Los iraníes opositores celebran el accidente de helicóptero del presidente Ebrahim Raisí
El mandatario de la República Islámica ha intensificado la represión contra activistas, mujeres y críticos con el régimen
Irán vive momentos de incertidumbre y confusión tras el accidente de helicóptero en el que viajaba el presidente de la República Islámica, Ebrahim Raisí. Sin embargo, lejos de mostrar tristeza, muchos iraníes han celebrado la muerte, que aún estaba por confirmar, de su jefe de Gobierno. Múltiples vídeos en redes sociales muestran hasta lanzamientos de fuegos artificiales, mientras que la televisión estatal ofrece una imagen totalmente contraria con miles de seguidores rezando por Raisí en las ciudades sagradas de Mashad y Qom.
El presidente de la República Islámica ha intensificado la represión contra activistas, mujeres y críticos con el régimen. A finales de 2022, Irán sufrió una de las protestas más fuertes contra el régimen de los ayotalás, tras la muerte de la joven kurda Mahsa Amini, a manos de la polémica Policía de la Moral, por supuestamente llevar mal puesto el velo. Este suceso precipitó unas revueltas que hicieron temblar los cimientos del poder en Irán, al grito de «Mujer, Vida y Libertad».
El presidente iraní, que se presentó como defensor de las clases desfavorecidas y de la lucha contra la corrupción, fue elegido el 18 de junio de 2021 en primera vuelta en unos comicios marcados por una abstención récord para unas presidenciales, y en ausencia de ningún rival de peso. Sucedió al moderado Hasan Rohani, que lo había derrotado en las presidenciales de 2017 y que, tras dos mandatos consecutivos, no pudo volver a presentarse.
Estos últimos meses, Raisí se ha mostrado como un firme adversario de Israel, archienemigo de la República Islámica, apoyando a Hamás desde el 7 de octubre, cuando empezó la guerra en Gaza entre el Estado hebreo y la organización terrorista.
Irán lanzó un ataque inédito el 13 de abril contra Israel, con 350 drones y misiles, la mayor parte de los cuales fueron interceptados con la ayuda de Estados Unidos y de otros países aliados.
Además, Raisí figura en la lista negra estadounidense de dirigentes iraníes sancionados por «complicidad» en «graves violaciones de los derechos humanos» y pasará a la historia por ser uno de los jueces responsables de las ejecuciones políticas de 1988 que acabaron con la vida de 30.000 prisioneros.