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Netanyahu desvela su plan para el día después de Hamás en Gaza: sin la UNRWA y bajo férreo control militar

La hoja de ruta marcada por el primer ministro israelí acaba con las esperanzas de un posible reconocimiento de un Estado palestino independiente

La guerra entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza cumple 140 días y parece que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, busca una manera de salir del atolladero en el que se ha convertido el enclave palestino. El Estado judío está viendo mermada su imagen internacional y está cada vez más aislado. Una compleja situación que se hizo patente durante la última resolución de alto el fuego en Gaza en el Consejo de Seguridad de la ONU, apoyada por 13 de los 15 miembro del Consejo. El único voto en contra fue el de Estados Unidos, mientras que Reino Unido se abstuvo. Ante este aislamiento internacional, Netanyahu ha dado a conocer su particular «Plan para el día después de Hamás».

La hoja de ruta, presentada ayer por el mandatario israelí ante el gabinete de guerra, ratifica la posición que ha ido marcando estos últimos meses y descarta de plano el reconocimiento de un Estado palestino independiente. En su plan, Netanyahu se asegura el control de Gaza y copiar en el enclave el modelo que mantiene actualmente en Cisjordania. Una vez que Israel considere que ha conseguido sus objetivos en la Franja: liberar a todos los rehenes –aún se calcula que Hamás retiene a 134 israelíes– y erradicar a la milicia islamista palestina, el Estado judío impondrá un organismo civil, responsable de la desmilitarización de la Franja.

Este organismo tendrá también la obligación de permitir la libertad de acción de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), lo que se traduce en que el país hebreo podrá lanzar ofensivas militares cuándo quiera y cómo quiera. «Israel mantendrá la libertad de acción operativa en toda la Franja de Gaza, sin límite de tiempo, con el fin de prevenir la reanudación del terrorismo y frustrar las amenazas procedentes de Gaza», ha asegurado Netanyahu. Dentro de ese Gobierno local no habrá espacio para la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que administra actualmente Cisjordania y se mostró dispuesta a asumir el papel principal en la Franja de posguerra.

El líder de la ANP, Mahmud Abás, ha mostrado su rechazo a este proyecto y ha asegurado que desde la organización no aceptarán una Franja de Gaza que no forme parte de un Estado palestino «con Jerusalén como su capital». En un comunicado, el portavoz de Abás, Nabil Abu Rudeineh, ha advertido al Ejecutivo de Netanyahu que «cualquier plan contrario está destinado al fracaso» y ha denunciado que esta hoja de ruta tiene como objetivo «perpetuar la ocupación israelí» de los territorios palestinos.

Israel, sin embargo, ha descartado cualquier atisbo de liderazgo palestino en el enclave y todavía está por ver quién formará parte de ese organismo civil. En cuanto a la seguridad, también estará en manos del Estado judío y, según reza el documento hecho público por los medios israelíes, «el espacio de seguridad establecido en la Franja de Gaza en la zona fronteriza con Israel existirá mientras exista una necesidad de seguridad para ello». El férreo bloqueo al que ha estado sometido Gaza desde hace casi 17 año se mantendrá.

La frontera con Egipto es un tema algo más espinoso y ha provocado un aumento de las tensiones entre ambos países, sobre todo, ante la inminente ofensiva israelí sobre la sureña ciudad de Rafah, colindante a la gobernación del Sinaí del Norte. Israel se ha mostrado más cauto en lo concerniente al paso fronterizo de Rafah y reafirmar su presencia militar en el polémico el corredor Philadelphi, la zona de seguridad entre Gaza y Egipto. Netanyahu, en este sentido, ha sido muy sutil al declarar que el Estado judío mantendrá «un cierre meridional» en la frontera entre Gaza y Egipto, «con el propósito de impedir la reintensificación de elementos terroristas» en el enclave.

La «Barrera Sur»–así es como se refiere a esta polémica zona de seguridad– funcionará, según los planes israelíes, «en cooperación con Egipto y con la ayuda de Estados Unidos». Israel insiste que, de esta manera, trata de acabar con el contrabando desde el país norteafricano hacia el enclave «tanto subterráneo como en la superficie, incluido el paso fronterizo de Rafah». Israel también se reserva el derecho de desmilitarizar por completo el enclave «más allá de lo necesario para mantener el orden público».

La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), en el punto de mira de Netanyahu durante años, tampoco está contemplada dentro del escenario postHamás en Gaza. Israel se ha enfrentado a la organización de Naciones Unidas, a la que ha acusado de tener entre sus trabajadores a varios milicianos de Hamás que participaron en la masacre del pasado 7 de octubre y precipitó la actual guerra. Netanyahu ha asegurado públicamente que Israel trabajará para lograr el cierre de la UNRWA y esto mismo se refleja en su plan de posguerra.

«Israel trabajará para poner fin a las actividades de la UNRWA en la Franja de Gaza y sustituirlas por agencias internacionales de ayuda responsables», asegura en el documento. En esta misma línea, declara que la gestión civil y la responsabilidad de la administración pública en Gaza recaerá en «organismos locales con experiencia en gestión, que no estén identificados con países o entidades que apoyen el terrorismo». Sin decirlo, esta ecuación descarta, por ejemplo, la intervención de Turquía, Qatar o la Autoridad Palestina en la Franja.

Los países árabes que más papeletas tienen para formar parte de la reconstrucción del enclave, bajo supervisión de Israel, serán Egipto, Emiratos Árabes Unidos o Arabia Saudí junto con Estados Unidos y algunos países europeos. La solución de dos Estados queda por tanto más que descartada. Realmente para Netanyahu nunca fue una opción y se ha encargado personalmente de que nunca lo sea. La semana pasada, el Ejecutivo israelí aprobó por unanimidad una «decisión declaratoria» contra los dictados internacionales para la creación de un Estado palestino independiente. Una actitud desafiante que a Israel le está costando el apoyo de algunos países europeos y fuertes encontronazos con su mayor aliado: Estados Unidos.

Negociaciones para un alto el fuego

Las negociaciones para un nuevo alto el fuego en la Franja de Gaza entre Israel y Hamás parecen haber experimentado un renovado impulso. Una delegación israelí, encabezada por el jefe del Mosad, David Barnea, viaja, este viernes, a París, con la expectativa de «desbloquear» las conversaciones para una nueva tregua, que permita la liberación de los 134 rehenes israelíes.
La semana pasada, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, anunció que había retirado a su equipo negociador de la mesa porque las demandas de Hamás eran «delirantes». La presión interna a la que esta sometido Netanyahu ha provocado un cambio de postura y se ha mostrado abierto a seguir negociando. Pero existe una fecha límite, el 10 de marzo, coincidiendo con el inicio del Ramadán, el mes sagrado para los musulmanes.
Israel ya avisó a Hamás que si antes de esta fecha no había liberado a todos los rehenes, las tropas israelíes entrarían en la sureña ciudad de Rafah, el último refugio para 1,5 millones de gazatíes.