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Abdesalem Lassoued

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Ilegal y radicalizado: la policía belga tenía fichado al autor del atentado, pero no le paró los pies

Abdesalem Lassoued tenía una orden de expulsión desde 2020 y ya había sido detenido antes por amenazar a otras personas

Las autoridades belgas estaban plenamente informadas sobre el hombre armado que sembró el terror en Bruselas. A pesar de ello, el individuo logró disparar y matar a dos personas en la noche del lunes.

El atacante, que acabó con la vida de dos turistas suecos, llevaba en el radar de las autoridades desde 2016, debido a sus presuntos vínculos yihadistas. Así lo han adimitido funcionarios belgas.

Las agencias policiales del país ya habían recibido varias notificaciones de que el hombre, Abdesalem Lassoued, podía ser peligroso. Además, vivía en Bélgica de manera ilegal y debería haber sido expulsado tras la denegación de su solicitud de asilo en 2020.

El primer ministro belga, Alexander De Croo, compartió tras el ataque que el atacante vivía «bajo el radar», emergiendo de su escondite para atacar de manera «cobarde» el lunes por la noche. Estas declaraciones se dieron tras la reunión del Consejo Nacional de Seguridad belga.

Un sistema defectuoso

La historia de Lassoued, nacido en Túnez, pone de manifiesto las deficiencias del sistema de seguridad de Bélgica. Este fue establecido tras varios fallos masivos de inteligencia, que dieron pie a los ataques terroristas que mataron a cientos de personas en París y Bruselas en 2015 y 2016.

A pesar de no tener condenas previas, el hombre, de 45 años, era conocido por la policía belga por sus «actividades sospechosas», que incluían el tráfico de personas y amenazas contra la seguridad del estado.

Las autoridades belgas obtuvieron información sobre su identidad en julio de 2016, cuando la policía de otro país informó que el hombre tenía un «perfil radicalizado» y quería ir a «una zona de conflicto para la yihad», según el ministro de justicia Vincent van Quickenborne. Sin embargo, el nombre del asesino nunca se añadió a la lista federal de vigilancia terrorista.

A pesar de ser conocido por las fuerzas del orden, no había indicaciones concretas de su radicalización, por lo que no estaba en la lista de vigilancia de terroristas OCAD, explicó el ministro.

Un historial con antecedentes

A principios de este año, Lassoued fue arrestado e interrogado por la policía tras supuestamente amenazar a un residente de un centro de asilo. Esto alertó a la policía federal belga, que convocó una reunión de fuerzas especiales antiterroristas para investigarlo. Sin embargo, el atacante se les adelantó, y llevó a cabo su atentado la noche anterior a la reunión.

Otro fallo: su orden de expulsión también se perdió en el sistema. Tras serle denegado el asilo en octubre de 2020, se le envió una carta oficial ordenándole abandonar Bélgica. Sin embargo, según la secretaria de estado de Asilo y Migración, Nicole de Moor, la carta nunca se entregó porque el hombre no estaba en casa en el momento de la entrega.

Bélgica lleva tiempo luchando contra la narrativa de que su compleja estructura política, a menudo denominada «lasaña institucional», le impide lidiar eficazmente con las amenazas de seguridad. Y el caso también ha puesto el foco en la política migratoria, en un país donde un partido antiinmigración, el Vlaams Belang, lidera las encuestas.

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