Los problemas de los dos superportaaviones británicos ilustran la decadencia de la Royal Navy
El diario The Times definió de «vergüenza para la Royal Navy» las constantes averías del HMS Prince of Wales y su gemelo el HMS Queen Elizabeth
Costaron 3.000 millones de libras esterlinas cada uno, su construcción se alargó 10 años, y se presentaron como los buques insignia de una nueva edad de oro de la Royal Navy.
Pero los dos superportaaviones británicos HMS Prince of Wales y su gemelo el HMS Queen Elizabeth han resultado ser un terrible dolor de cabeza para el Reino Unido que algunos ya definen de fracaso. El diario The Times, directamente, los define de «vergüenza para la Royal Navy».
El último episodio ha sido un incidente que ha dejado fuera de juego al El HMS Prince of Wales en el puerto de Portsmouth y a su gemelo, el HMS Queen Elizabeth, cuando se disponía a partir para liderar los ejercicios de la OTAN Steadfast Defender junto a otros 40 buques.
El HMS Prince of Wales iba a liderar los ejercicios de la OTAN, los mayores de la Alianza desde la Guerra Fría, en el Atlántico Norte, el mar de Noruega y el Báltico, cuando sufrió una fuga de combustible el sábado que le impidió abandonar el puerto.
Hace 18 meses, el HMS Prince of Wales ya había quedado fuera de juego junto a la isla de Wight cuando se dirigía a Estados Unidos, debido unos inesperados problemas mecánicos que afectaban al sistema de propulsión, en concreto, en el eje de la hélice de estribor.
Lo más humillante para la marina británica es que el Prince of Wales iba a sustituir al Queen Elizabeth, buque que inicialmente estaba proyectado que liderara los ejercicios, que tuvo que ser retirado para reparaciones, también en la hélice.
La cuestión es que los problemas domésticos de la Royal Navy están causando retrasos al conjunto de la OTAN.
El HMS Prince of Wales finalmente partió con varios días de retraso, pero los retrasos se seguirán acumulando. Se calcula que trasferir de un portaaviones a otro las provisiones, repuestos y todo lo necesario para los ejercicios podría llevar mínimo una semana.
Además, está la cuestión del ala embarcada, básicamente aviones F-35, que permanecen en el Queen Elizabeth.
Por si no fuera suficiente, los incidentes con los flamantes portaaviones británicos afectará también a la misión conjunta con Estados Unidos en el mar Rojo para combatir la piratería de los hutíes del Yemen.
Estaba previsto que el Queen Elizabeth se trasladara al mar Rojo para sumarse en el operativo y aportar sus F-35.
Estos incidentes no hacen más que ahondar en la sensación de decadencia sin marcha atrás de la otrora poderosa Marina de guerra británica.
Tras dos años de recortes encadenados, la Royal Navy ni siquiera es capaz de constituir un grupo de ataque por sí misma para su buque insignia, y debe recurrir a sus aliados para completar los grupos de ataque de sus portaaviones con buques adicionales.
También se apunta a que la participación de la Royal Navy en la misión contra los hutíes únicamente con el destructor HMS Diamond es algo meramente simbólica, ya que no tienen capacidad para implicarse de verdad.
The Financial Times aporta otro dato que ilustra el declive: La Royal Navy contaba en 1998 con tres portaaviones de pequeño tamaño con una escolta de 23 fragatas, 12 destructores y 12 submarinos de ataque.
En 2024, la Royal Navy cuenta con 11 fragatas ya anticuadas, seis destructores y seis submarinos de ataque, además de los dos renqueantes superportaaviones.
La imagen del HMS Prince of Wales remolcado desde la isla de Wight hace 18 meses tras quedarse al pairo es quizás la metáfora más ilustrativa de dicha decadencia.