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Aquilino Cayuela
AnálisisAquilino Cayuela

¿Hemos esquivado una segunda bala? El duelo al sol entre Irán e Israel

Teherán minimiza el ataque tachándolo de irrisorio, pero la tensión del duelo aumenta en el conflicto iraní-israelí

Actualizada 11:06

Un hombre pasa junto a una pancarta que representa misiles a lo largo de una calle de Teherán

Un hombre pasa junto a una pancarta que representa misiles a lo largo de una calle de TeheránAFP

Israel ha atacado con drones una base aérea en Isfahán. Teherán se burla. La televisión estatal iraní ha restado importancia al ataque israelí, mostrando imágenes en directo desde la ciudad de Isfahán, mostrando la rotonda central, circundada por el agua del río Zayandeh, significando que todo iba bien.

De hecho, el portavoz del Centro Nacional del Ciberespacio, Hossein Dalirian, se ha mofado de Israel por haber respondido al ataque iraní del pasado domingo con solo tres pequeños drones, así lo ha manifestado con dos «emojis» riendo a lágrima viva en la plataforma X, antes Twitter.

Pero la situación no es para tomarla a risa. Tal vez solo se ha esquivado una segunda bala en un duelo sin precedentes entre Israel e Irán. La primera bala se esquivó el otro día cuando el masivo ataque iraní del domingo con más de 300 aviones no tripulados y misiles fue repelido con extraordinario éxito operativo gracias a los sofisticados sistemas de defensa aérea del país, reforzados por un impresionante despliegue de auxiliares de los Ejércitos estadounidense, británico, francés y jordano, que ayudaron a garantizar que Irán no alcanzara ni un solo objetivo israelí.

Irán la minimiza tachándola de irrisoria, pero la tensión del duelo aumenta en el conflicto iraní-israelí

Con la misma tensión que en un duelo de western, esperábamos la siguiente bala, una respuesta israelí, preferiblemente quirúrgica, moderada y esta se ha producido. Irán la minimiza tachándola de irrisoria, pero la tensión del duelo aumenta en el conflicto iraní-israelí.

No perdamos de vista que hubo una primera bala que indirectamente la disparó Irán, a través de las masacres de Hamás del 7 de octubre, al fondo, un ataque sin precedentes de Irán sobre territorio israelí, algo que ha transformado la situación de enfrentamiento, algo que ha desenmascarado que Irán pretende modificar la geopolítica de la región. La siguiente bala también salió de Irán movilizando a los hutíes a hostigar el tráfico marítimo frente a las costas de Yemen.

Así mismo, agitando sus milicias de Hezbolá en el sur del Líbano y el resto de los insurgentes yihadistas que, bajo su patrocinio, se expanden por las zonas en conflicto desde Irak hasta Siria.

Irán ha pasado de tener un lugar en la sombra a convertirse en un peligro existencial inminente para Israel. En consecuencia, pedir cualquier moderación en este conflicto podría resultar efímero.

Tras seis meses de guerra agotadora para las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en la Franja de Gaza y la terrible situación humanitaria que queda en el enclave palestino, el conflicto ha puesto a prueba la política exterior israelí y estadounidense y los responsables políticos de Washington tienen pocas ganas de abordar otra crisis. Por eso, tras el ataque fallido de Irán, el presidente Joe Biden instó al Gobierno israelí (por cierto, un Gobierno de concentración nacional, creado para asumir la grave crisis) a «asumir una victoria» y a «frenar las cosas y reflexionar» sobre cualquier posible represalia que pudiera precipitar una guerra más amplia en Oriente Próximo.

Un conflicto más amplio tendría una cascada de consecuencias devastadoras para la región y para el mundo. Exacerbaría la violencia y los desplazamientos en toda la región, erosionaría más los avances hacia la normalización de la relación árabe-israelí, uno de los principales objetivos de Irán.

Un mal disparo, en este duelo, generaría importantes trastornos económicos con efectos de largo alcance. Washington está movilizando todos sus recursos diplomáticos y militares a un nivel sin precedentes. Resolver los combates en Gaza y, al tiempo, amenazar seriamente a Teherán para disuadirle de tomar nuevos movimientos son prioridades para evitar una escalada catastrófica.

Irán ha mantenido una confrontación armada con Israel durante más de 40 años. Pero lo ha hecho de forma indirecta y encubierta, para ahora a mostrar su cara, es un «duelo al sol».

Hasta, ahora Irán nunca había salido cuerpo a cuerpo a enfrentarse en el callejón directamente

Si nos remontamos al pasado, Irán, en 1992 colaboró con Hezbolá para llevar a cabo un atentado contra la embajada israelí en Buenos Aires en el que murieron 22 personas. En los últimos años, Teherán ha financiado, entrenado y enviado armamento avanzado (y conocimientos sobre cómo fabricarlo) a una panoplia de organizaciones terroristas que han matado a israelíes en su país y en todo el mundo, como Hezbolá, los hutíes de Yemen, las milicias chiíes de Irak y Siria, así como la Yihad Islámica palestina y Hamás. Sin embargo, hasta estos acontecimientos, Irán nunca había salido cuerpo a cuerpo a enfrentarse en el callejón directamente.

Ante la prolongada amenaza existencial del régimen de los ayatolás, Israel ha desplegado esfuerzos cada vez mayores para adelantarse y tomar represalias contra la agresión de Irán y sus apoderados. Analistas, funcionarios y organizaciones de noticias creen que Israel es responsable de los asesinatos de al menos seis científicos nucleares iraníes. Esto incluye al arquitecto del programa nuclear iraní, que fue asesinado en una operación extraordinaria en 2020 con un arma teledirigida. Israel sabía que si Irán lograba la bomba atómica la lanzaría contra ellos sin dudarlo. Incluso se fugó con los archivos oficiales del programa nuclear iraní.

Teherán está tratando de remodelar el orden regional en su propio beneficio. Sólo el freno de Israel y Estados Unidos pueden impedir con esfuerzo, el garantizar que Irán no prevalezca en Oriente Próximo.

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