El comercio internacional se la juega en el Canal de Suez ante la creciente influencia de China y Rusia
Las cifras son implacables: el flujo de comercio semanal a través del Canal de Suez disminuyó aproximadamente un 42 % en los últimos dos meses, según informó hace unos días la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad). La organización dependiente de la Secretaría General de Naciones Unidas se mostró preocupada por el aumento de las perturbaciones en el comercio mundial, especialmente debido a las tensiones geopolíticas que afectan a la navegación en el mar Negro, por los recientes ataques en el mar Rojo que afectan al Canal de Suez y el impacto del cambio climático en el Canal de Panamá.
«Los recientes ataques al transporte marítimo en el mar Rojo, junto con los retos geopolíticos y climáticos existentes, han dado lugar a una compleja crisis que afecta a rutas comerciales mundiales clave», concluyó la Unctad, en clara alusión a los ataques lanzados recientemente por combatientes hutíes, que cuentan con el apoyo de Irán, y que han empezado a ser repelidos, principalmente, por las armadas de Estados Unidos, Reino Unido y Francia. De momento, grandes compañías navieras como la danesa Maersk, la alemana Hapag-Lloyd, la italo-suiza Msc y la francesa Cma Cgm mantienen la prohibición hecha a todos sus buques de cruzar el Canal de Suez para luego acceder al mar Rojo.
Reducen riesgos, pero elevan considerablemente sus costes. Sin ir más lejos, un container que zarpa de Taiwán con destino a Rotterdam tardará 25 días si realiza el trayecto por el Canal de Suez y 34 si decide bordear el continente africano antes de pasar por el Cabo de Nueva Esperanza. Al final, es probable que sea el cliente europeo el que pague la diferencia al llenar el depósito de su automóvil. Y los containers transportan una diversidad de mercancías; no solo crudo.
De ahí la importancia estratégica, histórica y presente del Canal de Suez. Y por supuesto de cara al futuro: como subraya el vicealmirante israelí Shaul Chorev en El Canal de Suez: próximos retos estratégicos y geopolíticos, trabajo publicado en inglés a principios del pasado año, Estados Unidos, Reino Unido y Francia están aumentando notablemente su presencia naval en la zona.
Por lo que respecta a la Us Navy, escribe Cholev que «ha disfrutado del lujo de poder transitar por el Canal de Suez sin interferencias, sin verse interrumpida por la agitación en Egipto ni por inestabilidades regionales más amplias». El motivo es evidente: «los buques que transitan desde la costa este de Estados Unidos hasta el Estrecho de Ormuz ahorran más de 3.000 millas náuticas, o unos ocho días en un viaje, en relación con viajar alrededor de África».
En el plano estrictamente militar, el Canal de Suez «facilita el desplazamiento rápido de buques entre los Mandos Europeo y Central. La posibilidad de desplazar buques fácilmente entre el Mediterráneo y el mar Rojo proporciona a los mandos flexibilidad operativa en un momento de grandes amenazas regionales en Libia, Ucrania, Siria, Irak, Yemen e Irán». Los objetivos de las armadas británica y francesa son más modestos, pero con la misma intencionalidad geoestratégica: Londres ha potenciado su presencia de forma constante desde 2014, mientras que la de París está relacionada con la de sus bases navales permanentes en Yibuti y Abu Dabi.
Uno de los objetivos comunes de estos tres países es contrarrestar la creciente presencia en la zona de China y Rusia, que se explica según Cholev, por la importancia adquirida por «las líneas marítimas de comunicación (SLOC) que cruzan el océano Índico y unen Asia con el Golfo Pérsico y Europa se han convertido en componentes críticos del comercio mundial y vitales para la seguridad energética de muchos países de Europa y Asia».