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Alex Fergusson
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La transición hacia la democracia en Venezuela: una batalla final en campo minado

Se trata de aprovechar los espacios políticos sin que otras opciones como la negociación, la presión internacional, la protesta gremial y popular y el cerco legal, dejen de trabajarse

Actualizada 04:30

María Corina Machado durante un acto de campaña en el Estado de  Anzoátegui

María Corina Machado durante un acto de campaña en el Estado de AnzoáteguiTwitter

Tal y como están las cosas en Venezuela, seguimos viviendo un momento político incierto, inestable y peligroso. Por una parte, la dirigencia opositora sigue cosechando las consecuencias del proceso de particularismo, que provocó en su seno una dispersión e incapacidad de sus líderes para trabajar por una causa común o un bien mayor aparentemente compartido.

Este fenómeno se nos reveló, entonces, como un quiste socio-psicológico que ha estado siempre allí, instalado en las entrañas de la clase política, pero también de la sociedad civil con su burocracia, su estamento militar y su sistema de justicia, los gremios y las iglesias, entre otros, compartiendo ese mal, hasta que llegó María Corina Machado.

Pero, al mismo tiempo, la profundización de la crisis económica y social con la acumulación de problemas estructurales no resueltos que la caracteriza, junto a la difícil situación internacional en que se encuentra, ha ido minando la eficacia y la legitimidad del régimen, y también el apoyo incondicional de sus copartidarios. Al PSUV las cuentas ya no le dan.

Eso quizás nos explique la incertidumbre que existe respecto a la realización del evento electoral y de sus resultados.

En todo caso, pase lo que pase, todavía es posible pensar en que ocurrirá un cambio hacia la democracia y detener así, el proceso de disolución del país.

Por esa razón la iniciativa en curso para desarrollar una campaña de motivación, orientación y organización popular impulsado por Machado, parece una inteligente y oportuna táctica política; especialmente en vista de que quedan restos del liderazgo opositor complaciente, que enturbian la agenda y la ruta para restituir la democracia.

Por supuesto, todos estamos conscientes de la naturaleza autoritaria del régimen y su poco respeto al Estado de derecho, y también, que las elecciones no son aún una vía despejada hacia el cambio político. Basta ver la ola represiva que ha desatado contra la oposición y las amenazas de acción contra la propia candidata, con la excusa de unos supuestos planes terroristas, de magnicidio y de asesinato de sus principales líderes.

Es claro que no faltan los detractores, pero hay que decir con firmeza que no se renuncia a los espacios políticos ni se entregan porque el gobierno sea autoritario. Al contrario, es cuando con mayor empeño y determinación debemos exigir el cumplimiento de los derechos, especialmente los derechos políticos, que terminan siendo el eje transversal para garantizar los demás.

Estamos pues, ante la opción de ir progresivamente ganando cuerpo y terreno, activando y movilizando a toda la sociedad democrática venezolana, lo cual requiere profundizar la tarea educativa, de tal manera que le permita al pueblo opositor, conectar con la sociedad, creando conciencia respecto de su potencialidad, sin desestimar el talante del régimen, para acerar el espíritu de lucha y estar en condiciones de lanzar con determinación una acción contundente.

Debemos seguir actuando con valentía y firmeza, pues se trata de aprovechar los espacios políticos que quedan, para organizar, unificar, movilizar y relanzar la lucha de la sociedad.

Por otra parte, esta propuesta debe ser desarrollada, sin que otras opciones como la negociación, la presión internacional, la protesta gremial y popular y el cerco legal, dejen de trabajarse.

Llegada la hora, la organización se convertirá en una opción para encausar toda la fuerza de la sociedad venezolana y de los países aliados que desean fervientemente, provocar un cambio político que abra paso a una transición, especialmente en el caso de una acción represiva contra Machado, tomando en cuenta que esta podría ser la batalla final por la democracia, aunque se desarrolle en medio de un campo minado.

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