¿Quién mueve los hilos? El papel de China en la guerra entre Israel y Hamás
Xi se presenta ahora como el «gran pacificador» y EE.UU. quiere y necesita que China contenga a Irán en la guerra de Israel con Hamás que sin duda ha sido promovida por «el país de los ayatolás»
Tenemos dos guerras abiertas en el presente, una en Europa y otra en el Oriente próximo. Guerras que se mantienen en momentos álgidos, «en el fragor de la batalla». Guerras cuyos efectos son y serán devastadores no solo sobre las poblaciones localizadas y afectadas por esta pugna, sino que se acercan a una posible y rápida extensión, contenida en el espacio Europeo, respecto al conflicto de Ucrania, pero volátil en el próximo Oriente respecto a Israel.
En esta encrucijada histórica, la posibilidad de que Estados Unidos y China, en plena rivalidad hegemónica, puedan establecer una «forma correcta» de llevarse bien sería crucial para el mundo. Algo parecido a esto ha dicho el mismo Xi Jinping, el pasado miércoles en un comunicado pronunciado en la cena anual del Comité Nacional sobre las Relaciones entre Estados Unidos y China, con sede en Nueva York.
Xi añadió que China está dispuesta a cooperar con Estados Unidos mientras ambas partes gestionan sus diferencias y trabajan juntas para responder a los desafíos y amenazas globales.
Este llamamiento de Xi a «unos lazos bilaterales más estables» y basados en principios de «respeto mutuo, coexistencia pacífica y cooperación beneficiosa para todos» ha supuesto el anticipo de la visita de su ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, a Washington.
Así mismo, estos eventos abren el espacio preparatorio para la esperada reunión entre el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y Xi en San Francisco, con motivo de la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) que se celebrará en noviembre.
La prioridad de Washington, en estos momentos, se centra en garantizar que la intensa competencia hegemónica entre las grandes economías mundiales, así como su tensos desacuerdos sobre una larga lista de cuestiones encabezada por el estrecho de Taiwán y el Mar de China Meridional, continuada por una concatenación conflictos comerciales, no deriven en un conflicto entre los dos gigantes.
Demasiados frentes para Estados Unidos y una oportunidad para China de resaltar su liderazgo internacional, teniendo en cuenta que China ya ejerce una amplio dominio sobre la ONU y, claramente, sobre la OMS. Habida cuenta que Pekín ha desplegado una intensa actividad diplomática, comercial y económica propiciando redes internacionales como los BRICS o la Nueva Ruta de la Seda y ganándose el liderazgo del llamado «sur global».
En el medio Global Times, controlado por el Estado chino, sus observadores creen que esta visita de Wang, su ministro de exteriores, allanará el camino para una posible acuerdo entre sus mandatarios, pero añadieron que «Washington necesita hacer esfuerzos concretos para abordar las preocupaciones de Pekín y mostrar su sinceridad».
Xi se presenta ahora como el «gran pacificador». Xi quiere superar al «gran timonel» Mao y ser el nuevo conductor del mundo. Estados Unidos sin duda, quiere y necesita que Xi contenga a Irán frente al conflicto de Israel con Hamás que sin duda ha promovido «el país de los ayatolás».
Estamos viviendo la «venganza de las narrativas». Si la cultura posmoderna declaró cancelados los grandes relatos: Se tiene por postmoderno (decía el filósofo Lyotrad en 1987) «la incredulidad con respecto a los grandes relatos» y añadía, «la función narrativa se pierde, el gran héroe, los grandes peligros, los grandes periplos y el gran propósito». Un presupuesto cultural que sirvió de basamento a la globalización. Ahora la grandes narrativas, los grandes relatos han regresado: La China de Xi Jinping, la Rusia de Vladimir Putin, la Turquía de Recep Tayyip Erdogán, el Irán chií de los ayatolás y un difuso Islam de los yihadistas modernos.
Los grandes relatos épicos vuelvan a imponerse y a cobrar sentido por encima del comercio y la economía. Los occidentales creímos imponer un solo señor y una sola fe en el capitalismo demoliberal y resulta que las grandes narrativas y glorias de antiguos imperios y religiones han regresado. Entre todas ellas Xi representa la mayor fortaleza: Ha sabido combinar su meta relato histórico de una china humillada por cien años que ha de restaurarse, más una narrativa mejorada del marxismo leninismo para propagar globalmente y una hábil estrategia de crecimiento comercial, económico y militar.
Las guerras del presente, la fractura del mundo tras la pandemia y la ocupación de Ucrania han beneficiado a China sobremanera. Ahora China puede ser el gran pacificador o lo contrario.
Con todo no es mala noticia que Wang Yi, responsable de la diplomacia china y el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, hayan limado asperezas en su encuentro de Washington.