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La evolución del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, durante dos años de guerra

La evolución del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, durante dos años de guerraPaula Andrade

Zelenski: los dos años de guerra contra Rusia del «Churchill» ucraniano

Judío, rusoparlante y nieto de un héroe del Ejército Rojo, el presidente ucraniano se ha convertido en un referente de la resistencia nacional ucraniana frente al imperialismo de Vladimir Putin

Ucrania cumple dos años en guerra para rechazar a las tropas rusas que el 24 de febrero de 2022 entraron en tropel en territorio ucraniano.

Tras unas primeras semanas de incertidumbre, Ucrania logró rechazar en gran medida la agresión rusa y recuperar más del 50 % del territorio ocupado, sobre todo en las regiones de Kiev, Chernigov, Jersón y Jarkov.

Sin embargo, Rusia se hizo fuerte en el arco sur y oriental que abarca la península de Crimea, el sur de la región de Jersón, el sur de la región de Zaporiyia y las regiones del Dombás Donetsk y Lugansk.

La guerra está en este momento bloqueada con pequeños pero constantes avances rusos en toda la línea del frente tras una fracasada contraofensiva ucraniana el verano de 2023 y en un contexto de escasez de municiones para su artillería debido al bloqueo de la ayuda militar estadounidense.

Con todo, Ucrania ha logrado en los últimos meses un éxito indiscutible en el mar, donde ha golpeado con dureza a la Flota rusa del Mar Negro, y en los cielos, limitando la capacidad de acción de la aviación y misiles rusos.

Un líder emergente

Como toda guerra, la de Ucrania ha creado héroes y mártires. Entre los primeros, hay una figura evidente, la del presidente Volodimir Zelenski.

Actor, humorista y figura popular de la televisión ucraniana gracias a su serie Servidor del Pueblo, Zelenski llegó al poder en 2019 con promesas de acabar con la corrupción y resolver con Rusia la cuestión territorial del Dombás.

Sin embargo, la historia le tenía reservado otro papel: el de presidente en tiempos de guerra.

Sus antecedentes lo tenían todo para aspirar a unir al país en torno a su mandato: de origen judío, su familia fue víctima de los campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Su abuelo fue héroe coronel del Ejército Rojo y combatió a los alemanes durante la invasión de Hitler de la Unión Soviética. Y él nació en la región de Dnipro, y creció como rusoparlante.

Su condición de judío y de rusoparlante rompió totalmente la estrategia propagandística rusa que acusaba al gobierno por él presidido de neonazi y de planear un genocidio de rusoparlantes del este de Ucrania.

Los dos años de luchan han provocado un evidente deterioro físico en el mandatario ucraniano, que ha debido tomar decisiones difíciles tanto en el campo de batalla como en el ámbito político y diplomático.

Las capacidades comunicativas de Zelenski le granjearon una rápida popularidad desde el primer momento de la invasión.

Su decisión de permanecer en Kiev y salir a la calle y grabar vídeos de apoyo a las tropas y a los ciudadanos ucranianos cuando la capital estaba a punto de ser sitiada y cuando grupos especiales chechenos habían iniciado una caza para matarlo, lo convirtieron en un referente para la resistencia ante el invasor.

Parte del éxito de Zelenski se debió, precisamente, a su carisma y a su capacidad de empatizar con el pueblo en medio de la guerra.

Zelenski no se refugió en búnkeres palaciegos, no trató de huir a un país extranjero, ni se encerró con su camarilla.

El presidente ucraniano se quitó desde el primer minuto de la guerra el traje y corbata y se enfundó en ropa caqui militar. Salió a las calles para mantener el contacto con sus ciudadanos, mantuvo una comunicación cercana y fluida con sus colaboradores y visitó a las tropas en el frente sin miedo a un posible ataque ruso.

En contraste, Putin ofreció una imagen contraria, de zar alejado de la realidad, encerrado en el Kremlin donde se reunía con sus emisarios a grandes distancias en mesas de seis metros.

El presidente ruso dio una imagen de permanecer totalmente alejado de los hechos en el campo de combate, de desconocer los problemas a los que se enfrentaba el ejército ruso y de vivir en una realidad paralela.

Zelenski ha sabido ejercer el mando en los momentos buenos de los éxitos diplomáticos –cuando logró traer a Ucrania los sistemas de misiles de largo alcance HIMARS, los carros de combate Leopard, los sistemas de defensa antiaérea Patriot y los aviones de combate F-16–, en los momentos de los espectaculares avances territoriales.

Pero también en los malos momentos, cuando las fuerzas rusas conquistaron Mariúpol, Sverodonetsk, Bajmut o Avdiivka, cuando la última contraofensiva ucraniana se quebró contra las defensas rusas o con la incertidumbre por el bloqueo de la ayuda militar estadounidense.

El presidente ucraniano también ha sabido participar del dolor de su pueblo por la muerte y destrucción generada por los bombardeos rusos en barrios residenciales de las ciudades ucranianas.

El «Churchill» ucraniano

Zelenski tiene como referentes comunicativos y de acción política a tres figuras: un referente conservador en tiempos de guerra, como fue el primer ministro británico Winston Churchill, y dos presidentes liberales estadounidenses, como fueron John Fitzgerald Kennedy y, más recientemente, Barak Obama.

La habilidad de Zelenski le permitió establecer una alianza preferente como nunca antes había existido con Estados Unidos y Europa.

El segundo aniversario de la guerra llega en un momento crítico para Zelenski, un momento en el que ha debido introducir transformaciones radicales en el alto mando ucraniano para adaptar la estrategia militar al actual contexto desfavorable.

Esa transformación responde también a la ruptura con el que fue su gran apoyo durante la guerra y el artífice del éxito militar ucraniano: el general Valeriy Zaluzhny.

El fracaso de la contraofensiva de verano después de unas altas expectativas creadas por el propio Zaluzhny rompieron la amistad entre ambos.

Zelenski le acusó de plantear la contraofensiva con objetivos a corto plazo irreales, además de acusarle de tener ambiciones políticas azuzadas por su alta popularidad gracias a sus éxitos en el campo de batalla.

El presidente ucraniano terminó reemplazando al general Zaluzhny, al que sustituyó por el general Oleksandr Syrsky con un objetivo muy concreto: resistir al empuje ruso hasta que el Congreso de Estados Unidos apruebe el envío de nuevas y poderosas armas al Ejército ucraniano. Entonces, habrá llegado el momento de lanzarse de nuevo a por la victoria.

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