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Aquilino Cayuela

¿Dónde queda Arabia Saudí en la guerra de Oriente Medio?

Hamás ha logrado su objetivo de impedir que su causa fuese ignorada en el marco de seguridad y alianzas regionales y se completase la normalización de relaciones de saudíes y judíos

El príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin SalmanAFP

Donald Trump reunió en el jardín sur de la Casa Blanca, el 15 de septiembre de 2020, al primer ministro de Israel con el ministro de Asuntos Exteriores de los Emiratos Árabes Unidos y el de Bahréin. Los tres países se unieron para dejar atrás un largo tiempo de desavenencias iniciando los Acuerdos de Abraham, ese año se añadió Sudán y Marruecos. A estos países se unieron Egipto y Jordania y abrieron un tiempo de normalización diplomática entre Israel y varios países árabes

Fue un paso decisivo en el proceso de pacificación de Oriente Medio, un hito más junto a anteriores negociaciones relevantes: en 1978 (Acuerdos de Camp David) y en 1994 (Tratado de Paz Israel – Jordania). Esta normalización de relaciones diplomáticas allanó el camino de un nuevo marco regional, se rebasaban los «parámetros Clinton» del año 2000 y las anteriores iniciativas de paz árabes de 2002.

En la fase reciente de este acercamiento entre Israel y el mundo árabe se estaba produciendo un asombroso y cauto entendimiento entre Israel y Arabia Saudí. Para muchos analistas, hacer saltar por los aires esta afinidad era el principal objetivo de Hamás el pasado 7 de octubre de 2023.

¿Dónde queda ahora Arabia Saudí?

Es cierto que el inicio de esta guerra ha apartado completamente a Riad de Tel Aviv. El objetivo de Hamás, de impedir que su causa fuese ignorada en el marco de seguridad y alianzas regionales y se completase la normalización de relaciones de saudíes y judíos, ha sido logrado. Los saudíes has suspendido sus conversaciones. Asimismo, su posición se ha aproximado a la postura de China y se aferran al argumento de «injusticia histórica» que sufren los palestinos.

Además, la diplomacia saudí ha mostrado un activo liderazgo entre los países árabes, desde el ataque del 7 de octubre. Sus llamamientos a «la desescalada y a la solución de los dos Estados» han sido sus argumentarios continuos, de alguna forma trata de preservar, en lo posible las negociaciones iniciadas con Israel, pero tratando de apaciguar a la opinión pública árabe y musulmana que simpatiza con la causa palestina.

Conocen que esta guerra la ha patrocinado y promovido su rival Irán, cabeza del islam chií, mientras que ellos son la cabeza del islam sunita. Unas diferencias que quedaron muy marcadas en la guerra civil de Siria.

Tampoco Arabia Saudí simpatiza con la causa palestina en la coyuntura reciente, menos con Hamás que aun siendo una facción yihadista de creencia sunita su posicionamiento, bajo el amparo de Irán, la convierte en una realidad indeseable y fuera de control. Con todo los saudíes, para no perder prestigio y liderazgo entre los pueblos árabes, jamás se pueden mostrar favorables a los judíos. El contexto religioso es fundamental en este conflicto y no es para nada baladí. Es una guerra de religiones, un choque de civilizaciones y este trasfondo tiene un gran peso específico en el presente y en lo que pueda pasar.

Tampoco Arabia Saudí simpatiza con la causa palestina en la coyuntura reciente

Desde el prisma político, el ascenso y la consolidación en el poder del Príncipe heredero Mohamed Bin Salman ha sacado a su país de un letargo que caracterizó el gobierno del Rey Fahd y de su sucesor el Rey Abdulah, ellos consultaban y consensuaban con las élites de su país. Bin Salman es decidido, impulsivo, más autocrático, ha neutralizado y eliminado a enemigos y opositores en el interior de Arabia Saudí. Su absolutismo ha aunado poder político, económico y militar de forma muy intensa.

En cuanto a política externa, Bin Salman ha entrado en la guerra de Yemen. En este punto hemos de tener en cuenta que, los hutíes de Yemen, han declarado estos días la guerra directa a Israel y lanzado ataques a distancia. También el Príncipe ha incrementado sus relaciones energéticas, con Moscú; ha revertido sus políticas con Irán y Siria; ha tensionado sus relaciones con Qatar. Bin Salman es más impredecible que sus predecesores y desconcierta a Estados Unidos.

El pasado marzo de 2023, Arabía Saudí e Irán reanudaron relaciones diplomáticas, inexistentes desde 2016, un mes después ocurrió lo mismo con Siria y gracias a ello el régimen de Damasco fue readmitido en la Liga Árabe. El papel de China en estos acercamientos fue decisivo.

Además, Arabia Saudí, en su liderazgo del mundo árabe, y sus socios buscan alcanzar un orden árabe formal que juegue, asimismo, un papel hegemónico en el nuevo orden (o desorden) multipolar. Este último aspecto es la mejor garantía para los intereses saudíes y hacer frente a las peligrosas amenazas de expansión de esta guerra en Oriente Medio.