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Soldados iraníes desfilaban este miércoles frente al presidente iraní Ebrahim Raisi (i) durante la celebración del Día del Ejército, en una base militar en Teherán

Soldados iraníes desfilaban este miércoles frente al presidente iraní Ebrahim Raisi, en TeheránEFE

Israel responde a Irán y ataca una base aérea que pone en alerta a Oriente Medio

El objetivo de la ofensiva ha sido la base aérea de Isfahán, en el centro del país, desde donde salieron la mayor parte de misiles y drones que atacaron al país hebreo el pasado fin de semana

Las llamadas a la contención por parte de Occidente, tras el ataque sin precedentes de Irán con más de 300 misiles y drones, el pasado fin de semana, contra Israel no han bastado para frenar la anunciada respuesta del país hebreo. Este viernes, la República Islámica amanecía en estado de alerta máxima por el derribo de varios drones sobre Isfahán, en el centro del país persa.

Los medios de comunicación iraníes informaron, durante la madrugada de este viernes, de «varias explosiones» provocadas por tres aviones no tripulados, que habían sido derribados sobre la ciudad de Isfahán. El objetivo era la base aérea Shekari, en el norte de esta urbe, desde donde Teherán habría lanzado la mayor parte de la ofensiva sobre Israel del pasado fin de semana. Por su parte, fuentes de seguridad israelíes han confirmado a The New York Times la autoría del ataque.

La ofensiva no se habría limitado a Irán. También se han reportado explosiones en el sur de Siria y en el centro de Irak, donde operan milicias proiraníes. Por el momento, parece que las autoridades del régimen islámico han optado por minimizar el ataque, aunque Irán ya advirtió de que no dudaría en responder «con más fuerza» en caso de una represalia israelí. Estados Unidos, el mayor aliado del Estado judío, habría sido informado de la inminente ofensiva, según apuntan medios estadounidenses.

Tel Aviv comunicó, ayer, a Washington que el ataque contra Irán se realizaría en un margen de 24 o 48 horas, ha apuntado la cadena de televisión NBC. Estados Unidos se ha desvinculado por completo de esta acción, asegurando que no ha participado en la operación. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pidió esta semana al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que aceptara la «victoria» del pasado domingo y no respondiera a las provocaciones de Teherán.

A pesar de las peticiones de sus principales aliados, Tel Aviv ya había decidido que debía atacar. El ataque de Irán marcó un salto cualitativo en la amenaza que supone el régimen de los ayatolás. Israel consiguió frenar casi al completo la ofensiva gracias a una coalición internacional formada por Jordania, Francia, Reino Unido y Estados Unidos y, por supuesto, su potente sistema de defensa aéreo. Sin embargo, la República Islámica cruzó una peligrosa línea roja al atacar directamente suelo israelí. Varias informaciones publicadas recientemente habían adelantado que Tel Aviv tenía pensado lanzar un ataque el pasado lunes, pero que lo ha ido retrasando por la presión internacional.

El objetivo era claro: la base aérea de Isfahán, aunque esta no pertenece a la Guardia Revolucionaria iraní, cuerpo que lideró el ataque contra Israel y principal enemigo del país hebreo. La espiral de violencia se inició con el bombardeo, atribuido al Ejército israelí, contra el consulado de Irán en Damasco (Siria), en el que murieron siete altos rangos de la Fuerza al Quds, entre ellos Mohamad Reza Zahedi, comandante en Siria y Líbano.

El riesgo que conlleva el ataque contra Isfahán es que en esta región existen importantes instalaciones para el programa nuclear iraní. Las autoridades iraníes han asegurado que estas no se han visto dañadas. Teherán era consciente de que entre los posibles objetivos podrían estar las centrales nucleares del país.

El comandante de la Guardia Revolucionaria a cargo de la seguridad nuclear, Ahmad Haghtalab, advirtió ayer que Irán se plantea un cambio en la «doctrina nuclear» si Israel atacaba estas instalaciones. Las reglas del juego han cambiado y ahora impera el ojo por ojo. Aunque, por ahora, Teherán se mantiene cauto y descarta una respuesta inmediata.

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