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AnálisisAquilino Cayuela

Azerbaiyán, el gran actor geopolítico del Cáucaso

Es un país autoritario que comparte frontera con Rusia en el mar Caspio y se ha convertido en una potencia regional por sus importantes recursos de petróleo y gas, por disponer de un fuerte Ejército y mantener lucrativos vínculos tanto con Rusia como con Occidente

Ilham Aliyev, presidente de Azerbaiyán desde 2003CC

A finales de septiembre de 2023, Azerbaiyán se apoderó, casi de la noche a la mañana, del territorio de Nagorno-Karabaj, un territorio montañoso en el corazón del Cáucaso Sur por el que Azerbaiyán y Armenia han luchado durante más de tres décadas.

Desde 2020 fuerzas de paz rusas establecidas en la región permanecían a la espera. Pero la guerra de Ucrania y el régimen de sanciones de Occidente han cambiado el panorama y ha motivado al Kremlin a retirar sus tropas de Azerbaiyán. Por eso el pasado 17 de abril, una columna de tanques y camiones rusos atravesaba las polvorientas ciudades azerbaiyanas y abandonaba sus posiciones en Nagorno-Karabaj. Salió de allí un contingente de 2.000 hombres y 400 vehículos blindados que han sido desplegados como refuerzo en la guerra en Ucrania.

Rusia disponía de esta fuerza de mantenimiento de la paz con el mandato de proteger a la población armenia local. Sin embargo, se mantuvieron al margen frente a la invasión de Azerbaiyán cuando entró en Karabaj el pasado septiembre. Las fuerzas rusas tenían mandato para permanecer hasta 2025. Además de proyectar el poder ruso en la región, también podrían haber facilitado el regreso de algunos armenios a Nagorno-Karabaj.

Azerbaiyán es un país autoritario que comparte frontera con Rusia en el mar Caspio y se ha convertido en una potencia regional por sus importantes recursos de petróleo y gas, por disponer de un fuerte Ejército y mantener lucrativos vínculos tanto con Rusia como con Occidente.

Mientras tanto, los otros dos países de la región que son Armenia y Georgia han experimentado sus propios cambios. Desde la toma de Nagorno-Karabaj por Azerbaiyán, Armenia, que se ha visto abandonada por Rusia, se ha acercado cada vez más a Occidente.

En Georgia, sin embargo, el partido gobernante está rompiendo con tres décadas de relaciones con Europa y Estados Unidos y parece decidido a acercarse más y más a Moscú. En mayo, el Parlamento georgiano aprobó una controvertida ley para reprimir la «influencia extranjera» sobre las organizaciones no gubernamentales inspirada en la legislación rusa. Un hecho que envía a Moscú la señal de que tiene un socio fiable y sin influencias occidentales en la frontera sur.

Lo cierto es que hay una clara reordenación del Cáucaso Sur, un movimiento tectónico que obedece políticamente a motivos e intereses de Rusia.

Esta región transcaucásica ha sido de enorme importancia estratégica a lo largo de los siglos tanto para el Imperio Ruso como para la Unión Soviética y tras su fin, en los años 90, Moscú trató de mantener su influencia manejando los conflictos étnicos y territoriales locales. Manteniendo tantas tropas sobre el terreno como ha podido.

No obstante, el Kremlin proyecta su poder en la región de otra manera; ahora prevalece su seguridad económica en el Cáucaso Meridional como algo más importante que la seguridad física, porque Rusia necesita urgentemente socios y rutas comerciales en el sur que superen las sanciones de Occidente. Por eso esta región le ofrece un nuevo y codiciado eje terrestre que la comunicaría con Irán.

Azerbaiyán es el mayor y más rico de los tres países del Cáucaso Sur y el que sale más beneficiado del cambio de rumbo de Rusia. Es un actor importante en la política energética este-oeste y suministra petróleo y gas a los mercados europeos e internacionales a través de dos oleoductos que atraviesan Georgia y Turquía (su estrecho aliado). Azerbaiyán comparte frontera con Irán y sirve de puerta de entrada norte-sur entre Moscú y Oriente Próximo.

El giro de Moscú, que llevó a abandonar a Armenia en favor de Azerbaiyán, y la retirada de sus «fuerzas de paz» la ha acercado a un entente entre Bakú-Moscú. Cinco días después de la retirada de las tropas rusas, Ilham Aliyev viajó a Moscú para tratar la mejora de las conexiones norte-sur entre ambos países. Tras las conversaciones, el ministro ruso de Transportes, Vitaly Savelyev, declaró que Azerbaiyán estaba mejorando su infraestructura ferroviaria para duplicar la capacidad de carga y permitir un comercio mucho mayor con Rusia.

Todo esto forma parte de la creciente rivalidad de Rusia con Occidente para crear nuevas rutas comerciales que compensen la ruptura económica causada por la guerra en Ucrania.

Esta nueva situación amplía las conexiones de Rusia con Oriente Medio e India a través de Georgia y Azerbaiyán que, gracias a su favorable posición geográfica y a su estatus de país no alineado, ha podido jugar a dos bandas.

Azerbaiyán es un país central en el Corredor Medio. Está aumentando las exportaciones de gas a la Unión Europea, tras un acuerdo con la Comisión Europea en 2022. Pero también está en una posición ideal para comerciar con los exportadores rusos de energía. El Oxford Institute for Energy Studies sugería que Azerbaiyán, en colaboración con su aliado Turquía, podrían ayudar a crear un centro para que el gas ruso llegue a los mercados extranjeros sin sanciones.

Asimismo Azerbaiyán, como agente de poder regional, también podría permitir a Rusia hacer realidad sus objetivos de establecer conexiones más sólidas con Irán. Rusia tiene avanzado el proyecto del llamado «Corredor de Zangezur», que enlazaría por carretera y ferrocarril, a través del sur de Armenia, con Azerbaiyán y con la ciudad de Najicheván, un enclave azerbaiyano que limita con Irán y Turquía. Una ruta de 27 millas, que daría a Moscú una conexión ferroviaria directa con Teherán. Todo esto supone para Rusia un gran paso en su influencia sobre la región.