¿Puede Israel erradicar a Hamás con una incursión terrestre?
En el pasado Israel ya ha descabezado en varias ocasiones al brazo armado y político de Hamás, pero esta vez promete que será diferente
Una semana después de sufrir el ataque coordinado más letal desde su establecimiento como Estado hace 75 años, Israel prepara una incursión militar terrestre en la franja de Gaza con el objetivo de «erradicar a Hamás de la faz de la tierra», según el Gobierno y altos mandos de Israel, en una intervención «nunca antes vista».
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ya lo advirtió: «Cada miembro de Hamás es un hombre muerto», poco después de que milicianos de Hamás en Gaza lanzaran su brutal asalto contra civiles y militares en suelo israelí el pasado 7 de octubre, cuyas víctimas mortales superan ya los 1.400 y los heridos son cerca de 4.000.
El Gobierno de Israel ha insistido en que la operación, bautizada como «Espadas de Hierro», será la más ambiciosa que hayan acometido sus fuerzas armadas en la franja palestina.
Este territorio lleva 16 años dominado por Hamás, después de que en 2007 el movimiento islamista –considerado organización terrorista por la UE y EE.UU.–, se hiciera con su control tras enfrentarse a las fuerzas leales al movimiento nacionalista Al-Fatah, que lidera el presidente palestino, Mahmud Abás.
Pero erradicar a Hamás o su capacidad armada, ¿se trata de un objetivo alcanzable militarmente? ¿Cómo se traducirá en la práctica? ¿Puede resultar exitosa esta operación teniendo en cuenta que en el pasado Israel ya ha descabezado en varias ocasiones al brazo armado y político de Hamás?
«Hamás cambió el tablero»
El general de división en la reserva Amos Yadlin, exjefe de la Inteligencia Militar (Aman) y de la Fuerza Aérea israelí, cree que el ataque coordinado de Hamás echó por tierra las tradicionales asunciones estratégicas sobre Gaza.
Entre ellas, aunque Israel consideraba un gran peligro a Hamás, estaba enfocado en la amenaza existencial que suponía un Irán con armas nucleares, combatir a Hezbolá, y a Siria. «Israel no quería perder su energía y munición en esta organización terrorista en Gaza», aseguró el militar en un seminario web con medios.
Por otra parte, el Estado judío consideraba al grupo responsable de su población, de la reconstrucción de Gaza después de cada ofensiva y que había demostrado limitar sus actividades terroristas y enviar a su población (20.000 gazatíes) a trabajar a Israel. En definitiva, una suerte de actor con el que no se iba a implicar en una guerra abierta.
Pero lo sucedido hace una semana echó por tierra todas esas asunciones: «Israel no ve ya a Hamás como interlocutor con el que pueda llegar a algún tipo de arreglo o tregua hasta el próximo conflicto. Israel ve su actuación peor que el ISIS (Ejército Islámico)».
Cuando se dice que el objetivo de la operación es destruir a Hamás, el exresponsable del Aman aclara que se busca «desmantelar sus capacidades militares y de gobierno y reemplazarlas por algo diferente. Esta debe ser la última ronda».
Desafíos para Israel
Israel se enfrenta a varios desafíos a la vez en su enfrentamiento con Hamás.
El primero de ellos, el que entraña en sí mismo el adentrarse en la abigarrada franja de Gaza (dos millones de habitantes, la mitad menores de edad según la ONU) para involucrarse en una guerra asimétrica, y donde sus tropas tengan que ir casa por casa, lo que supone asumir riesgos e inevitablemente, un número elevado de víctimas civiles y bajas en sus propias filas.
Al respecto, Yadlin confirma que los objetivos serán múltiples: «Vamos a alcanzar cada objetivo de Hamás en Gaza. Un puesto, militar, una comandancia, producción para su ejército, logística», incluso si sus líderes se refugian entre la población civil, o el exterior, ironiza, «yo no les haría una póliza de seguro».
En segundo lugar, y como uno de los objetivos primordiales de la operación, Israel debe recuperar a los rehenes apresados por la organización terrorista, y para ello operar de manera que evite en lo posible provocar su muerte, ya que pueden ser utilizados por las milicias de Hamás como escudos humanos. Hasta ahora, los bombardeos de la aviación militar israelí se han cobrado la vida de más de 2.200 palestinos, mayormente civiles, y dejado 8.700 heridos.
Será muy difícil para los gazatíes. Vamos a afrontar una crisis humanitaria que solo se aliviará si devuelven a los capturados en Gaza
Por otro lado, el Estado Judío debe cubrirse las espaldas y estar atento a que no se involucre Hezbolá, como ocurrió en 2006, cuando en pleno enfrentamiento con las milicias palestinas en Gaza, se vio sorprendido por la captura de tres soldados en un asalto en su frontera norte por la milicia chií libanesa. Esa acción desencadenó el peor conflicto bélico en esa divisoria en décadas.
Y en el nivel regional e internacional, a medida que aumenten las víctimas colaterales palestinas, Israel perderá la empatía cosechada esta semana en la que logró demostrar, a un precio muy alto el vidas, el verdadero y cruel rostro de Hamás.
Se espera que el desenvolvimiento de una guerra larga y en la que la población no implicada en el conflicto tiene una nula vía de escape, incremente las críticas internacionales, incluso entre aliados como Bruselas, que en un primer momento han defendido sin paliativos su derecho a defenderse ante la agresión.
¿Por qué esta incursión será diferente?
Israel ha combatido cuatro guerras contra Hamás y cada ronda ha concluido con un alto el fuego, enorme destrucción en la franja pero no ha impedido frenar la capacidad del movimiento islamista de disparar cohetes.
«El complejo de seguridad israelí ha creído durante mucho tiempo que decapitar a Hamas requerirá mucho más que una operación militar puntual y de corta duración, y una campaña más amplia presenta una serie de desafíos para las autoridades israelíes», analiza Anchal Vohra, columnista de la revista Foreign Policy.
En uno de los últimos conflictos bélicos, en 2014, donde se produjo una operación terrestre para destruir un entramado de túneles subterráneos utilizados con fines ofensivos por Hamás, batallones de infantería israelíes sufrieron importantes pérdidas por la deflagración de minas antitanque, franco tiradores y emboscadas. Los muertos civiles en los combates en los barrios del norte de la ciudad de Gaza también se contabilizaron por centenares.
El ataque de Hamás reveló el talón de Aquiles de Israel y abrió una enorme grieta en su capacidad de disuasión regional
Ello a pesar de que altos cargos militares advirtieron en los últimos meses al Ejecutivo de Netanyahu que los enemigos percibían la debilidad de Israel, enfrascada en convulsiones internas, con numerosas fuerzas desplegadas en Cisjordania y confiando a ciegas en el sistemas electrónicos de vigilancia en la verja de Gaza.
Para combatir esta guerra, Israel recurre nuevamente al despliegue de tropas de infantería, tanques, blindados y cuerpos artilleros. De acuerdo al último balance del Instituto Internacional para Estudios Estratégicos, el Ejército israelí cuenta con 170.000 soldados en activo, a los que se suman 465.000 reservistas que a lo largo del año participan en entrenamientos para garantizar que, en caso de necesidad, estén preparados para combatir.
Organismos especializados estiman que las Brigadas Izadín Al Qasam están integradas por entre 15.000 y 20.000 hombres, a los que podrían sumarse el grupo armado Yihad Islámica, con 6.000 milicianos.
Respecto a la cuestión de la proporcionalidad y el derecho internacional de guerra, Yadlin adelanta que Israel se conducirá en la guerra como lo hizo EE.UU. y la coalición internacional que respaldó en su intervención contra el Estado Islámico en la ciudad iraquí de Mosul, o cuando respondió a Al-Qaeda tras el 11S.
«Esta es una guerra entre dos estados: el estado de Hamastán que asesinó a más de 1.200 israelíes y el Estado de Israel, que se comportará como si hubiera sido atacado por Siria, Jordania», concluye el exjefe de la Inteligencia militar.