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Gerald Darmanin, ministro de Interior de FranciaLoic Venance / AFP

Perfil

Gérald Darmanin quiere suceder a Macron con el estilo de Sarkozy

El ambicioso ministro del Interior prepara abiertamente su candidatura para 2027

Gérald Darmanin (Valenciennes, 11 de octubre de 1982), ministro del Interior de Francia desde 2020, es lo suficientemente hábil como para no haber declarado su candidatura presidencial ayer, en el evento de su rentrée política que organizó ayer en Tourcoing, municipio norteño del que fue alcalde.

Mas los observadores políticos, sus aliados y enemigos, así como cualquier ciudadano mínimamente informado, también son lo suficientemente sagaces como para entender el significado de la cita de Tourcoing: el primer paso para suceder a Emmanuel Macron.

Gerald Darmanin, ministro de Interior de Francia durante un evento en TourcoingFrancois Lo Presti / AFP

La apuesta le salió bien, gracias a una serie de mini reuniones temáticas sobre los asuntos que más preocupan a los franceses de a pie –uno de los objetivos era desligar al protagonista de los asuntos exclusivos de su ministerio–, a su aspecto distendido en mangas de camisa –había que hacer olvidar la imagen de borde a la que a veces le obliga su condición de «primer policía de Francia»–, la presencia de un sinfín de medios de comunicación; y, sobre todo, la presencia de la primera ministra, Élisabeth Borne, a quien Darmanin intentó arrebatar el puesto con motivo de la remodelación gubernamental del pasado julio. Fue Macron quien truncó su intriga.

Porque la palabra Darmanin se ha convertido en los ambientes políticos galos en sinónimo de ambición desmesurada: ya es incluso una trivialidad decir que le rezuma por los poros. Y sin ningún tipo de escrúpulos: el mejor exponente del ala derecha de la macronía empezó a militar con apenas 16 años en el antiguo partido gaullista Rpr (acrónimo de Agrupación para la República). Y no precisamente para limitarse a repartir folletos o calentar mítines. Más bien para dedicarse a la política en cuerpo y alma. Sus virtudes para el oficio eran, y siguen siendo, indiscutibles.

En ellas reparó el entonces diputado por Tourcoing, Christian Vanneste, un representante del ala más conservadora de la derecha gala, que, hacia 2004, le convirtió en su principal asesor. Darmanin acompañó a Vanneste en el duro y largo proceso judicial al que le sometió el lobby gay –el diputado terminó ganándolo y organizó su reelección en 2007– pero cinco años después le traicionó sin previo aviso, logrando ser designado candidato de la derecha para las legislativas. Ganó sin dificultades el escaño.

En París, le faltó tiempo para despuntar y para ir preparando su segunda gran traición, la de 2017, cuando el recién elegido Macron le pescó en las filas de la derecha y le dio el estratégico ministerio de Presupuestos. Tres años después pasó a Interior.

Por lo tanto, Darmanin ha ocupado las mismas carteras que Nicolas Sarkozy, su referente. El antiguo jefe del Estado le ha designado implícitamente como su heredero en su nuevo libro de memorias. ¿Suerte o maldición?