La multipolaridad y el riesgo de un nuevo desorden internacional
Vivimos un pasaje desde la cosmovisión unipolar de la globalización, que superó el mundo bipolar de la Guerra Fría, a un orden diverso y multipolar más inquietante e incierto
Desde las Ciencias Sociales y la filosofía moral política, el desarrollo de los marcos ético-políticos actuales se inició, en la década de los noventa, con la caída del Muro de Berlín bajo el presupuesto de una expectativa de «Paz Perpetua». Hace poco más de 30 años, cuando la Guerra Fría llegaba a su fin, algunos pensadores preveían que el futuro se desarrollaría de una forma muy apacible. La amenaza de un apocalipsis bélico, tan vívida en el imaginario de las generaciones que conocieron la Guerra Fría, había empezado a remitir.
El futuro ofrecía un estrecho abanico de posibilidades políticas, ya que prometía una paz relativamente perdurable, prosperidad y libertades individuales cada vez mayores. También las expectativas de entrar en una era post-ideológica parecían plausibles. Todo en su conjunto situaba un nuevo espacio de entendimiento a nivel mundial. Su fruto resultó ser la Globalización.
Vivimos un pasaje desde la cosmovisión unipolar de la globalización, que superó el mundo bipolar de la Guerra Fría, a un orden diverso y multipolar que se presenta, por momentos, más inquietante e incierto.
Aproximadamente dos tercios de los libros publicados sobre historia, política y relaciones internacionales considerados «los mejores de 2022 y 2023» por The New York Times, The Wall Street Journal, Financial Times, Foreign Affairs y Foreign Policy se han centrado comparativas sobre el período de entreguerras y el de después de la Segunda Guerra Mundial, cuando un Estados Unidos sólo era desafiado por potencias ambiciosas, pero más débiles.
No puede negarse que la conciencia histórica del presente se ha visto profundamente afectada por los nuevos hechos desencadenados a partir de la ocupación de Ucrania, ahora va a hacer dos años, por parte de la Federación Rusa. El año 2023 cerró con dos guerras activas: la de Ucrania, en Europa Central, y sin una posible resolución a la vista, y, la de Oriente Próximo, en Gaza, junto a un creciente conflicto en el mar Rojo con los Hutíes del Yemen, y el hostigamiento de Hezbolá e Irán en el norte de Israel.
Hay fuertes tensiones en las fronteras de Irán con Pakistán, India con China y Serbia con Kósovo. Una anunciada posibilidad de conflicto en el estrecho de Formosa, por la intención de China de anexionarse Taiwán y otra amenaza creciente entre las dos Coreas.
Se mantienen encendidos los conflictos entre Armenia y Azerbaiyán (Nagorno – Karabaj), en los territorios Kurdos de Turquía, en los conflictos civiles abiertos en Siria, Yemen, Sudán del Sur, República Centroafricana y Birmania.
Existe inestabilidad por violencia terrorista a gran escala en los países del Sahel (Mali, Burkina Faso, Níger, Chad y Nigeria) y en Somalia. Están activas las redes criminales de la droga que ejercen una continua violencia en México, Ecuador y (más atenuada) en Colombia.
En los últimos dos años el mundo ha cambiado y se puede afirmar que hemos entrado en la Era del Conflicto
Así mismo en el ámbito cultural y político crecen las inseguridades: Hay inseguridad epistemológica (posverdad y escepticismo); crece la inseguridad ética (incertidumbre y relativismo); la inseguridad política (polarización social, crisis de la democracia, populismo y resurgir ideológico) e, incluso, hay inseguridad doctrinal dentro del ámbito religioso, en esta fase tardía de la secularización (mundanización de la Iglesia y abandono de las raíces cristianas frente al crecimiento del fundamentalismo islámico y un ascendente riesgo de choque de civilizaciones).
El término «Multipolaridad» surgió en 1994 en el libro de Charles W. Kegley Jr. y Gregory A. Raymond «¿A Multipolar Peace?: Great-Power Politics in the Twenty-First Century». Ambos autores especulaban sobre «cómo serían las relaciones internacionales en un mundo futuro de multipolaridad, es decir, bajo un reparto relativamente igualitario del poder entre varios grandes Estados o bloques de poder (como la Comunidad Europea).
El marco escénico que consideraban estos autores era una presunta «paz perpetua» entre las naciones, y evaluaban periodos históricos anteriores de multipolaridad, estudiaban si un mundo así sería más o menos estable, cómo funcionarían sus alianzas y qué impacto tendrían las normas internacionales. Especulaba sobre distintas posibilidades de orden (o desorden) de una forma sistemática y equilibrada orientada a la didáctica de las relaciones internacionales.
Casi treinta años después la «multipolaridad» se sitúa un marco escénico muy distinto y más que un «concepto especulativo positivo» es un hecho marcado por la ruptura y los conflictos recientes. Ahora es un término que describe aspectos rupturistas, fragmentarios e inciertos de la política internacional cuyas características son:
1) Una lucha hegemónica ascendente, donde la pregunta que definirá el orden mundial es: ¿podrán China y Estados Unidos escapar de la trampa de Tucídides? Es decir, a una rivalidad en aumento que acabe necesariamente en conflicto (como ocurrió en la Atenas en el siglo V a. C.).
2) El resurgimiento de las grandes narrativas: En el presente se han recuperado los grandes relatos de una «gran China» (Xi Jinping); una gran Rusia heredera de Bizancio (Vladimir Putin); una gran Turquía que recupere el imperio Otomano (Erdogan), frente a un vacío narrativo en Occidente.
3) Fragmentación en nuevos bloques y asociaciones instrumentales que han desbordado los grandes organismo de decisión establecidos durante y tras la Guerra Fría. Por ejemplo: G77+China; BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica); la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS); etc.
4) Alzamiento del «Sur Global»: La «multipolaridad» pivota sobre otro fenómeno que la explica y va íntimamente aparejado a ella y es la pujante fuerza del «sur global» en el orden internacional.
Si muchos en Occidente no se dan cuenta de lo cerca que estamos de ser asolados por conflictos entrelazados que deriven en un Gran Conflicto, es porque han olvidado cómo se produjeron las dos últimas grandes guerras.