Venezuela acude a las urnas entre el miedo a un baño de sangre y la esperanza de un cambio pacífico
El elegido de Hugo Chávez para perpetuarse en el palacio de Miraflores intenta revalidar en las urnas un tercer sexenio que, según la totalidad de los sondeos que no responden a su gobierno, pronostican como imposible
El régimen bolivariano tiene miedo y los venezolanos también. El primero está asustado ante la más que probable derrota en las elecciones y la población tiembla sólo de pensar que Nicolás Maduro sea capaz de cumplir su amenaza de que habrá un baño de sangre si no permanece en el poder.
El elegido de Hugo Chávez para perpetuarse en el palacio de Miraflores intenta revalidar en las urnas un tercer sexenio que, según la totalidad de los sondeos que no responden a su gobierno, pronostican como imposible. La diferencia con su adversario, el diplomático Edmundo González Urrutia, no baja de los 30 puntos y el hartazgo del pueblo que lleva 25 años soportando la tiranía chavista, resulta evidente hasta para los leales al régimen.
La sombra del fraude recorre los cuatro puntos cardinales de este proceso electoral desde que Maduro se atreviera a convocar unas elecciones que estaban previstas para el mes de diciembre. El acoso, caza y captura de políticos y candidatos de la oposición dejó un saldo de decenas de detenidos y a María Corina Machado, la líder de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) inhabilitada, como a su sucesora, Corina Yoris, para presentarse a las elecciones.
Edmundo González Urrutia, de 74 años, fue, contra reloj, la tercera y última opción de la PUD
Edmundo González Urrutia, de 74 años, fue, contra reloj, la tercera y última opción de la PUD. Maduro ni el Consejo Nacional Electoral y las instituciones que le responden no pudieron descartarlo -con cualquier excusa- de la contienda. González Urrutia, no tenía previsto entrar en política porque lo suyo era la diplomacia. No tiene las condiciones de líder ni la garra y frescura que caracterizan a Machado, pero, ironías del destino, se ha convertido en el candidato imbatible.
Lo ha logrado de la mano de su mentora que ha estado a su lado en todos los mítines y compartido las agresiones y penurias de una campaña que se han visto obligados a protagonizar, prácticamente, en un camión. En los hoteles y restaurantes de buena parte de Venezuela les negaron el pan, el agua y la cama, pero ellos no se rendieron.
Maduro ha asistido atónito a la ola o tsunami popular que pide a gritos un cambio
Maduro ha asistido atónito a la ola o tsunami popular que pide a gritos un cambio. Ha recurrido a todas las triquiñuelas a su alcance para frenar un ascenso imparable del diplomático setentón que parece mayor de lo que es. Dio instrucciones a sus consulados para que no ejercieran su derecho al voto los cinco millones de venezolanos, –de los ocho que salieron en estampida de Venezuela–, que buscan en el exilio una oportunidad para reconstruir sus vidas destruidas por el socialismo.
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Apenas 69.000, como recordaba Leopoldo López en El Debate, podrán sufragar. Dentro de Venezuela, la oportunidad la tienen unos quince millones de ciudadanos. Otra cosa es que su voto, tal y como lo emitan, llegue a destino.
Otros candidatos
El adversario a batir por Maduro es el candidato de la MUD, pero en rigor hay otros nueve más, minoritarios todos y algunos puestos por el régimen para tratar de dispersar el voto. Son los llamados «alacranes», los que resultan funcionales a la tiranía bolivariana.
Maduro, de 61 años, ha planteado estos comicios como una elección «entre paz y la guerra». Desde 2013, año en el que entró como un elefante en una floristería, en el Palacio de Miraflores, el delfín de Hugo Chávez nunca se había visto tan acorralado. En el colapso económico en el que está sumida Venezuela y la falta de libertad, se encuentra algunas de las explicaciones del fenómeno de la MUD.
La economía de guerra
El plano económico también explica el éxodo de ocho millones de venezolanos y la promesa de la MUD de traerlos de vuelta con un programa de economía abierta. La producción de crudo se desplomó de 3,5 millones de barriles por día en 2008 a 400.000 en 2020 y el PIB se redujo un 80 % en la última década, eso, sin contar, con cuatro años de una hiperinflación galopante que forzaron a una dolarización parcial de la economía.
Edmundo González se aferra a la bandera de «la reconciliación» y como el resto de la oposición asume que si se respeta a la voluntad de las urnas se abrirá un periodo de negociación con la dictadura cívico militar. El expresidente Felipe González lo resumió en una entrevista en El Nacional, una de las decenas de medios de comunicación proscritos en Venezuela: «La gran novedad es la oferta de un pacto para la transición».
Dicho de otro modo, por primera vez la oposición está dispuesta a tenderle un puente de plata (y oro) a Maduro y a buena parte de la cúpula para que se atrincheren en cualquier rincón o país lejos de la larga mano del Tribunal Penal Internacional.
Cuando los amigos te dan la espalda
La postura del expresidente, también socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, es diferente. Virtual portavoz de Maduro en el exterior, es el «veedor» jefe del Grupo de Puebla, el club que tradicionalmente ha hecho frente común con Maduro. Pero esa solidez ha comenzado a hacer aguas y el primero en fisurar el bloque ha sido Lula da Silva. El presidente sudamericano de la izquierda con mayor peso en la región le recordó a Maduro que, el que pierde, pierde y se va a su casa y le reprochó la amenaza de un baño de sangre porque en las elecciones lo que hay que tener es «un baño de votos».
Las palabras de Lula tuvieron como respuesta la embestida de Maduro al sistema electoral brasileño y la retirada inmediata, voluntaria, aunque forzada, de la delegación brasileña que estaba destinada a «observar» las elecciones.
No respeta las leyes elementales de la democracia [...] Está con la venda puesta y es contradictorio
No le sucedió lo mismo al expresidente argentino, Alberto Fernández. El peronista de conveniencia suscribió los dichos de Lula y acto seguido, Maduro le retiro la invitación a viajar a Venezuela donde iba a acudir como observador.
Al presidente de Chile, Gabriel Boric, no hizo falta hacerle el feo, el líder sudamericano más joven de la izquierda vio el horror del régimen desde su inicio y ha censurado la tiranía venezolana. Hasta el decano de la izquierda, el expresidente de Uruguay, José «Pepe» Mujica, le ha llamado a la atención a Maduro: «No respeta las leyes elementales de la democracia [...] Está con la venda puesta y es contradictorio».
Finalmente, a Nicolás Maduro sólo le queda el consuelo o el hombre llorar del nicaragüense Daniel Ortega y de Miguel Díaz-Canel, a estas alturas, los únicos amigos para siempre.
«Cuando el CNE (Consejo Nacional Electoral) proclame la victoria del presidente Maduro nos vamos a la calle a defender la paz». El anuncio pertenece a Jorge Rodríguez, hermano de la vicepresidenta Delcy Rodríguez y jefe de campaña, de Maduro. ¿Será verdad?