Francia se planta y anuncia que no acogerá a inmigrantes de Lampedusa

El ministro del Interior de Francia, Gérald Darmanin, ha anunciado que París «no acogerá migrantes procedentes de Lampedusa (Italia)», e insistió en la «posición de firmeza» de su país.

El caso de los solicitantes de asilo, por ejemplo por razones políticas, es diferente, reconoció Darmanin, que no obstante restó importancia a su presencia entre los inmigrantes desembarcados en Lampedusa. «No por acoger a más gente vamos a frenar un flujo que obviamente afecta a nuestra capacidad de integración», prosiguió.

«Por otra parte, hemos dicho a nuestros amigos italianos que estamos dispuestos a ayudarles a deportar a personas a países con los que tenemos buenas relaciones diplomáticas», dijo el ministro del Interior, citando a Costa de Marfil y Senegal. «Debemos distinguir entre inmigrantes y refugiados políticos», añadió.

Darmanin confirmó que se han enviado 200 policías adicionales para reforzar a los 150 que controlan la frontera con Italia, especialmente en el puesto de Menton, que se está ampliando. Asimismo, recordó que los agentes franceses de ese puesto han rechazado la entrada de unas 30.000 personas desde comienzos de año.

En esta misma línea, Alemania anunció la semana pasada la suspensión de la acogida voluntaria de solicitantes de asilo procedentes de Italia, prevista en los acuerdos europeos, debido a la «fuerte presión migratoria» y a la negativa de Roma a aplicar esos mismos acuerdos.

El presidente francés, Emmanuel Macron, había defendido un «deber de solidaridad europea» con Italia ante la llegada de inmigrantes a Lampedusa, anunciando que se estaba trabajando entre ambos gobiernos y que «se tomarán decisiones».

Alrededor de 8.500 personas procedentes del norte de África desembarcaron en Lampedusa, una de las principales puertas de entrada a Europa, lo que equivale a la población local de la isla, que desde entonces ha declarado el estado de emergencia.

Una situación que ha puesto a prueba la capacidad de acogida de la isla y ha generado una onda expansiva política en Italia. Asimismo, esta crisis ha reabierto la espinosa cuestión de la solidaridad europea en el reparto de los solicitantes de asilo para apoyar a los países en primera línea.