Putin asciende al subdirector de prisiones, tres días después de la muerte de Navalni
Medrar en el sistema público ruso puede resultar complicado, pero no para aquellos que están dispuestos a cubrir y tapar las huellas del Kremlin. Tres días después de la muerte del opositor ruso Alexéi Nalvani, en la remota prisión de Jarp, Rusia ha ascendido de rango a Valery Boyarinev, el subdirector del Servicio Penitenciario ruso. El presidente ruso, Vladimir Putin, ha condecorado a Boyarinev con el grado de coronel general, según ha revelado el medio independiente ruso Meduza.
En cualquier otro país, donde uno de sus presos ha muerto en unas circunstancias todavía desconocidas y la familia no ha podido acceder a sus restos mortales, el responsable penitenciario estaría siendo sometido a una inspección, en Rusia le vale un ascenso. Según consta en la página web del Gobierno ruso, este decreto se firmó ayer, 19 de febrero, dos días después de la muerte del disidente. El viernes, a mediodía, los servicios penitenciarios rusos, en un escueto comunicado, informaron del fallecimiento de Navalni.
La explicación que ofreció la cárcel resultó poco convincente. En el comunicado oficial aseguraron que el opositor ruso se empezó a encontrar mal tras un paseo y que «inmediatamente después colapsó». Los servicios de emergencia, aseguran, no pudieron hacer nada por el disidente y en ese momento le declararon muerto. La madre de Navalni, Lyudmila Navalnaya, no perdió el tiempo y el sábado a primera hora ya se encontraba a las puertas de la morgue de Salejard, la ciudad del ártico más cercana al centro penitenciario.
Las autoridades rusas niegan a la familia el derecho de ver los restos mortales de Navalni. El entorno del disidente asegura que se trata de una artimaña para borrar todas las huellas del crimen y que todo apunta a que ha sido nuevamente envenenado con el agente nervioso Novichok. Navalni ya sufrió, en 2020, un intento de asesinato con este mismo método mientras viajaba desde Siberia rumbo a Moscú. La gravedad de su situación fue tal que el avión tuvo que hacer una parada de emergencia en la ciudad rusa de Omsk. La rápida intervención de los servicios de emergencia consiguió salvarle la vida.
Aún así, la actuación de los especialistas no estuvo exenta de polémica y es que la historia se repite. En ese momento, la mujer del opositor Yulia Navalnaya se trasladó hasta Omsk donde, en un primer momento, le prohibieron ver a su marido. El médico que llevaba el caso negó en todo momento que el Kremlin tuviera algo que ver con la crítica situación del disidente. La propaganda rusa también hizo muy bien su trabajo. Durante semanas vertieron todo tipo de informaciones falsas como que su mala salud se debía a las drogas, el alcohol y un sinfín de mentiras.
El médico que lo trató entonces Alexander Murakhovsky declaró que lo que tenía el disidente era un trastorno metabólico. Un diagnóstico que luego fue probado mentira por los especialistas que trataron a Navalni en Alemania, que confirmaron lo que ya era un secreto a voces. El disidente había sido envenenado. Nada de esto importó, Murakhovsky, que entonces trabajaba como jefe del Hospital de Urgencias Nº 1 de Omsk, fue ascendido a ministro de Salud regional.
Con Navalni fuera de la ecuación, Rusia todavía tiene que hacer frente a los flecos sueltos, por ello se ha centrado en su siguiente objetivo, el hermano de Navalni. El Kremlin ha abierto una nueva causa penal contra Oleg Navalny, aunque no han dado más detalles de qué se le acusa. Oleg ya fue condenado, en 2014, a 3,5 años de prisión por fraude, que según la oposición, fue un caso inventado entonces para presionar a su hermano.
En otro frente, la madre de Navalni sigue luchando para que le dejen ver el cuerpo de su hijo, cuando ya se cumplen cuatro días desde su muerte. Lyudmila ha grabado un vídeo desde el Círculo Polar Ártico dirigiéndose directamente a Putin: «La solución al problema depende sólo de usted. Déjame finalmente ver a mi hijo. Exijo que se entregue inmediatamente el cuerpo de Alexéi para poder enterrarlo humanamente».