La cumbre de los BRICS expone el complejo vínculo entre Sudáfrica y Rusia
Económicamente, este vínculo parece inexplicable y coloca a Sudáfrica bajo fuertes presiones de Estados Unidos y la Unión Europea
La cumbre de los BRICS en Sudáfrica la próxima semana generó controversias que expusieron, pese a la ausencia del presidente Vladimir Putin, la fortaleza de los vínculos entre Rusia y Sudáfrica, que remonta al apoyo soviético a la lucha contra el apartheid.
520 días de guerra en Ucrania
Putin presume junto a los líderes africanos de sus apoyos frente a occidente
Ese compromiso, que a veces parece contrariar los intereses comerciales y diplomáticos de Sudáfrica, está bajo intenso escrutinio desde que Rusia invadió Ucrania, en febrero de 2022.
Sudáfrica se abstuvo de condenar la intervención, en una actitud que llegó a ser interpretada como un apoyo a Moscú.
La larga expectativa sobre la eventual presencia de Putin junto a los máximos mandatarios de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS), atizó las especulaciones.
Putin, objeto de una orden de arresto internacional, decidió finalmente permanecer en su país, evitando crearle un espinoso problema a su par sudafricano, Cyril Ramaphosa.
El Congreso Nacional Africano (ANC), partido en el poder en Sudáfrica desde 1994, había forjado fuertes lazos con la hoy extinta Unión Soviética durante las décadas de lucha contra el apartheid, el sistema de segregación racial impuesto por la minoría blanca.
«Se puede decir que la alianza es una amistad construida con sangre y balas», explicó a Afp el analista político Sandile Swana.
Una pareja atípica
El ANC y el partido de Putin, Rusia Unida, forman «una pareja políticamente atípica», afirma Steven Gruzd, del Instituto Sudafricano de Relaciones Internacionales (SAIIA).
El primero, explica, se inclina hacia la izquierda y defiende los derechos de la comunidad lgbt, en tanto que Rusia Unida enarbola valores nacionalistas y está muy ligado a la Iglesia Ortodoxa rusa.
Económicamente, esta relación parece aún más inexplicable y coloca a Sudáfrica bajo fuertes presiones de Estados Unidos y la Unión Europea.
Estados Unidos es el segundo mayor socio comercial de Sudáfrica después de China.
Acusaciones recientes de que Sudáfrica entregó en secreto armas al Rusia llevaron a Estados Unidos a amenazar a Sudáfrica con excluirla de un importante pacto comercial, lo que inquietó a empresas y partidos de oposición.
El ANC denunció un intento de «intimidación».
Para el politólogo William Gumede, es el momento de que Pretoria reconozca que su lealtad a Moscú ya no le sirve y se basa en un «vínculo emocional» que ya no puede «permitirse».
En junio, Ramaphosa encabezó una misión de paz a Kiev que le permitió apoyar su postura de «neutralidad» en este conflicto.
Ramaphosa pudo «hablar directamente» con los ucranianos y evaluar la situación por sí mismo, señala Dzvinka Kachur, de la Asociación Ucraniana de Sudáfrica, que estima que Moscú logra manipular y maquillar su imagen en África.
Para Putin, Sudáfrica es la puerta de entrada estratégica para un continente que se ha convertido en un campo de batalla diplomático.
Algunos expertos señalan que el vínculo Moscú-Pretoria se desarrolló en un contexto de alejamiento del partido gobernante de los valores fundacionales del país, citando por ejemplo los escándalos de corrupción.
«El ANC claramente ve algo más en la Rusia de Putin, algo a lo que aspira», escribió Richard Poplak, columnista de Daily Maverick. «Rusia es como un faro en la colina, una autocracia que brilla e ilumina la vía hacia un gobierno eterno», afirmó en un texto publicado en julio.
El dinero también cuenta
Según Grudz, el ANC, falto de liquidez, podría acercarse a Putin esperando apoyo financiero.
El año pasado, el país recibió más de 800.000 dólares de una empresa minera vinculada a un magnate ruso sancionado por Estados Unidos.
Tokologo Ngoasheng, un dirigente del ANC en Johannesburgo, replica que el partido también recibió donaciones de «empresarios estadounidenses».
«Solamente es un problema cuando son los rusos quienes apoyan al ANC» y eso «no es justo», agregó.