Israel y el comunicado condenatorio de los Rectores
El exembajador español ante la Santa Sede y exalcalde de La Coruña reflexiona sobre los orígenes del Estado de Israel
Hace exactamente 76 años, tal día como hoy, el 14 de mayo de 1948, desde el Museo de Arte de la ciudad de Tel Aviv, el primer ministro hebreo, David Ben Gurion, anunciaba al mundo la Declaración de Independencia del Estado de Israel, dando así cumplimiento a lo dispuesto en la Resolución número 181, aprobada mayoritariamente por la Asamblea General de Naciones Unidas el 29 de Noviembre de 1947.
La Resolución 181, establecía el fin del Mandato Británico en Palestina y la división del territorio en dos Estados, uno árabe y otro judío, siendo aprobado este Plan por 33 votos a favor, 13 votos en contra, 10 abstenciones y una ausencia.
En aquella época, las Naciones Unidas contaban con tan solo 57 Estados miembros, de los cuales 10 eran islámicos, votando todos ellos en contra de dicha Resolución 181, porque no admitían la creación de un Estado judío, oponiéndose incluso al establecimiento de los hebreos en Palestina, cuando sencillamente el pueblo judío ejercía su derecho histórico de retornar a las tierras de su Patria Bíblica, después del duro y prolongado éxodo de más de 1.800 años, al que los romanos los habían sometido, expulsándolos de sus tierras y dispersándolos por el mundo, como castigo a la gran revuelta judía del año 74 d.C., que terminó con el suicidio colectivo de los últimos combatientes judíos en la fortaleza de Masada, a orillas del mar Muerto.
Siempre es bueno recuperar la verdad histórica, y la conmemoración hoy del aniversario de la creación del Estado de Israel es una feliz ocasión para recordar las trágicas circunstancias que acompañaron aquella efeméride y que hoy, por desgracia, continúan vigentes, por mucho que alumnos y Rectores las pretendan distorsionar.
Es conveniente traer a la memoria un precedente como el del Gran Mufti de Jerusalén, líder palestino musulmán, que llevado de su profundo antisemitismo fue durante la Segunda Guerra Mundial aliado y colaborador de los nazis, ayudándoles a crear unidades de las Waffen-SS integradas por musulmanes bosnios. En su entrevista con Hitler pidió su apoyo para impedir el establecimiento en Palestina del hogar nacional judío reclamado por los sionistas, imputándosele incluso el haber sido conocedor del Holocausto.
Lo cierto es que a los pocos días de la aprobación de la anteriormente citada Resolución 181 de Naciones Unidas, el entonces secretario general de la Liga Árabe, Azzam Pachá, dejó claro que la aplicación del Plan de partición de Palestina, implicaría una guerra contra los judíos y que la guerra (cito textualmente) «sería una guerra de exterminio y de terrible matanza comparable a los estragos históricos de los mongoles y de la Cruzadas».
Y por si hubiera dudas sobre la voluntad de exterminio del pueblo judío que desde 1948 e incluso antes, alienta a las sociedades árabes-musulmanas, es bueno recordar la proclama que difundió aquel 14 de mayo de 1948, el libanes Ahmed Shubeiri, futuro fundador de la O.L.P., el cual llamó a la invasión militar de Israel por parte de los ejércitos de los países árabes para «eliminar el Estado hebreo».
Al día siguiente de la proclamación de la Independencia de Israel, el 15 de mayo de 1948, la Universidad Islámica de El Cairo, la más prestigiosa de la religión musulmana, proclamó la guerra santa contra el sionismo, estableciendo la obligación religiosa de los musulmanes de luchar contra los judíos.
Aquella misma noche el naciente Estado de Israel, con una población de solo 758.700 judíos, sufría la invasión de los ejércitos combinados de sus vecinos árabes, Egipto, Siria, Líbano, Transjordania e Irak, iniciándose la primera de las guerras que hasta hoy ha sufrido Israel, en el intento continuado de los países árabes por lograr su desaparición, cuando no el exterminio de su población, como se demostró en el ataque terrorista de los palestinos de Hamás el pasado 7 de octubre de 2023, causa del actual conflicto.
Por ello, produce repugnancia leer el comunicado condenatorio de Israel publicado por los Rectores de las Universidades Españolas, sin la más mínima condena al criminal ataque de la organización terrorista palestina Hamás, que ocasionó más de 1.200 víctimas civiles, principalmente niños, mujeres y ancianos.
Visto el sectarismo servil de los Rectores, no es de extrañar que proliferen en las universidades españolas alumnos entusiastas de la causa islámica, que no ocultan su objetivo de expulsar a los judíos de Israel, tal como reza su lema: «del río Jordán al mar Mediterráneo», lema reproducido en muchas de las marchas antisemitas en España.
Y aunque en la España del presente es ya difícil asombrarse ante la magnitud de los dislates ideológicos que se producen a diario, no deja de ser muy preocupante el saber que nuestras Universidades están en manos de Rectores condenatorios solo de Israel, la única nación democrática de cultura occidental que existe en Oriente Medio, rodeada de dictaduras y teocracias fundamentalistas, de cuyos excesos contra, por ejemplo, las mujeres, los homosexuales o los disidentes religiosos, nunca se produce el menor atisbo de condena por parte de nuestras autoridades universitarias, como tampoco por nuestros tan activos movimientos feministas o de LGTB.
Y no vendría mal de una vez por todas, retirarles el autocalificativo de «progres» a todos esos pseudo-alumnos que se manifiestan enarbolando eslóganes del terrorismo palestino e iraní mientras guardan un sepulcral silencio cuando el Gobierno de España abandona la causa del pueblo saharaui, o cuando Rusia invade Ucrania, por citar dos banderas tradicionales de la izquierda democrática española.
En fin, hoy hace 76 años, como reza el himno nacional israelí se cumplió «la esperanza de dos mil años de ser un pueblo libre en nuestra tierra, la tierra de Sion y Jerusalén».
- Francisco Vázquez es exembajador español ante la Santa Sede y exalcalde de La Coruña