¿Qué hacía Raisi en la frontera con Azerbaiyán poco antes de morir en un accidente de helicóptero?
Las relaciones entre Irán y Azerbaiyán sufren constantes altibajos por la estrecha dependencia del régimen azerí respecto de Israel
El encuentro celebrado el pasado 19 de mayo en la frontera azero-iraní, al borde del río Aras, entre los presidentes Ilham Aliev (Azerbaiyán) y Ebrahim Raisi (Irán) –fallecido en accidente de helicóptero pocas horas después– tenía, oficialmente, como objeto, la inauguración del embalse de Qiz Qalehsi.
Tanto Azerbaiyán como Irán están interesados en reforzar su cooperación en materia de producción eléctrica para sacar el máximo provecho de las inmensas balsas agua.
De hecho, es un primer paso en esa dirección: el siguiente será una presa de contención, de nombre llamada Joda Afarin, cuya construcción se está concluyendo.
Mas la verdadera intención de la reunión entre ambos países era intentar recomponer unas relaciones bastante deterioradas en los últimos tiempos, de modo especial a lo largo de 2023.
En definitiva, Raisi fue a la frontera con Azerbaiyán para intentar contener la influencia de Israel sobre Aliev.
En enero de ese año, un atentado contra la embajada de Azerbaiyán en Irán costó la vida a un guardia de seguridad. Aliev acusó al Estado iraní de estar detrás de la operación criminal.
En octubre, los servicios de inteligencia iraníes afirmaron que uno de los principales sospechosos del siguiente atentado, el perpetrado contra el santuario de Shah e Cheragh, situado cerca de la urbe sureña de Shiraz, y que se cobró la vida de 13 personas, era un ciudadano azerí.
En marzo, entre ambas acciones terroristas, el presidente de Israel, Isaac Herzog, realizó una visita de Estado a Azerbaiyán, definiendo al Estado gobernado por Aliev como «un país musulmán de mayoría chií, si bien hay amor y afecto entre nuestras naciones».
Una declaración de afecto que, en realidad, encierra un objetivo estratégico de primer orden: Israel lleva exacerbando las tensiones entre Azerbaiyán e Irán con el objetivo de desestabilizar a este último en su frontera norte.
Lo hace a través de la entrega a Bakú de armamento de última generación. Entre las piezas destacan drones de reconocimiento y kamikazes, misiles antitanques, cañones autopropulsados, morteros de 120 milímetros, misiles antiaéreos, otros antitanque, cañones o sistemas avanzados de radar.
El diario israelí Haaretz ha detectado que las entregas de armas suelen alcanzar su punto álgido en 2016, 2020 y 2021, tres periodos que coinciden con importantes ofensivas azeríes en Nagorno Karabaj.
Es decir, que la principal víctima de la generosidad de Israel con Azerbaiyán es Armenia, país con el que el Gobierno de Benjamín Netanyahu, no corta, pese a todo relaciones. En materia cultural, sin ir más lejos.
El corredor en cuestión, que conecta la República Autónoma de Najicheván con el resto de Azerbaiyán a través de la provincia armenia de Syunik, goza, oficialmente, del estatus de extraterritorialidad.
Sin embargo, es una herramienta de primer orden para un expansionismo territorial al que Aliev no renuncia: la idea de dividir el territorio armenio es demasiado golosa.
Además, perjudicaría gravemente los intereses de Irán, cuya economía necesita de esta ruta.
El sur de Armenia permite a la economía iraní aliviarse desde el norte y llegar a Georgia y al puerto de Batumi, situado en el mar Negro, a través de las carreteras armenias.
Si terminase bajo control azerí, es probable que Irán dependiera aún más de Turquía, y sus pretensiones de ser la potencia hegemónica en Oriente Próxima no son compatibles con ningún tipo de debilidades. Tampoco en su frontera norte, espacio donde, de momento y a distancia, Israel le está ganando poco a poco la partida.