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Un hombre carga a un niño mientras pasa junto a casas destruidas, en Marrakech

Un hombre carga a un niño mientras pasa junto a casas destruidas, en MarrakechAFP

Terremoto en Marruecos  Decenas de réplicas del terremoto aumentan el caos y complican las labores de rescate en Marruecos

Los municipios afectados intentan recuperar la normalidad a la vez que lloran a sus muertos

La confusión, el caos y la desolación se sienten en Marruecos. Más de 24 horas después del terremoto que ha conmocionado y sorprendido al reino alauí no hay tiempo que perder. Los servicios de emergencia trabajan a contrarreloj para encontrar supervivientes entre los escombros, pero las réplicas complican las tareas de salvamento. El último balance ofrecido por el Ministerio de Interior marroquí arroja luz sobre la magnitud de la catástrofe, más de dos mil personas han muerto y otras dos mil están heridas.

Hace apenas una hora, Marruecos ha vuelto a sufrir un nuevo temblor de una magnitud de 4,5 en la escala Richter. El Instituto Nacional de Geofísica ha advertido de que las réplicas continuarán. Hasta ahora se han producido 39 réplicas mayores de magnitud 3,5. Los servicios de emergencia marroquíes se ponen a prueba, mientras aceleran sus esfuerzos por evacuar a los heridos y hacer frente a las consecuencias del seísmo.

Los municipios afectados intentan recuperar la normalidad a la vez que lloran a sus muertos. Los entierros se suceden en la región del Atlas marroquí, epicentro de la tragedia. En Marrakech, gran músculo turístico del país, la devastación se hace evidente. La medina luce repleta de polvo y acorazada por edificios derruidos. Muchos vecinos de la ciudad volvieron a dormir una noche más a la intemperie, por miedo a nuevos temblores.

La emblemática plaza de Yamaa el Fna se ha convertido en el refugio perfecto, e incluso ha vuelto a recuperar, modestamente, su pulso anterior a la catástrofe. Algunos puestos de zumos y comida han reabierto para atender a los allí presentes. Algunos turistas todavía deambulan por las estrechas calles del casco histórico. Pocos que no han podido volver o han decidido quedarse para ayudar en las tareas de reconstrucción. El trabajo que queda por delante es descomunal.

Según la Cruz Roja Internacional, las necesidades del país son enormes. «Esto no será una respuesta de una o dos semanas (...) Prevemos muchos meses e incluso años de respuesta», ha asegurado Hossam Elsharkawi, director regional para Oriente Medio y el Norte de África de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (IFRC), en declaraciones a AFP.

Durante la noche del sábado, las cadenas de televisión locales mostraban imágenes aéreas que daban cuenta de pueblos completamente destrozados en la zona de Al Hauz, donde las construcciones son, principalmente, de arcilla. Este seísmo se ha convertido en el más mortífero en la historia de Marruecos desde el que destruyó Agadir, en 1960, donde perdieron la vida hasta 15.000 personas.

Tres días de luto oficial

Tras 18 largas horas de ausencia, el Rey de Marruecos, Mohamed VI, aparecía ante su pueblo y al lado de su hijo, el príncipe Moulay Hassan, presidiendo una sesión de trabajo en el Palacio Real, para evaluar la situación y decretar, entre otras medidas, tres días de luto oficial en el país.

Mohamed VI cancelaba así sus vacaciones en Francia y volaba ayer por la tarde al país norteafricano para coordinar la respuesta ante la catástrofe. En la reunión de emergencia, presidida por el monarca alauí, se acordó la creación de un comité interministerial que pondrá en marcha un programa de emergencia de rehabilitación y reconstrucción de viviendas, así como ayudas a los más necesitados.

Ante una tragedia de estas dimensiones, Rabat también ha solicitado la ayuda de España. Así lo ha confirmado el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, que ha anunciado que Marruecos ya ha pedido oficialmente ayuda humanitaria a España, que enviará equipos de salvamento y rescate para colaborar tras la tragedia del terremoto. Hasta ahora, el reino alauí se había resistido a pedir asistencia, ante una ola de solidaridad a la que se ha sumado, incluso, Argelia.

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