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El opositor ruso Alexei NavalnyRedes Sociales

Noche perpetua y duchas frías al aire libre: la dura vida de Navalni en el «gulag» ruso del ártico donde murió

El opositor a Putin afrontó sus últimos meses de vida en uno de los centros penitenciarios más duros de Rusia

Tras semanas desaparecido, el opositor ruso encarcelado bajo falsas acusaciones de radicalismo, Alexéi Navalni, reapareció en una de las cárceles más duras de Rusia: Lobo Polar, en pleno Ártico, la prisión donde, al final, encontraría la muerte.

Según las autoridades penitenciarias rusas, Navalni murió el viernes 16 de febrero tras desplomarse repentinamente durante un paseo en la prisión.

La cárcel, que perteneció al «archipiélago gulag» en tiempos de la Unión Soviética, se sitúa a 240 kilómetros al este de Moscú, cerca de los Urales, en una región de acceso muy complicado.

El nombre oficial de la cárcel es penitenciaría IK-3, en las cercanías de la localidad de Jarp, una pequeña comunidad a 50 kilómetros de la capital administrativa de la región, Salejard.

Se trata de un área prácticamente deshabitada, inhóspita, donde en un territorio de un tamaño similar al de España viven unas 500.000 personas.

Según señala el diario británico The Times en un informe especial sobre la cárcel, la vida de Navalny en Lobo Polar ha sido extremadamente dura: noche perpetua, duchas de castigo al aire libre a -30 grados centígrados y un aislamiento absoluto.

Sus abogados tenían que viajar en tren desde Moscú durante dos días para llegar a su representado, o hacer la ruta hasta Salejard en avión y luego cruzar un río congelado en vehículos 4x4.

El cineasta Oleg Sentsov, encarcelado en el mismo centro en 2017, explicó a The Times que «en el momento en que cruzas el umbral de la cárcel te dejan claro que has entrado al purgatorio, que no tienes derechos y que no puedes quejarte de nada».

Como castigo, señaló otro exconvicto a The Times, a los prisioneros indisciplinados se les deja en ropa interior al aire libre, da igual que las temperaturas bajen de -30 grados. Allí se les rocía con agua fría a manguerazos.

Otro testimonio, esta vez recogido por el activista ruso Vladimir Osechkin, señala que uno de los castigos más comunes en la cárcel es la de encerrar al convicto en una jaula al aire libre durante una noche entera.

La mayoría muere congelado durante la noche, luego llevan el cadáver a la enfermería y declaran que murió de un infarto mientras dormía plácidamente en su celda.

Tras su desaparición en Navidad, Navalni publicó un mensaje, una vez que consiguió contactar con sus abogados, Navalny saludó con humor: «Soy vuestro Papá Noel».

«Bueno, ahora llevo un abrigo de piel de oveja, un sombrero ushanka (tradicional ruso) y pronto me darán unos valenki (calzado invernal tradicional ruso). Pero me he dejado la barba durante los 20 días que duró mi traslado», bromeó.

«Lamentablemente no hay renos, pero sí perros pastores enormes, peludos y muy bonitos. Y lo más importante: ahora vivo por encima del Círculo Polar Ártico».

Dos escasos meses después moriría en extrañas circunstancias.