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Crónica deAquilino Cayuela

Las razones familiares de Kallas para proteger de Putin la última línea de defensa europea

La anexión rusa de Crimea en 2014 es la amenaza que visualiza la primera ministra de Estonia para su país

Un miembro de las Fuerzas de Defensa de EstoniaAFP

La primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, es la peor enemiga de Vladimir Putin, al menos así se declaró desde el comienzo de la guerra de Ucrania. En un artículo suyo publicado en New York Times (24/03/2022) decía: «En la OTAN, deberíamos concentrarnos en algo muy simple: Putin no puede ganar esta guerra. Ni siquiera puede pensar que la ha ganado, o tendrá ganas de más. Tenemos que hacer una demostración de voluntad y dedicar recursos a defender el territorio de la OTAN. Para mantener a raya la agresión rusa, debemos implementar una política de contención inteligente a largo plazo».

Y añadía: «Tenemos que ir más lejos. La presencia avanzada tiene que convertirse en una defensa avanzada de tierra, mar y aire. Eso significaría el despliegue permanente de más tropas aliadas listas para el combate en los países bálticos, respaldadas con artillería de largo alcance, defensa aérea y otras capacidades de refuerzo. Eso significaría más combatientes de la OTAN en nuestros cielos preparados para pasar de las normas aéreas en tiempos de paz a la defensa aérea en tiempos de guerra. Y eso significaría más barcos de la OTAN patrullando el mar Báltico».

Sabemos que parte de su familia fue deportada a Siberia y que ha confesado que tiene muy presentes a su madre, su abuela y su bisabuela quienes fueron deportadas a Siberia cuando la madre de Kaja, Kristin, era solo un bebé. Estas mujeres fueron víctimas de la represión que vivió la élite política y económica de Estonia bajo la Unión Soviética.

Kallas rechaza los planes rusos para fabricar una zona de seguridad afín en toda su frontera con el territorio OTAN

Kallas tiene una viva memoria de cómo era el país bajo dominio soviético y se acuerda vivamente de un viaje a Berlín Occidental cuando tenía 11 años y su padre, el también político Siim Kallas (conocido porque fue uno de los vicepresidentes y comisario de Lucha contra el Fraude en la Comisión Europea de 2004 a 2014) le dijo: «Respira el aire de la libertad».

Sin duda la brutalidad del imperio soviético está muy viva en la familia Kallas, pero Kaja Kallas tiene otras razones para ser una de las voces más contrarias a la política exterior de Putin porque Estonia, junto a Letonia y Lituania, son los tres pequeños países en situación de máxima vulnerabilidad frente a Rusia.

La OTAN siempre ha temido una rápida invasión de esas tres naciones dado que la avanzada militar rusa en el Báltico se sitúa en torno a Kaliningrado, con un supuesto gran potencial bélico.

Así empezó Kaja Kallas, primera ministra de Estonia, su lucha contra Vladimir Putin. Hija de un influyente político, es una europeísta convencida y solo tiene un deseo: que Ucrania gane esta guerra.

De hecho, la primera ministra estonia sostiene que si Putin ganase la guerra de Ucrania repetiría la invasión en otros estados peor pertrechados militarmente. La anexión rusa de Crimea en 2014 es la amenaza que visualiza Kallas en su propio país. Por eso se muestra muy beligerante con el Kremlin: «La paz no puede ser el objetivo final… No queremos otra paz que dé permiso para agredir. Mientras exista la amenaza de conflictos, la paz es inaceptable».

Por eso que Kaja Kallas pueda ir a la cabeza de la nueva Comisión Europea de Defensa, que sustituiría el cargo que ocupa ahora Josep Borrell y ha provocado que el Ministerio del Interior ruso haya puesto «en busca y captura» a la primera ministra de Estonia. Esta sería la primera vez que el jefe de Gobierno de otro Estado figura en la lista de personas buscadas de Rusia.

Kallas no es el único político europeo investigado por las autoridades policiales rusas. En la lista del Ministerio del Interior también figuran el Ministro de Cultura lituano, Simonas Kairys, y miembros del Parlamento letón. Según medios rusos, el proceso contra Kaja Kallas está relacionado con la demolición de monumentos soviéticos en estos países bálticos.

Es poco probable que Kallas viaje a Rusia en un futuro próximo, pero ponerla «en busca y captura» es un gesto que tiene un importante valor simbólico. Es algo que cobra mucho sentido por la cercanía de Kallas para asumir mayores responsabilidades en la Defensa de la Unión Europea.

Kallas rechaza frontalmente los planes rusos para fabricar una zona de seguridad afín en toda su frontera con el territorio OTAN y se opone a las narrativas del Kremlin de los relatos de manipulación de la población rusa, para iniciar la reconquista de su antiguo imperio. Sus razones son políticas, pero también personales. Muy personales.

Las relaciones entre Moscú y los estados bálticos son enormemente tensas desde 2014 y la anexión de la península de Crimea, pero Kallas es la más firme frente a Vladimir Putin. Hay que tener en cuenta que en términos de ayuda económica Estonia, proporcionalmente, es el mayor apoyo militar de Ucrania.

Para los países bálticos es una cuestión de supervivencia existencial la firmeza, unidad y fortaleza de la OTAN frente a Rusia. El Kremlin desde su base naval del puerto de Baltisk, en la bahía de Gdansk, y con al apoyo de fuerzas de la Federación, con apoyo de Bielorrusia podría llegar fácilmente a Tallín y Riga, capitales de Estonia y Letonia, en unas 32 horas. Siempre ha sido esta posibilidad uno de los movimientos estratégicos que más ha temido la OTAN.