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Soldados iraníes participan en un desfile militar durante una ceremonia que marca el día anual del ejército del país, en Teherán

Soldados iraníes participan en un desfile militar que marca el día anual del Ejército del país, en TeheránAFP

La guerra en la sombra sale a la luz: Irán reconfigura el paradigma de seguridad en Oriente Medio

Teherán ha abandonado la «paciencia estratégica» de la que, hasta ahora, había hecho gala y con esta nueva escalada de violencia se han sentado nuevos y peligrosos precedentes en la región

Oriente Medio se precipita hacia un abismo peligro. El paradigma de seguridad en la región ha cambiado. Israel e Irán ya no esconden su guerra soterrada, el conflicto ha salido a la superficie en forma de ataques y contraataques en un bucle de violencia sin fin. Irán cambió las reglas del juego el pasado 13 de abril cuando cruzó una línea roja, atacando directamente al país hebreo. La República Islámica lanzó hasta 120 misiles balísticos, 170 drones y 30 proyectiles de crucero contra Israel en respuesta al bombardeo contra el consulado iraní en Damasco (Siria), que mató a siete altos cargos de la Guardia Revolucionaria de Irán.

A pesar de que Tel Aviv aseguró haber interceptado el 99 % de la ofensiva iraní, que no produjo muertos ni daños significativos, el simple hecho de que la República Islámica se hubiese atrevido a lanzar un ataque directo, por primera vez, contra su declarado enemigo, ha supuesto un peligroso salto en la guerra en la sombra que libran ambos países. El ataque iraní del pasado sábado ha abierto la puerta a un cruce de ofensivas directas e Israel ha hecho lo propio, atacando, la madrugada del viernes, la base a aérea de Isfahán, en el centro del país persa.

El Gobierno de Benjamin Netanyahu ya advirtió de que la acción iraní no quedaría sin respuesta. De nada han servido las llamadas a la «contención» de los países aliados de Israel como Estados Unidos o Reino Unido, que además participaron en la defensa del Estad judío, derribando la mayor parte de los misiles y aviones no tripulados. «En el barrio que vive Israel, hay que responder, no podemos dejarlo así», confesaba esta misma semana la embajadora de Israel en España, Rodica Radian-Gordon, en una entrevista a El Debate. Ni Tel Aviv ni Teherán pueden permitirse mostrar debilidad. El cruce de amenazas ha sido continuo durante los últimos días.

Sendos ataques se han vendido como «limitados» con el objetivo de demostrar la capacidad de actuación de estos países. En un encuentro con periodistas, este lunes, el embajador de la República Islámica de Irán en España, Reza Zabib, aseveró que «la respuesta fue calibrada, calculada y limitada», pero no dejo de advertir que ante una represalia israelí no dudarían en una ofensiva «mucho más dura». El embajador de Irán reafirmó lo que el régimen islámico lleva repitiendo desde el pasado fin de semana, el escenario de seguridad en la región se ha tornado más convulso.

Irán, en palabras del propio Zabib, «no ignorará las agresiones contra sus intereses nacionales». Esto quiere decir que la República Islámica ha perdido el miedo a atacar directamente al Estado judío y, a partir de ahora, toda acción de su enemigo será respondida desde el propio Irán, que ya no se esconderá más detrás de sus proxies en la región como venía haciendo hasta ahora con Hezbolá, en Líbano, los hutíes en Yemen, Hamás y la Yihad Islámica, en la Franja de Gaza, y las diferentes milicia proiraníes en Siria o Irak.

La actual escalada de violencia, aunque ambos países parece que no quieran hacer descarrilar la situación, se ha visto agravada tras el bombardeo, atribuido a Israel, del consulado de Irán en Damasco (Siria), en el que murieron siete altos cargos de la Guardia Revolucionaria iraní, entre los que se encontraba Mohamad Reza Zahedi, comandante en Siria y Líbano de las fuerzas Al-Quds. Sin embargo, Teherán y Tel Aviv llevan décadas librando una guerra en la sombra, en la que el Estado judío ha apuntado, sobre todo, al programa nuclear de la República Islámica con el asesinato de destacados científicos, ciberataques o sabotajes contra las instalaciones nucleares iraníes.

El mayor golpe contra las capacidades nucleares de Irán fue el asesinato de Mohsen Fakhrizadeh, en 2020, considerado el padre del programa nuclear militar. Ese mismo año, en diciembre, Irán sufrió otro duro golpe cuando un ataque con drones estadounidenses mató, en el aeropuerto de Bagdad (Irak), al general de la Guardia Revolucionaria Qasem Soleimani. En esta ocasión, el régimen de los ayatolás optó por una represalia comedida, lanzando misiles balísticos contra bases militares estadounidenses en Irak.

La pelota vuelve a estar en el tejado de la República Islámica, que, por ahora, minimiza el alcance de la respuesta israelí y ha insinuado que no se plantea una represalia de manera inmediata. Pero, incluso si esta escalada de violencia llega a su fin tras esta segunda bala, como se ha referido el analista internacional Aquilino Cayuela a esta última ofensiva israelí, se han sentado nuevos precedentes cada vez más peligrosos en Oriente Medio. Irán ha abandonado la «paciencia estratégica» de la que, hasta ahora, había hecho gala y ha elevado la apuesta con ataques directos.

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