la delincuencia con la inmigración. En este aspecto, el planteamiento de Sarkozy sigue siendo idéntico: persiste en creer que se puede debilitar a la derecha «dura» recuperando parte de su temática, aunque sin establecer alianzas con ella o sus representantes.

Puede parecer razonable, pero ha sido rechazada por los votantes: en 2012, año de su derrota frente a François Hollande, ni las implacables palabras pronunciadas en Grenoble, ni el hecho de llamar «escoria» (racaille) a parte de los habitantes de los suburbios bastó para invertir la tendencia electoral. El motivo fue la escasa adecuación entre sus palabras y su balance final en materia de inmigración y delincuencia, dos de los puntos esenciales que contribuyeron a su espectacular victoria en 2007.

Hay, también, otras partes de sus declaraciones a Le Figaro que sorprenden: cuando uno de los periodistas encargado de realizar la entrevista por los encendidos elogios con los que colma al presidente brasileño Lula da Silva, cuyas ideas están a muy considerable distancia de las suyas, replica que «la gente está desorientada por la violencia y la complejidad de los problemas que debe afrontar», por lo que «es normal. que recurran a hombres y mujeres con experiencia». Incluye también en esa categoría a Benyamin Netanyahu, Viktor Orbán y otros que han sido elegidos o reelegidos. ¿Sí a Orban y no a Le Pen?

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