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08 de julio de 2024

Ramón Pérez-Maura
La campaña británicaRamón Pérez-MauraEnviado especial a Londres

La aplastante victoria laborista puede no serlo tanto

En 2017 Jeremy Corbyn sacó el 40 por ciento de los votos y perdió las elecciones (May sacó el 42). Las encuestas ahora dan a Starmer un máximo del 40 por ciento. Y puede lograr la mayor victoria de la historia del laborismo

Actualizada 07:15

Keir Starmer, líder de los laboristas, durante el debate electoral

Keir Starmer, líder de los laboristas, durante el debate electoralAFP

Jeremy Corbyn fue el líder más radical que ha conocido el Partido Laborista en el último siglo. Era tan extremista y antisemita que después de liderar el partido entre 2015 y 2020 acabó expulsado del mismo por sus comentarios antisemitas. No obstante, en estas elecciones concurre por undécima vez por el distrito de Islington North, en Londres. Esta vez lo hace como independiente y nadie parece dudar de que logrará una cómoda victoria.

La relación en el pasado de Corbyn y el actual líder laborista, sir Keir Starmer, fue muy buena. Tanto que Starmer tiene que dar cuentas ahora de su firme apoyo a Corbyn de quien dijo en las elecciones de 2020 que sería el mejor primer ministro para Gran Bretaña. Starmer dice ahora que entonces lo dijo porque sabía que iban a perder las elecciones, pero algunos conservadores como Lord Lamont, dicen que afirmaciones como ésa hacen cuestionarse la relación de Starmer con la verdad. Lamont no conoce a Pedro Sánchez, claro. Norman Lamont, que fue canciller del Exchequer con John Major después de haber sido secretario jefe del Tesoro con Margaret Thatcher, afirma que cuando Starmer compitió por el liderazgo del laborismo tras la caída de Corbyn «tenía un discuso calcado del de su predecesor. Hoy su lenguaje en economía es idéntico al que podrían tener los conservadores.»

La comparación de Starmer con Corbyn también es muy reveladora en algún otro aspecto. En 2017 Corbyn disputo el cargo de primer ministro a Theresa May. Es bien sabido que ganó la que era primer ministro entonces, cargo en el que había sucedido a David Cameron. La clave de cara a las elecciones de pasado mañana es las cifras. En 2017 Jeremy Corbyn sacó el 40 por ciento de los votos y perdió las elecciones (May sacó el 42). Las encuestas ahora dan a Starmer un máximo del 40 por ciento. Y puede lograr la mayor victoria de la historia del laborismo.

El factor ahora, además de la desastrosa gestión de los conservadores, es la división del voto opositor a los laboristas. Como en tantos otros países ha aparecido un partido a la derecha de la derecha. Y en el Reino Unido lo encarna Nigel Farage. Un personaje que, ojo al dato, ha mostrado su simpatía por Putin. Como Trump en las elecciones de 2016, como Le Pen, como la AfD o como Puigdemont de hecho.

A Farage, como dice Lamont, lo que más le gusta es una campaña electoral. Y lo que menos, trabajar. Puede obtener hasta un 12-14 por ciento de los votos. Y eso sólo le dará 3 o cuatro escaños como mucho. Pero eso será un triunfo gigantesco para él. Dice que va a ser el verdadero jefe de la oposición, pero con esos números no se hace absolutamente nada en Westminster.

Catherine Perry, asistente parlamentaria de los conservadores desde hace 30 años, hace campaña por ellos y atiende las llamadas y correos a su candidato. Sorprententemente, Perry afirma que no ha habiado ni una sola consulta sobre las consecuencias del Brexit. Tim Razzall, jefe de las campañas de los liberaldemócratas entre 2000 y 2006, cree que ésta es una campaña en la que los conservadores van a perder por la incompetencia que han demostrado a lo largo de estos 14 años de poder. Y parece que puede tener razón. Aquí casi nadie habla de las políticas que proponen Sunak y los suyos.

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