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Javier Milei candidato presidencial por el partido La Libertad Avanza

Javier Milei candidato presidencial por el partido La Libertad AvanzaDiego Lima / AFP

Elecciones en Argentina

Javier Milei, el «loco» que busca el cambio en Argentina

El excéntrico cantante de rock y arquero profesional en el club de fútbol Chacarita tiene 53 años, una hermana y cuatro perros

Hay quienes creyeron que Javier Milei podía renunciar a su candidatura presidencial después de salir segundo en la primera vuelta de las elecciones de Argentina, logrando así ingresar al balotaje, pero sin aumentar un solo voto a los obtenidos en las primarias: 30 %.

Es verdad que tuvo un gusto amargo. Había creído que podía ganar la presidencia en la primera vuelta, pero las encuestas que le llegaron en lo semana previa lo alertaron de una remontada fenomenal del candidato oficialista, Sergio Massa, asentada sobre todo en los distritos más populosos de la provincia de Buenos Aires, los más pobres, controlados por los jefes territoriales peronistas.

Sin embargo, jamás se le ocurrió renunciar a la pelea. Dijo cuando le preguntaron sobre esa posibilidad: «soy un gladiador, a mí solo me sacan muerto». Muchos creyeron que era una de las tantas exageraciones para dar de comer a su público más exaltado. Aunque no es lo que dicen quienes lo conocen.

«Javier tomó una decisión de vida cuando renunció a la Corporación América para dedicarse a la política. Pensó que su turno sería más adelante, quizás en el 2027, pero cuando se le presentó la oportunidad de liderar el espacio opositor no dudó y, le fuera bien o mal, su vocación es ir a fondo», explica alguien que compartió con él varias batallas y hoy ya no está tan cerca del libertario.

Es que Milei arrancó su vida política hace apenas dos años, en el 2021, cuando creó un partido propio y se postuló a diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires en unas elecciones donde obtuvo el 17 % de los votos, un tercer lugar que podría opacarlo a esta altura, pero que él supo transformar en una fenomenal platea de lanzamiento nacional.

Claro que no lo hizo desde su banca, sino a través de los medios nacionales y las redes sociales donde ya reinaba, haciendo conocer su visión de que el cambio imprescindible que la Argentina necesita encarar cuanto antes, no puede hacerse con los mismos. Lo hizo de modo disruptivo, excéntrico, muchas veces violento, que lo distinguió de otros opositores, sin duda más moderados.

Milei suele contar que bastante antes de iniciado el largo proceso electoral de este año le ofreció a Patricia Bullrich, la presidenta del PRO, realizar una interna para que la gente decida con su voto a quién prefería en el primer lugar de la fórmula. «El que gana conduce, el que pierde acompaña», dijo en privado y también en público.

La ex candidata presidencial conoció a Milei en la casa del titular del sindicato argentino de farmacéuticos y bioquímicos, una rara avis liberal en el mundo de los gremios, y compartieron una comida que duró cinco horas. Marcelo Peretta, incluso, fue quien lo impulsó a dedicarse a la política, según lo reconoció el propio Milei.

«Estábamos comiendo con Karina en la casa de Peretta y su mujer, y de repente le pidió a uno de sus hijos que traigan las boletas de la elección anterior. Y me preguntó: a ver Javier, quién impulsa lo que pensás en estas boletas, quién defiende las ideas liberales en estas boletas. Ahí me convencí, porque los políticos no nos escuchan. O hacen que nos escuchan pero después hacen lo que quieren», contó en una entrevista que le hizo el periodista José del Río en el canal de noticias La Nación Más (LN+).

Javier Milei candidato presidencial por el partido La Libertad Avanza

Javier Milei candidato presidencial por el partido La Libertad AvanzaDiego Lima / AFP

En cuanto a la interna que proponía Milei, se trataba de una oferta tentadora. No solo le gustaba a la presidenta del PRO, sino también a Mauricio Macri, que conoció al ahora candidato presidencial por iniciativa de Bullrich. Ella lo llevó a un encuentro en la casa del ex presidente en Acassuso, en las afueras de la Ciudad de Buenos Aires.

Pero aceptar ese ofrecimiento exigía la ruptura de Juntos por el Cambio, la coalición que se formó en el 2015 para ganarle al kirchnerismo y que sobrevivió a la derrota de 2019, a pesar de los duras discusiones internas.

«Nuestro electorado nos iba a criticar si rompíamos. Y tampoco teníamos posibilidad de hacer ingresar a Milei a Juntos por el Cambio. La mayoría de los partidos estaban -y siguen estando- en su contra», cuentan para El Debate fuentes cercanas a Macri. El tiempo terminó haciendo su trabajo y hoy Bullrich, Macri y Milei están juntos.

Milei, 53 años, economista, soltero y sin hijos, cuatro perros, «el loco» como le dicen los que lo quieren y los que lo odian, «el león» como le gusta decir de sí mismo, el agresivo en sus ponencias y reportajes que lo llevaron a tener que pedir perdón a una periodista que lo denunció por violencia de género, «el nazi» que desmiente categóricamente esa imputación cada vez que puede contando su relación con un rabino con sinagoga en el barrio de Palermo y haciendo flamear la bandera del Estado de Israel que hizo flamear en sus últimos de campaña.

Milei, 53 años, soltero, sin hijos, una hermana, cuatro perros. El excéntrico cantante de rock y arquero profesional en el club de fútbol Chacarita, el docente que tuvo que abandonar una cátedra en la UADE por maltratar a una alumna, el que logró imponer una nueva agenda de discusión más cercana a la derecha sin culpa, el que elogia las dos gestiones de Carlos Saúl Menem cuando era mala palabra en los medios y en la política, el que trata públicamente de «Presidente» a Macri cuando muchos de sus ex aliados lo critican sin piedad en público. En fin, el resiliente de una familia no demasiado funcional, está a horas de jugar su partido más difícil, para el que seguramente no está del todo preparado.

Lo hace con idealismo y pasión, sin ninguna intención de enriquecerse. También con un dogmatismo que intenta domesticar. Representa, como puede, al 60 % de la población argentina que quiere un cambio. Habrá que ver si se lo reconocen las urnas.

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