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Un hombre con una gorra de EE.UU. camina junto a un letrero con la imagen del Che en La HabanaAFP

Cuba

Mipymes en Cuba, el rostro capitalista que divide a la dictadura de Díaz-Canel

Para el pueblo llano persiste la escasez alimentaria, la inflación y la desilusión. Divergencias dentro y fuera del gobierno que lo ven como una distorsión al sistema socialista

Este verano se cumplen tres años de la aprobación de las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) en Cuba. En este periodo han ascendido a 11.000 las registradas bajo ese paraguas. Mientras que extranjeros y cubanos con acceso a divisas las aman y no podrían vivir sin ellas, los nacionales que dependen de un salario en pesos cubanos reniegan de ellas.

Su expansión ha permitido el crecimiento de pequeñas cafeterías, restaurantes y negocios. El principal problema es que nacieron con precios elevados y la ventaja es que ofrecen un suministro estable de mercancías.

«Las MIPYMES tienen de todo, pero más caro porque lo compran todo afuera. Una libra (unos 500 gramos) de queso gouda cuesta casi 2.000 pesos –6 euros al cambio no oficial y 16 al oficial–. Con un salario mínimo de 2.500 si se paga por casa, servicios de luz y agua, teléfono, etcétera. ¿qué queda?», nos dice Yamilé, una sanitaria que optó por trabajar de cocinera en una casa que alquila habitaciones a turistas.

Agrega que cobrar «200 dólares, es un buen salario. Con eso me alcanza para darme algunos gustos, pero sé que mis padres y hermanos a duras penas llegan a final de mes a pesar de que entre los cuatro ingresan unos 30.000 pesos cubanos, (240 o 92 euros según se calcule al cambio oficial (1 euro por 125 pesos) o al cambio ilegal (1 euro por 325 pesos). Y además yo les ayudo en lo que puedo».

La comida está muy difícil. Hoy hay, mañana no

Sin embargo, reconoce que «la comida está muy difícil. Hoy hay, mañana no. Tienes que estar en la calle el día entero tratando de buscar los mejores precios. El tema es la inestabilidad del cambio del dólar y el euro».

Antonio, jubilado de 81 años que tuvo cargos municipales, desearía que «las cerraran todas. Fomentan las desigualdades. Luché en la sierra por esta revolución y apenas puedo comer. No luché para esto».

«Medicinas no hay, en la bodega (donde se compran los productos subvencionados por el estado en la libreta de abastecimiento racionado), no hay casi nada, apenas 2,5 kilos de arroz por persona, cinco huevos, algo de azúcar gris y con piedras, un picadillo lleno de pellejos y poco más», subraya Antonio.

Yamilé, por su parte, apunta que «los supermercados de 70 y Palco ahora son decorativos». Estas grandes dos superficies estatales de alimentación, electrodomésticos y ferretería antes de estallar la pandemia estaban aceptablemente bien surtidas pese a que el pago era en moneda convertible y había colas.

Dice que ella y su marido, hacen «su sacrificio, para ahorrar y dar una vueltecita de vez en cuando o ir a una discoteca para celebrar el cumpleaños. Aquellos tiempos en que se podía salir y fiestar, ya no funcionan».

La otra Cuba

A la otra Cuba pertenece una profesional extranjera que trabaja en una empresa internacional. La llamaremos María. «Estoy feliz con las MIPYMES. Es cierto que todo es muy caro, pero ya no hay que hacer colas ni recorrerse la ciudad buscando huevos o pan. Han abierto muchísimas pequeñas tiendas donde comprar de todo. Hasta carne. Incluso hay gasolineras –todas estatales– con bombas de combustible que se pagan con tarjeta en dólares y sin esperas. Mantienen otras para suministro en moneda nacional pero las colas llegan a ser de 12 horas».

Los apagones no son problema para su familia. «Instalamos paneles solares y ya no dependemos del combustible para llenar la planta de gasoil. Tenemos suerte porque si se va la luz no se nos estropea la comida como les pasa a otros. En la práctica se ha dolarizado el país, aunque no se permiten pagos en efectivo, el dólar o el euro mandan en el mercado gracias a las tarjetas».

No sé dónde van a recargar los coches eléctricos con tanto apagón

Con las empresas privadas aumentan las personas que hacen compras online y emigrantes cubanos usan esas vías para los envíos de alimentos a sus familias.

Una de las primeras en vender productos de alimentación fue Katapulk, propiedad del empresario cubano americano Hugo Cancio.

El catálogo de carnes, huevos, conservas, café o bebidas, que cualquier persona con tarjeta de crédito extranjera puede adquirir, se ha ampliado con coches, camiones, motos, autobuses, tractores, equipos de construcción y agrícolas –nuevos y de segunda mano–, con un plazo de entrega de entre 30 y 40 días una vez pagado el importe total y solo disponible para «personas jurídicas cubanas y extranjeras con representación».

Un Tesla del 2020 se ofrece por 70.156 dólares o un Kia Soul X-Line IVT del mismo año por 23.984

Un Tesla del 2020 se ofrece por 70.156 dólares o un Kia Soul X-Line IVT del mismo año por 23.984. «Cada vez se ven coches más modernos», confirma María. Con cierta ironía agrega, «lo que no sé es dónde van a recargar los coches eléctricos con tanto apagón». Los vehículos deben ser del 2019 en adelante.

Las MIPYMES se aprobaron el 19 de agosto del 2021 al publicar la Gaceta Oficial (el BOE cubano) la ley con las nuevas disposiciones y el corsé de estar limitadas a sectores no estratégicos: salud, telecomunicaciones, energía, defensa, prensa.

Tampoco se permiten en actividades que podían ejercer los autónomos, como programador de equipos de computación, contables, traductores e intérpretes, o estudios de arquitectura. No obstante, un mes después, la primera treintena de empresas conseguía luz verde para funcionar.

Las ventajas son muchas. Quien abra una heladería cuenta con tener garantizada la leche, los huevos y otras materias primas gracias a la importación, por ejemplo. Paga en dólares, pero también los precios que cobra son equivalentes a un precio en dólares. Y para helados siempre hay consumidores.

Las MIPYMES importadoras obtienen buenos dividendos. Operan con cuentas en el extranjero. Volviendo a los ejemplos. Si se importa un contenedor de leche se tiene vendido de antemano y parcialmente pagado. Contactan con proveedores en el extranjero, preparan el papeleo para que cuando llegue a puerto cubano, sea él, o los clientes –pueden ser varios–, quien retire la carga desde la aduana.

Así van en aumento esas firmas que ascienden a 11.240. Son mayoritariamente privadas y se dedican principalmente a la importación de alimentos, la gastronomía, la construcción y otros ámbitos básicos.

Pese a no constituir una apertura total al sector privado, se produjeron divergencias dentro y fuera del gobierno que lo ven como una distorsión al sistema socialista.

Pareció romperse la unidad monolítica de la dirigencia, entre quienes apostaban por ellas y los que veían al lobo que iba a destruir la revolución y son partidarios de mantener como motor de la economía «la empresa estatal socialista» pese a su demostrada ineficiencia.

El régimen dividido

Miguel Díaz Canel parece estar en una posición dicotómica. Por un lado, reitera que «los principales medios de producción están en manos del Estado y lo representan las empresas estatales».

El departamento de Estado anunció este mes que permitirá el acceso a internet, la apertura de cuentas bancarias y las operaciones online para apoyar sus negocios

Al mismo tiempo defiende la iniciativa privada, «este sector va a seguir ampliándose, va a seguir formando parte de nuestro entramado de actores económicos, y va a ser un sector que no va a ser enemigo de la revolución», dijo recientemente.

El Ministerio de Relaciones Exteriores, Bruno Eduardo Rodríguez Parrilla, aseguró que el gobierno cubano estudiará las medidas de la administración Biden y «si no violan la legislación nacional y significan una apertura que beneficie a la población cubana, aunque solo sea a un segmento, no obstaculizará su aplicación».

El sucesor de Raúl y Fidel Castro, expresó que «hay una pretensión, que conocemos, muy directa del Gobierno de los Estados Unidos de tratar de convertir a este sector (MIPYMES) en un sector de oposición a la revolución».

El «mito»

Lo curioso es que, desde el otro extremo del arco político, el anticastrismo más peleón de Miami también las mira con recelo. Las ven como una amenaza a sus aspiraciones en Cuba y denuncian que son un «mito» inventado por Cuba para evadir el embargo estadounidense.

Pero para Estados Unidos lo importante es que haya una «transición» democrática. Creen que de prosperar el impulso privado ese cambio se produciría con fuerzas endógenas y de manera pacífica.

En 1968 se nacionalizaron los 60.000 negocios que existían en 1959, cuando la población era de unos 6 millones de cubanos

En 1968 se nacionalizaron los 60.000 negocios que existían en 1959, cuando la población era de unos 6 millones de cubanos, la mitad que en la actualidad. Años atrás Manuel, un viejo leonés dueño de una fábrica de embutidos, se lamentaba continuamente, pero en voz baja, por el despojo sufrido.

Paternalismo estatal

El paternalismo estatal ofrecía trabajo a todo el mundo y los salarios permitían algunas comodidades. Pero la caída del bloque soviético a comienzos de los años 90 dejó al régimen sin las generosas ayudas de Moscú.

La dureza del periodo hizo que el régimen abriera la mano legalizando el dólar y, como «mal necesario», comenzó la tímida apertura del sector privado

La dureza del periodo hizo que el régimen abriera la mano legalizando el dólar y, como «mal necesario», comenzó la tímida apertura del sector privado.

Al asumir Raúl Castro a partir del 2006, con su hermano aún convaleciente, se disparó la esperanza. Se ampliaron los permisos para los trabajos autónomos, previo pago de licencias oficiales y sobornos o «regalos» a inspectores para mantener los negocios funcionando.

Los cuentapropistas llegaron a 630.000 personas, el 13 % de la población activa nacional, en 2020. Muchas de ellas debían pagar su seguridad social como autónomo para después poder trabajar a sueldo de los dueños de discotecas, bares, restaurantes o salones de belleza, que eran de hecho pequeñas o medianas empresas escrutadas de cerca por el Estado.

La creación de las MIPYMES puso normas a esa situación. A A los cuentapropistas se les desanimó a mantener sus licencias al multiplicarse casi por ocho la cuota de afiliación, con una cuantía mínima de 2.000 y máxima de 9.500, cuando antes un camarero, por ejemplo, pagaba unos 300 pesos.

Según datos oficiales, a finales del 2023, trabajaban en el sector privado 1.608.400 personas. De ellas, en actividad agropecuaria 882.000 trabajadores, los cuentapropistas bajaron a 578.000, en las MIPYMES estaban inscritos 134.000 y 12.900 en las cooperativas no agropecuarias.

Por otra parte, la administración ofreció ventajas a los nuevos negocios privados, como impuestos reducidos y exención de impuestos aduaneros a la importación de equipos y tecnologías.

Sin embargo, la solución que reclaman los cubanos es propiciar una apertura realmente amplia y más alejada del control estatal. Pero no acaba de imponerse y para el pueblo llano persiste la escasez alimentaria, la inflación y la desilusión.