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Entrenamiento de soldados ucranianos cerca de Jarkov

Entrenamiento de soldados ucranianos cerca de JarkovEFE

Ucrania imita a Rusia y estudia mandar a condenados a la guerra

El gobierno propondrá al parlamento movilizar a condenados por delitos contra la seguridad social y por corrupción, no así a delincuentes con delitos de sangre que podrían suponer un peligro para el Ejército y la sociedad

Ante la alta cifra de bajas en combate y la dificultad para realizar nuevos reclutamientos exitosos, Rusia recurrió al reclutamiento más o menos obligatorio en las cárceles de la Federación.

La tarea primero se le encomendó al Grupo Wagner, que en los meses previos a la conquista de Bajmut, en la primavera de 2023, engordó sus filas con carne de cañón procedente de las colonias penitenciarias rusas.

Estos prisioneros acudieron a las trincheras con promesas de indultos y recuperación de la libertad. La mayor parte de ellos fueron directos de la celda a la tumba.

El reclutamiento de prisioneros sigue vigente en Rusia, aunque ahora, con Wagner defenestrado, es el alto mando el que se encarga de engordar al Ejército ruso con presos que esperan recuperar su libertad si no mueren antes en el campo de batalla ucraniano.

Ahora Ucrania padece problemas de personal similares. La pasada y fracasada contraofensiva de verano de 2023 ha causado un grave deterioro de las capacidades ofensivas ucranianas, deterioro incrementado por el bloqueo de los paquetes de ayuda occidentales.

Ucrania necesita nuevos combatientes que suplan a las pérdidas y permitan rotar a las tropas más castigadas por el combate de alta intensidad.

En una entrevista a Ukrinform, el ministro ucraniano de Justicia, Denys Malyuska, no descarta enviar a combatir a condenados por la justicia ucraniana.

No obstante, insistió en que es una medida que deberá aprobar la Rada Suprema, el parlamento ucraniano.

El ministro, sin embargo, se mostró partidario de la medida: «Creo que hay que hacerlo, que es inevitable».

«Hay muchos mitos sobre este asunto, por lo que nadie lo ha estudiado de verdad». De hecho, señaló que los posibles beneficios penitenciarios de esta medida no se aplicarían a los condenados por los delitos más graves, es decir, no se sacaría de la cárcel a delincuentes peligrosos con delitos de sangre que pudieran suponer un peligro para el Ejército y la sociedad.

Pero sí a personas que hayan cometido delitos contra la seguridad vial con heridos o fallecidos por culpa de la infracción.

Cuando se habla del tema, «la imagen que nos viene a la cabeza es la de prisioneros tatuados con armas automáticas que pueden dispararle a cualquiera».

«A esa persona se la somete a un proceso penal y recibe una sentencia suspendida, de modo que puede volver a caminar por las calles, hacer una vida normal con su familia, trabajar y visitar de vez en cuando la comisaría. Esa persona no está sujeta al servicio militar obligatorio y yo me pregunto por qué», razonó. «Esa gente debería ser movilizada».

Además de movilizar a los condenados que no están en prisión, también se mostró partidario de movilizar a los encarcelados «que no representan un peligro real para la sociedad ni para el Ejército».

En ese sentido, citó a los funcionarios corruptos. «Fueron encarcelados y deberían proteger su reputación con sangre».

Además, recordó que estos movilizados no tienen que ir necesariamente a combatir, sino que el Ejército tiene necesidades en varios ámbitos. «El Ejército no solo se dedica a disparar artillería».

Se refirió en concreto a trabajos manuales como excavación de trincheras, construcción de fortificaciones, etcétera.

«Se cava, se cocina, se realizan tareas logísticas… Los militares tienen muchos trabajos que pueden realizarse sin armas. Hacen falta miles de personas para esas tareas», afirmó.

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