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Aquilino Cayuela

Peligro en los Balcanes: ¿podría abrirse un segundo frente en Europa?

Putin aprovecha la guerra en Gaza para desestabilizar los Balcanes y tratar de abrir otro frente en Europa ante el deterioro de la situación entre Serbia y Kosovo

La policía kosovar trata de contener a manifestantes serbios durante la crisis de choques étnicosAFP

A principio del siglo XX sucesivas crisis en los Balcanes desembocaron, en 1914, en el estallido de la Primera Guerra Mundial.

La última década de ese mismo siglo se cerró con otro gran conflicto balcánico desatado el 6 de abril de 1992 y concluido el 14 de diciembre de 1995 con los Acuerdos de Paz de Dayton.

Actualmente, Serbia ha desplegado armamento avanzado en su frontera con Kosovo en una de las mayores concentraciones militares serbias desde el final de la guerra de Kosovo, hace casi un cuarto de siglo.

Se trata de un «despliegue sin precedentes de artillería avanzada, tanques y unidades de infantería mecanizada serbias», al punto que el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, llamó al presidente serbio, Aleksandar Vucic, para exigirle una «desescalada inmediata».

Sin embargo, los medios de comunicación occidentales han olvidado la evolución alarmante de escalada en los Balcanes a causa del estallido de la guerra en Israel, tras los brutales ataques de Hamás.

Hoy día existe una movilización serbia tras meses de altercados y disturbios entre Kosovo y el país eslavo. Tengamos presente que Serbia ha mantenido con Kosovo una muy frágil paz desde que una campaña de bombardeos de la OTAN ayudó a Kosovo a ganar su independencia y concluir la guerra de 1998 a 1999.

En estas guerras yugoslavas la intervención de la comunidad internacional fue en un principio lenta y torpe, apenas inexistente, lo que permitió una limpieza étnica entre 1992 y 1995, y un genocidio sobre la población bosnia por parte de los serbios, cuyo episodio más tremendo fue la «matanza de Srebrenica».

Más tarde, la intervención de la OTAN en Kosovo se justificó para evitar situaciones parecidas a las de Bosnia-Herzegovina, pero para muchos analistas resultó desproporcionada y el hecho es que, en Serbia no se han cerrado las heridas, y en Kosovo la democracia no ha dado un paso importante desde entonces.

Desde mayo pasado, Serbia tiene a sus tropas en alerta de combate después de que los serbios étnicos que vivían en Kosovo se enfrentaran a la policía kosovar.

En septiembre, justo antes de la reciente movilización en la frontera, 30 personas de etnia serbia fuertemente armadas atacaron una patrulla de policía en Kosovo, dejando cuatro muertos.

El creciente aumento de la tensión es un claro indicio de que los incidentes van más allá de rencores pasados y se busca una confrontación. Kosovo y Serbia están al borde de reabrir un conflicto armado, porque hay de hecho una fuerte polarizan la región tanto étnica como y religiosa.

Serbia, además, es el aliado de Moscú, y Rusia nunca ha reconocido la independencia de Kosovo. Por eso Rusia ha armado a Serbia, desde la anterior crisis balcánica, y que ha aumentado la dependencia energética de este país de sus empresas, suministrándole gas y petróleo. Moscú ha prometido a Belgrado que impedirá que Kosovo se convierta en miembro de la ONU.

¿Se está gestando otra gran explosión en el centro de Europa? Sergei Lavrov dice que sí porque para la Federación Rusa abrir otro frente en Europa pondría a prueba, necesariamente, la respuesta y los recursos de la OTAN y socavaría más el poder de Estados Unidos.

La OTAN, desde 1999, mantiene una pequeña fuerza de paz en Kosovo por lo que un conflicto directo cuestionaría su capacidad de permanencia en la región.

Los serbios han agradecido a Rusia su apoyo a su integridad territorial y soberanía. Los eslavos serbios se sienten desde siempre hermanados con Rusia y por eso comparten naturalmente las narrativas del Kremlin.

Asimismo, coinciden en unos valores morales y religiosos, en defensa de las Iglesias ortodoxas rusa y serbia frente a la corrupción y decadencia del Occidente liberal. Los serbios son sus socios y coinciden en frenar las políticas liberales occidentalizantes.

Para Putin, esta situación tensa le es muy favorable, los Balcanes son históricamente el punto débil de Europa y Serbia es el bastión de Rusia.

Ante un conflicto abierto, Moscú es el único negociador fiable en la región, algo que daría al Kremlin una fuerza importante frente a las potencias occidentales.

De cara a otra nueva confrontación en Europa, si la paz en los Balcanes depende del Kremlin, a los funcionarios de la OTAN no les quedará más remedio que hacer concesiones a Moscú si quieren evitar que se abra una gran guerra que salpique a todos.

El Kremlin tiene otras razones para apoyar un caos en los Balcanes. Putin utiliza el llamado precedente de Kosovo para justificar su invasión de Ucrania, argumentando que la anexión de territorios ucranianos está tan justificada como la independencia de Kosovo.

Pero el apoyo del Kremlin a Belgrado va más allá, Rusia tiene una auténtica conexión ideológica con los nacionalistas serbios. Putin ha trabajado para posicionar a Rusia como el principal defensor y protector de los valores culturales tradicionales de Serbia, como lo fuese el Zar Nicolás II en 1914.