Fundado en 1910

Dor Shahar, el palestino que huyó de Gaza y se convirtió al judaísmoDor Shahar

Entrevista

Dor Shahar, el palestino que huyó de Gaza y se convirtió al judaísmo, revela el secreto del apoyo a Hamás

«En Gaza los más de dos millones de habitantes apoyan en un 99 % a los terroristas de Hamás», afirma el hombre que nació en un hogar musulmán de la ciudad gazatí de Jan Yunis

La historia de vida de Dor Shahar, palestino de 46 años y residente en la ciudad israelí de Rishon Letzion, lleva grabada a fuego diferentes circunstancias propias del tránsito de una identidad a otra radicalmente antagónica.

Desde el pasado 7 de octubre, en que se produjo el ataque más mortífero sufrido por el Estado judío, considera un deber alertar, con conocimiento de causa, a qué se enfrenta Israel y el mundo cuando combate contra una ideología integrista como la que rige en la Franja de Gaza.

Bajo el nombre árabe de Ayman Abu Suboh, nació en un hogar palestino y musulmán de la ciudad de Jan Yunis, en el suroeste del enclave mediterráneo, de donde son el cerebro del ataque de Hamás, Yahya Sinwar, y uno de los hombres más buscados por Israel de la organización terrorista, Mohamed Deif, quien dirige sus Brigadas de Ezzeldin Al-Qassam.

Desde edad temprana Shahar –su apellido hebreo actual– recibió en Gaza una educación y adoctrinamiento orientado a matar judíos, fue humillado y repudiado por su familia por recelar de esa ideología, torturado por presos y fuerzas palestinas por su deseo de ser judío, detenido y encarcelado en Israel, donde se radicó y finalmente pudo cumplir su sueño. En una entrevista con El Debate nos contó su increíble historia:

Sus primeros recuerdos datan de los tres años, cuando solía jugar con sus amigos al fútbol en un barrio de Jan Yunis y en una ocasión un soldado israelí le regaló un caramelo.

«Estaba muy bueno así que me guardé el envoltorio y le pedí a mi padre que me comprara ese tipo de dulces. Cuando se enteró de que me lo había dado un soldado israelí me regañó y dijo que podían estar envenenado y morir».

«Recuerdo cómo mi abuelo solía sentarse conmigo y relataba que Yafo, Tel Aviv, Jerusalén y toda Gaza eran palestinas y de los musulmanes, que los judíos las ocuparon y debíamos recuperar nuestras propiedades de manos de los judíos. Me llevaba al rezo de los viernes en la mezquita y allí un jeque daba un sermón en el que aseguraba que la obligación religiosa más grande era la de asesinar judíos y cristianos. ¿Porqué?, porque son infieles y no creen en Mahoma».

«Lo siguiente que me viene a la mente, a los siete años, es mi sueño de ser médico. Lo primero que nos enseñaban a escribir en árabe en la escuela era la palabra Falestin (Palestina). En matemáticas, los problemas eran del tipo: Tenemos cinco judíos, asesinamos a tres, ¿cuántos nos quedan?. Todo esto es así desde corta edad».

«Un día, vino un profesor con una chaqueta, corbata, alto, parecía una persona muy respetable. Entró en la clase y me sentí muy emocionado porque pensé que finalmente iba a aprender a ser doctor. Y empezó así: los judíos asesinan a mujeres, niños, ancianos. Los judíos tomaron las tierras de vuestros abuelos, quien asesine a judíos alcanzará el paraíso y quien es asesinado por un judío entra en el paraíso como mártir con 72 vírgenes. Los judíos tienen tres piernas, antes eran musulmanes y se convirtieron en infieles».

¿Todo pasa por la educación, entonces?

–«Todos los niños en la clase gritaban Allahu Akbar (Alá es el más grande), ¡degollad a los judíos! También en los libros hablan de asesinar a los judíos».

«¿Qué tienen en común Hamás, la Yihad Islámica, Hezbolá, Daesh (Estado Islámico), Al Qaeda? Que todas estas organizaciones asesinan en nombre de Alá, de Mahoma y del islam. Lo que hicieron los terroristas el 7 de octubre de la forma más atroz es lo que hacen a los infieles».

«En Gaza los más de dos millones de habitantes apoyan en un 99 % a los terroristas de Hamás», afirma.

¿Cómo es que decides escapar de esa educación?

–«No es que un día me levanté y dije ya está, sino que fue todo un proceso. Yo no soy tonto, tengo cuerpo y alma y creo que tengo alma de judío que entró en un cuerpo de palestino».

Tened cuidado de lo que sucede en Gaza, es tremendamente peligrosoDor ShaharPalestino convertido al judaísmo

(Equipara su historia con el relato bíblico en el que el Dios manda al profeta Abraham partir de la tierra de sus padres para ir a la prometida, o a la de Moisés cuando consigue salir de Egipto).

«Todos tenemos una misión en la vida y yo creo que la mía es avisar a la sociedad y al Gobierno israelí: tened cuidado de lo que allí sucede, es tremendamente peligroso», asegura sobre su labor de diplomacia pública.

¿Cuándo sientes que el judaísmo es tu camino?

–«Me llevó algo de tiempo, pero yo no acepté toda esa educación (en Gaza) donde los más de 40 niños en clase recitaban 'Alá es el más grande y matemos a los judíos'. No me sentía bien, se lo comenté al profesor y me dio un guantazo y me llevó al despacho del director. Cuando vino mi padre y le contaron, 'su hijo ama a los judíos' me pegó delante de todos y al llegar a casa me propinó un castigo físico brutal», añade sobre una paliza que incluyó un cable y quemaduras pero, sobre todo, un estado de pánico que requirió hospitalización.

Dor Shahar, el palestino que huyó de Gaza y se convirtió al judaísmoDaniela Brik

«Eso es lo que hicieron a nuestros niños (en Israel en octubre), los ataron, los quemaron, los amputaron», remarca.

Shahar rememora la primera vez que viajó sólo al territorio israelí en autobús antes del inicio de la primera Intifada, el levantamiento palestino contra la ocupación israelí a finales de los años 80: «No había barreras, el acceso era prácticamente libre. Pero mataron a una joven e Israel decidió cerrar los accesos y establecer un sistema de permisos para restringir la entrada de palestinos».

Su adolescencia transcurrió entre desplazamientos a Israel, donde su padre trabajó durante tres décadas como albañil, antes de lograr escapar –aún menor de edad– del dominio del progenitor, que no hacía más que castigarle.

«Fui a trabajar con mi padre a Israel pero me escapé y él tampoco me buscó. En su sociedad no valoran a los niños, vemos que deambulan por cualquier lugar, siempre lloran por ellos, pero si pierden la vida se convierten en mártires y supone que la familia recibe un gran honor», argumenta Shahar.

Su trabajo en la ciudad israelí de Rishon Letzion le llevó a conocer a uno de sus jefes que lo invitó a su casa y con el que estableció una relación. Durante una Pascua judía se despertó en él el deseo de convertirse al judaísmo.

Regreso a Gaza y conversión al judaísmo

Las «familias adoptivas» israelíes le ayudaron durante el proceso de conversión, que se prolongó cerca de una década en la que atravesó rocambolescas situaciones por su condición de palestino en medio de un Israel blanco del terrorismo y la desconfianza.

Y es que durante uno de los estallidos más violentos del conflicto, el Ejecutivo israelí resolvió suspender los permisos y expulsar a los palestinos. En ese lapso, fue detenido por las Fuerzas de Seguridad israelíes por encontrarse en situación ilegal.

Una vez en prisión israelí, fue agredido y sometido al escarnio de otros presos palestinos que lo consideraban una suerte de traidor y colaborador con el Estado judío al correrse la voz durante el proceso judicial de que aspiraba a abrazar el judaísmo.

Tras ese episodio recuerda que las autoridades israelíes lo devolvieron a Gaza, donde la Policía y los servicios secretos palestinos conocían de sus intentos de ser judío y vivir en Israel.

Shahar pasó medio año en una prisión bajo custodia palestina donde fue sometido, según su descripción, a toda clase de torturas: le rompieron las piernas, le dieron descargas de electricidad intercaladas con agua, le colgaban boca abajo e introducían su cabeza en un cubo de agua hasta que perdía el conocimiento.

Al referirse a algunos de los métodos empleados por Hamás y otras milicias palestinas con los capturados en Israel, asegura, «conozco bien lo que hacen, por eso nuestros secuestrados que han perdido 20 kilos está claro por lo que han pasado. Comen una pita al día, duermen sin mantas...»

Shahar pasó medio año en una prisión bajo custodia palestina donde fue sometido a toda clase de torturas

«Después de seis meses de estar en la cárcel (palestina) me dieron la condicional y regresé con mi familia a Jan Yunis. Pero ellos estaban avergonzados, me golpearon y me dijeron que les había traicionado: 'Si tuvieras respeto por tu familia habrías asesinado a judíos'. Y es que es así –abundó–, si alguien asesina a un judío su madre recibe el mayor de los respetos, reparten dulces por la calle, ponen música alta. Es un día de fiesta».

Vivió como vagabundo en la Franja palestina antes de lograr escapar a Egipto y de allí viajo a Turquía desde donde regresó a Israel. En el Estado judío volvió a trabajar, pero fue arrestado nuevamente por encontrarse en situación irregular y sometido a juicio al encontrarse en libertad condicional. «El juez me absolvió y después de una temporada comencé a estudiar judaísmo, me hice judío y soy hoy un hombre que defiendo a mi pueblo».

¿Eres un hombre religioso?

–«Soy un hombre de fe, cumplo el Shabat (jornada sabática), rezo todas las mañanas, celebro las fiestas judías, no llevo kipá pero soy judío».

¿Por qué elegiste tu nombre hebreo?

–«Me decidí por Dor porque significa generación y confío en que haya nuevas generaciones de paz. Y Shahar porque quiere decir 'amanecer'. Al mundo le pido que no se quede callado. Lo que ha ocurrido el 7 de octubre sucederá en todo el mundo. Asesinarán también a cristianas en el nombre de Mahoma. Estas organizaciones siguen el islam y su pretensión es dominar todo el mundo. Si el mundo calla y no se involucra, (cuando lo haga) será demasiado tarde».