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Última cumbre del año

La reunión del Consejo Europeo empieza sin consenso sobre Ucrania ni Gaza

Los presagios se han cumplido y los Veintisiete llegan con posiciones enfrentadas en cuanto a su acción exterior

En Bruselas se sabía que la última reunión del Consejo Europeo iba a ser la más conflictiva del año. A los problemas habituales de las fechas con el fin de curso a las puertas, se suman las tensiones crecientes entre los socios comunitarios por los problemas económicos derivados del apoyo a Ucrania en la guerra contra Rusia y las diferentes posiciones sobre el conflicto entre Israel y Gaza.

En la anterior cumbre los Veintisiete tardaron más de seis horas en limar asperezas y aceptar un guion de mínimos sobre cómo tratar la guerra en Oriente Próximo. En aquel entonces se justificó el retraso por la sensibilidad del asunto ya que no se quería molestar al aliado principal que es Israel.

Desde entonces, aunque la posición oficial sigue siendo la misma, la retórica ha cambiado. El líder de la diplomacia europea, Josep Borrell, ha realizado comentarios que no han caído en gracia por el léxico utilizado. Si a eso se les suman los pronunciados por Pedro Sánchez mientras ocupa el cargo de presidente rotatorio de la UE, es fácil imaginar que el resultado no ha sido positivo.

Aunque Gaza está en boca de todos, no es una guerra que a la UE le afecte directamente, al contrario que Ucrania. Desde el primer momento se ha querido vender públicamente que existe un consenso total respecto al apoyo a Kiev que en la práctica resulta no ser así.

Los principales choques han sido con Polonia y Hungría, aunque Budapest es el que habla con mayor libertad al respecto, quizás porque tiene poco que perder y mucho que ganar con el pulso a Bruselas debido a la congelación de fondos que sufre desde hace años.

Todos miran a Orbán

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, no ha tardado en dar titulares. Dijo antes de entrar en la reunión que la Unión Europea carece de motivos para negociar la adhesión de Ucrania, ya que el país no ha satisfecho los requisitos establecidos por la Comisión Europea para comenzar dichas negociaciones con Kiev. En el último examen de evaluación, el país suspendía tres de los siete puntos a examen. El requisito es aprobar todos y cada uno de ellos.

«La ampliación no es un tema teórico, es un proceso basado en méritos y legalmente detallado que tiene condiciones previas. Hemos establecido siete condiciones previas e, incluso con la evaluación de la Comisión, tres de siete no están cumplidas. No hay razón para negociar ahora la membresía de Ucrania», apuntó.

La reunión empezó más tarde de lo previsto porque el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, el de Francia, Emmanuel Macron, y el canciller alemán, Olaf Scholz, se reunieron con el mandatario húngaro para convencerle de que elimine su veto a las negociaciones de adhesión y a los 50.000 millones de euros que Bruselas ha prometido a Ucrania.

Orbán no pide otra cosa que ajustarse a las reglas. Las mismas reglas que tuvieron que seguir ellos para entrar y que deberían cumplir el resto de candidatos (ocho sin contar con Ucrania) para adherirse a la Unión Europea en 2030.

Por parte de la Comisión Europea, en noviembre aseguró que Ucrania había completado el 90 % de las reformas requeridas para iniciar las negociaciones de adhesión. Por ello, recomendó a los líderes europeos aceptar el inicio de las conversaciones con Kiev.

Otro de los escollos es el paquete de ayudas económicas, algo a lo que Budapest se opone categóricamente ya que supone un gran esfuerzo para su economía. Negar miles de millones de euros que les pertenecen, y al mismo tiempo pedir cientos de ellos para dárselos a un tercero, no se entiende en Hungría.

Liberales como Guy Verhofstadt tachan la política de Orbán respecto a Ucrania de «chantaje». Los húngaros opinan lo contrario. En juegan están 50.000 millones de euros para Kiev.

Orbán defendió que si se quiere dar ayuda a Ucrania «a largo plazo y en sumas más grandes», esta asistencia financiera debería situarse «fuera del presupuesto» comunitario y Budapest lo apoyaría, pero argumentó que «a corto plazo» ya hay ayuda presupuestada para Kiev por lo que no es necesario tomar ninguna decisión adicional ahora.

No hay que olvidar que en menos de seis meses habrá elecciones europeas. Eso explica las prisas de algunos mandatarios europeos para aprobar determinadas medidas. El tiempo corre en su contra. Hungría prefiere esperar a que haya un nuevo liderazgo.

La estrategia diplomática húngara se ha mostrado exitosa aunque a cambio de tensar más su relación con las instituciones europeas. Más allá de estas cuestiones, no pueden reprocharles el que no estén haciendo los deberes pendientes. La Comisión Europea desbloqueó este miércoles 10.200 millones para Budapest tras avalar su reforma para mejorar la independencia judicial, pero mantiene bloqueados otros 21.000 millones de diferentes partidas.

Gaza también es un problema

La diplomacia que no está dando sus frutos es la española. Varios jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea mostraron la falta de consenso que hay entre los Veintisiete para acordar una petición de alto al fuego en Gaza, tal y como pretendía Madrid.

Esta cuestión de política exterior requerirá unanimidad en cualquier decisión que los líderes de la UE adopten en el Consejo Europeo. El consenso parece difícil de lograr tras las diferentes votaciones de los Veintisiete en la Asamblea General de Naciones Unidas en donde se aprobó una resolución pidiendo el cese inmediato de la violencia en Gaza.

Sánchez resaltó el respaldo mayoritario de países europeos a la resolución de las Naciones Unidas, aunque esta votación no sea vinculante. Diecisiete de los 27 países miembros de la UE, incluyendo a España y Francia, respaldaron el texto, mientras que dos Estados, Austria y República Checa, lo rechazaron y otros, como Alemania, Italia o Países Bajos, optaron por abstenerse.