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06 de julio de 2024

Varios reclusos son custodiados por miembros del Grupo de Operaciones Penitenciarias Especiales en una cárcel de Rosario

Varios reclusos son custodiados por miembros del Grupo de Operaciones Penitenciarias Especiales en una cárcel de RosarioGobierno de Santa Fe

Argentina adopta el 'estilo Bukele' para lidiar con el crimen y el narcotráfico

Las Fuerzas Armadas argentinas no pueden intervenir en operativos de seguridad pública, la legislación contempla una excepción cuando se trate de «apoyar las operaciones» de la policía

El gobierno del presidente Javier Milei anunció el domingo el envío de fuerzas federales a la ciudad de Rosario, en el centro de Argentina, para enfrentar al narcotráfico, tras cuatro asesinatos de civiles en los últimos días, perpetrados por «narcoterroristas».

«Tras un pedido del gobernador (de la provincia de Santa Fe) Maximiliano Pullaro (...) la Policía Federal, la Gendarmería Nacional, la Prefectura Naval, la Policía de Seguridad Aeroportuaria y el Servicio Penitenciario asistirán a la policía de Santa Fe en su combate contra el narcotráfico», publicó en la red social X la Oficina del Presidente de la República Argentina.

Por su parte, Milei escribió en su cuenta de X que el gobierno está enfrentando a «un grupo de narcoterroristas desesperados por sostener el poder y la impunidad». «No vamos a dejar de perseguirlos (...) porque sabemos que son ellos o nosotros», aseguró el presidente argentino.

Policías de Santa Fe recorren las calles de la ciudad

Policías de Santa Fe recorren las calles de la ciudadStringer / AFP

La medida incluye el envío de las Fuerzas Armadas (FFAA) para brindar apoyo «siempre dentro de los términos de la Ley de Seguridad Interior», de acuerdo con la misma fuente.

Si bien las FFAA argentinas no pueden intervenir directamente, la excepción que contempla la legislación es cuando participan para «apoyar las operaciones de seguridad interior» mediante la afectación «de sus servicios de arsenales, intendencia, sanidad, veterinaria, construcciones y transporte, así como de elementos de ingenieros y comunicaciones».

El anuncio del gobierno tiene lugar tras una serie de hechos de violencia en esta ciudad junto al río Paraná, ubicada 300 km al norte de Buenos Aires y la tercera en tamaño de Argentina con 1,3 millones de habitantes, donde dos taxistas, un chofer de autobús y un empleado de una estación de servicio fueron asesinados esta semana.

Represalias de los delincuentes

Los ataques narcos responden, según el gobierno de Santa Fe, al endurecimiento de las condiciones de detención de los presos de alto perfil en las cárceles de la provincia.

«Los ideólogos y ejecutores de estos hechos, que no dudamos en calificar como terroristas, pretenden recuperar los privilegios que tenían: tener móviles, visitas íntimas ilimitadas, y sobre todo organizar y cometer delitos desde la cárcel», dijo el gobierno provincial en un comunicado este domingo.

En el caso del empleado asesinado en la estación de servicio, los perpetradores dejaron una nota en la que aclararon que «esta no es una guerra por territorio», sino contra Pullaro y el ministro de Seguridad provincial, Pablo Cococcioni.

También reclamaron por los derechos de los presos bajo la amenaza de «matar más inocentes»: «Queremos nuestros derechos, ver a nuestros hijos y familia, y que se respeten. No queremos negociar nada», advirtieron en la carta.

En dos meses de gestión, Pullaro ha recibido 25 amenazas que atribuye a su política de mano dura en la ciudad con la peor tasa de homicidios a nivel nacional: 22 por cada 100.000 habitantes, cinco veces mayor al promedio nacional.

El gobernador santafesino busca terminar la construcción de una prisión de máxima seguridad y el martes difundió imágenes de presos tratados en un estilo que políticos y académicos señala es una copia del estilo del presidente salvadoreño, Nayib Bukele.

«Cuanto más se metan con nosotros, peor la van a pasar», advirtió a los jefes narcos Cococcioni, que aseguró que cuando esté terminada la cárcel de alta seguridad, los delincuentes «no van a poder ni pestañear».

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