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Cartel del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en una calle de Saná, Yemen

Cartel del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en una calle de Saná, YemenEFE

Crisis en el mar Rojo  Los hutíes se burlan de Estados Unidos y consideran un «honor» ser designados terroristas

Horas después de pasar a engrosar la lista negra de la Casa Blanca, los rebeldes yemeníes lazaron un ataque contra un buque estadounidense en el mar Rojo

El grupo rebelde yemení conocido comúnmente como los hutíes, pero cuyo nombre real es Ansarullah, ha vuelto a engrosar las listas de los grupos terroristas designados por Estados Unidos. Lejos de una declaración condenatoria o amenazante, los insurgentes han respondido a Washington con un inusual tono irónico, considerándolo como un «honor», en palabras del propio portavoz de los hutíes, Mohamed Abdelsalam.

Abdelsalam recurrió a la red social X –antes Twitter– para remarcar que la clasificación estadounidense «no tiene ningún valor y no cambiará la posición de Yemen en apoyo de Palestina». «Más bien, la consideramos una insignia de honor para Yemen por su apoyo a la resistencia palestina en Gaza, y Estados Unidos está ejerciendo su agresión contra Yemen con y sin clasificación», escribió.

Los hutíes llevan tres meses hostigando a los buques mercantes que recorren las aguas del mar Rojo, una vía marítima por donde pasa aproximadamente el 12 % del comercio internacional, como muestra de apoyo a Hamás en la Franja de Gaza. Los ataques en estas aguas empezaron inmediatamente después de que la organización palestina lanzara el mayor ataque por tierra, mar y aire, contra Israel, el pasado 7 de octubre.

Un atentado terrorista que acabó con la vida de 1.200 israelíes, en su mayoría civiles, y la toma de más de 240 rehenes. Un ataque que se ha convertido en el particular 11-S del Estado judío y precipitó la actual guerra que está asolanado la Franja de Gaza y suma ya más de 24.000 palestinos muertos y alrededor de 61.000 heridos, en una de las ofensivas más letales y sangrientas que ha lanzado Israel contra el enclave mediterráneo.

Los rebeldes yemeníes, junto con el autodenominado eje de resistencia –Hezbolá, en el Líbano, Irán, y las milicias proiraníes en Sira e Irak– han aprovechado el conflicto en Gaza para atacar al país hebreo de manera directa o indirecta, así como a su principal aliado, Estados Unidos. Los ataques contra bases o intereses estadounidenses en la región se han multiplicado desde el pasado 7 de octubre. El mar Rojo se ha convertido en un nuevo campo de batalla.

Washington se ha visto obligado a crear una misión especial en estas aguas para proteger a los buques mercantes que quieran transitar por ellas. Una misión que cuenta tan solo con el apoyo de Reino Unido, Australia, Canadá, Países Bajos y Bahréin. Ningún país árabe, a excepción del pequeño reino de Bahréin, ha querido integrarse en la operación naval Guardián de la Prosperidad. Ni siquiera Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos (EAU) que combaten a los hutíes desde 2015, dentro de una coalición de países árabes.

La Unión Europea (UE) tampoco ha acogido con gran entusiasmo la iniciativa estadounidense en el mar Rojo. A pesar de que el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, apostará por ello, proponiendo que la misión Atalanta, encargada de luchar contra la piratería en el Cuerno de África y el océano Índico occidental, ampliara su cometido para poder integrase en la operación estadounidense, varios países europeos se han negado. Francia, Italia y España han mostrado su rechazo a esta idea por no contar con los medios necesarios. El único país que apoya la propuesta de que la UE se integre en la misión Guardián de la Prosperidad es Alemania, férreo aliado de Israel en Europa.

Los hutíes defienden que sus objetivos son únicamente barcos vinculados al Estado judío. Sin embargo, numerosas embarcaciones han sufrido ataques de los insurgentes yemeníes, lo que ha provocado que muchas navieras hayan decidido desviar su ruta y bordear todo África, pasando por el cabo de Buena Esperanza, lo que ha incrementado los fletes y la duración del viaje. Además, los rebeldes han ampliado su lista de objetivos a los barcos estadounidenses y británicos, en represalia al bombardeo, del pasado viernes, contra objetivos en Yemen relacionados con las milicias hutíes.

«Las arrogantes políticas estadounidenses y su apoyo a la entidad criminal sionista los convierten en patrocinadores del verdadero terrorismo», ha asegurado el portavoz de los rebeldes. Los hutíes, en un comunicado, han calificado de «ridículo» la designación de Estados Unidos como organización terrorista. Washington retiró a los insurgentes de esta lista negra hace tres años con la esperanza de que se pudiera llegar a un acuerdo de paz en Yemen –inmerso en una cruenta guerra civil desde 2014–, así como para facilitar la ayuda humanitaria a las zonas controladas por los hutíes, que ya representan la mayor parte del país, incluida la capital, Saná.

La medida, sin embargo, no entrará en vigor hasta el próximo 16 de febrero y la Administración de Joe Biden ha confesado que la decisión se puede revertir si los rebeldes yemeníes cesan sus ataques en el mar Rojo. Es más, la Casa Blanca ha optado por catalogar al grupo hutí de «Terrorista Global Específicamente Designado», en lugar de incluirlo en la lista de «Organización Terrorista Extranjera», por lo que están sometidos a sanciones más leves.

Los insurgentes yemeníes respondieron a Estados Unidos atacando otro barco estadounidense, acompañado de un claro mensaje: «Las operaciones contra los buques israelíes o los que se dirijan a los puertos de la Palestina ocupada no cesarán hasta que cese la agresión y se levante el asedio impuesto al firme pueblo palestino en la Franja de Gaza».

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