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El primer ministro polaco Donald Tusk

El primer ministro polaco Donald TuskAFP

Tusk mete tijera a la Educación en Polonia y elimina referencias al Papa San Juan Pablo II

La reforma educativa del nuevo gobierno polaco de coalición entre liberales e izquierdistas rebaja la identidad nacional en los contenidos educativos a partir del próximo curso

Donald Tusk pisa el acelerador y se dispone a desmantelar toda la herencia del partido Ley y Justicia (PiS) y de su predecesor, Mateusz Morawiecki, en Polonia.

Después de darle un revolcón a los medios de comunicación públicos con destituciones y cambio de peones en las cúpulas directivas y líneas editoriales para reducir el control Estatal, lo que desató una agria polémica con la oposición, ahora le ha tocado el turno a la educación.

Una reforma que, según denunció la oposición, tiene como víctima principal toda referencia al Papa polaco San Juan Pablo II y a los héroes militares de la historia polaca.

El nuevo primer ministro polaco aprobará un nuevo plan de estudios para las escuelas primarias y secundarias que entrará en vigor a partir del próximo mes de septiembre, con el inicio del nuevo curso, y que implicará reducir un 20 % la materia de enseñanza.

El argumento esgrimido por la ministra de Educación polaca, Barbara Nowacka, para emprender con urgencia la reforma es que el plan de estudios aprobado por la anterior administración había agotado a profesores y alumnos.

La ministra insistió en que con el nuevo plan de estudios y la reducción de materias a impartir se permitirá «a profesores y alumnos cubrir el material con mayor calma y profundidad, lo que ofrecería como resultado una educación más eficaz».

Con todo, la polémica ha surgido cuando se conoció el detalle de los contenidos en las asignaturas de Historia y Literatura.

La oposición ha denunciado que el gobierno ha eliminado las referencias a los héroes militares polacos y al Papa San Juan Pablo II, nacido en Polonia, arzobispo de Cracovia y Pontífice polaco cuya acción fue fundamental para la caída del comunismo en Polonia, además de dejar una huella imperecedera en la Iglesia católica.

Además, la decisión de Tusk de meter la tijera en el modelo educativo polaco –motivo de orgullo nacional debido a los buenos resultados en el ranking educativo Pisa durante los último 20 años– ha despertado las suspicacias sobre las verdaderas intenciones del gobierno de coalición.

El gobierno de Tusk argumentó que la reforma se justifica tras detectar, precisamente, que el país estaba experimentando un paulatino retroceso en el ranking y que, para revertirlo, había que introducir reformas en el sistema.

Se han eliminado también referencias a matanzas de polacos étnicos durante la Segunda Guerra Mundial en territorios que hoy pertenecen a Ucrania y Bielorrusia.

El PiS ha denunciado que el gobierno de Tusk busca erosionar la identidad nacional de las futuras generaciones de polacos, para que sean más maleables.

En el gobierno, sin embargo, recordaron que, tras su llegada al poder en 2017, el PiS ya impulsó una polémica reforma educativa en donde se redujeron los contenidos de historia clásica greco-latina, la explicación del Holocausto y el proceso de integración europeo para dar más espacio a los reyes polacos, la lucha contra el comunismo en Polonia y la importancia de San Juan Pablo II y su pontificado para la Polonia moderna.

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