Claves para entender la caótica situación política de Francia
Dos periodistas galos muy bien informados desgranan en exclusiva para El Debate los entresijos de las legislativas anticipadas deseadas por Macron
La disolución anticipada de la Asamblea Nacional, anunciada por Emmanuel Macron nada más conocerse el resultado de las elecciones europeas –desastroso para los tres partidos que le apoyaban, agrupados en una única candidatura– ha colocado a la vida política francesa en su situación más incierta en décadas.
Principalmente porque, por el riesgo que supondría la llegada al Palacio de Matignon –sede de la jefatura del Gobierno– del presidente de la Agrupación Nacional, Jordan Bardella o del líder de extrema izquierda, Jean-Luc Mélenchon.
Los primeros sondeos dan como plausible la primera opción, al tiempo que otorgan un resultado abultado a la coalición de izquierda Nuevo Frente Popular, improvisadamente constituida y en la que los seguidores de Mélenchon hacen las veces de fuerza predominante.
Un escenario que incita a preguntar si el segundo mandato presidencial de Macron no está definitivamente lastrado, sea cual sea el resultado de las elecciones legislativas anticipadas.
En opinión de Mathilde Siraud, redactora jefa de Política del semanario Le Point, y una de las periodistas mejor informadas de lo que se pergeña en las altas esferas del poder político –sus crónicas la delatan–, «al anunciar la disolución de la Asamblea Nacional, Emmanuel Macron quería dejar atrás los resultados de las elecciones europeas. Pero ni siquiera su propio bando estaba preparado para la posibilidad de unas elecciones legislativas anticipadas. La campaña promete ser difícil, si bien el presidente apuesta por mantener el control, protegido que está por la Constitución. Ha repetido que permanecerá en el poder hasta 2027. Pero muchos de los que le rodean se muestran escépticos sobre su capacidad para completar su mandato».
Marc Eynaud, del semanario conservador Valeurs Actuelles, coincide con su colega en que el Jefe del Estado seguirá siendo dueño del calendario político, empezando por el suyo.
Sin embargo, señala que «lo primero que hay que entender es que la decisión de Macron ha sido increíblemente brutal. El aplastamiento de su lista por Jordan Bardella no basta para explicar tal decisión. Fue brutal para sus adversarios, que no tuvieron tiempo de celebrar su victoria, y sobre todo brutal para su propia mayoría, que no estaba en absoluto al corriente de esta decisión tomada en un círculo muy restringido en el Palacio del Elíseo».
Deahí, sentencia que “probablemente haya que remontarse a 1958 [año de la vuelta al poder del general De Gaulle] para encontrar una comparación para semejante crisis de régimen.
Así las cosas, surge la inevitable curiosidad: ¿por qué razones ha tomado Macron una decisión tan drástica?
Para Eynaud, «la situación en la Asamblea Nacional estaba bloqueada desde hacía dos años. Con una mayoría relativa, sólo se podía avanzar mediante compromisos y retrocesos, o por la fuerza, es decir, a través del famoso artículo 49.3 de la Constitución permite al Gobierno aprobar leyes sin la aprobación de la Asamblea Nacional. Un método de gobierno que no se adapta al estilo presidencialista de Emmanuel Macron».
Siraud: «Hasta el final, durante la campaña de las elecciones europeas, el presidente pensó que podía limitar los daños. Ante la magnitud de la derrota, pero también teniendo en cuenta el bloqueo que se avecinaba en la Asamblea con una muy probable moción de censura contra el presupuesto en otoño, Emmanuel Macron prefirió dar la vuelta a la tortilla antes que disolverse bajo coacción. Sólo algunos consejeros estaban al corriente. Gabriel Attal, ante un hecho consumado, intentó detenerle ofreciéndole su dimisión. En vano».
Eynaud añade que la decisión ha sido discutida por casi todo su gobierno y su mayoría. «Sólo el ministro del Interior, Gérald Darmanin, y el expresidente Nicolas Sarkozy parecen estar a favor. Saben que Macron no puede presentarse a un tercer mandato. “Como candidato casi oficial a las presidenciales, Darmanin se dispone a recoger las piezas de este rompecabezas hecho añicos».
La incógnita es, pues, si el «bloque central», que une a los macronistas con los moderados de Los Republicanos y los socialistas no dispuestos a embarcarse con Mélenchon en su aventura, está todavía en condiciones de imponerse. Lo que ocurra entre las dos vueltas –el trasvase de votos– será determinante.
Para Eynaud, «es demasiado pronto y demasiado tarde. Estamos asistiendo a una inversión completa del juego político en Francia. En el espacio de unos días estamos asistiendo a un movimiento que naturalmente lleva varios años. ‘Hay décadas en las que no pasa nada y semanas en las que pasan décadas’, decía Lenin. La escena política francesa está en medio de ello».
Siraud, por su parte, se centra en el corto plazo. Certifica «que el bloque central está de capa caída. Se espera que vuelvan a la Asamblea menos miembros de la mayoría presidencial que antes de la disolución. A estas alturas, la mayoría absoluta parece inalcanzable para el bloque central. El riesgo es que Macron se encuentre en una situación de ingobernabilidad, con un panorama político fragmentado. Si la Agrupación Nacional o la izquierda obtienen al menos 289 diputados [umbral de la mayoría absoluta], el presidente se verá obligado a cohabitar», es decir, tener que nombrar a un primer ministro de signo distinto.
Eynaud precisa que «en teoría, el bloque central debería figurar entre los ganadores de esta polarización. Salvo que no se beneficia del impulso de los partidos de izquierda recientemente fusionados ni de la formidable base del partido de Jordan Bardella y Marine Le Pen».
¿Estaría también asegurado el caos si Mélenchon, o un gobierno bajo su influencia, rige los destinos de Francia?
Un análisis con el que coincide Eynaud: «La estrategia del caos fue teorizada por el propio Jean-Luc Mélenchon. Durante dos años, sus diputados libraron una guerra de trincheras y fueron acusados de socavar las instituciones comportándose de forma deshonrosa. Al utilizar una retórica violenta y adoptar perfiles divisivos, incluso violentos, ellos mismos han orquestado su salida del campo republicano y son blanco de la misma demonización que golpeó ayer al Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen».
Pero, completa el redactor de Valeurs Actuelles, «mientras Mélenchon aglutina en su contra al bloque central y al bloque nacional, también articula la hostilidad de los demás partidos de izquierda que no desean acabar supeditados a su partido».
¿Por qué? «Los partidos de izquierda franceses tienen esa tendencia a anteponer su instinto de supervivencia a sus ideas. Pero todos saben, y Mélenchon el primero, que las próximas elecciones presidenciales podrían jugarse sin él».