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19 de septiembre de 2024

Sal Emergui, corresponsal en Israel

Sal Emergui, corresponsal en IsraelCedida

Entrevista a Sal Emergui, autor de 'Descifrando Israel'

Sal Emergui, corresponsal en Israel: «La mayoría en Israel no quería ni quiere volver a la Franja de Gaza»

«Israel es una potencia mundial de los contrastes y del estrés», afirma el autor de Descifrando Israel

Llegó en 1997 con idea de permanecer unas semanas, que se han convertido en 27 años… y los que quedan. Ese es el tiempo que Sal Emergui (Barcelona, 1974) lleva viviendo en Israel, país donde este conocido periodista ejerce de corresponsal y colaborador habitual de numerosos medios de comunicación. Fruto de todas sus experiencias y de su profundo conocimiento del país, ha escrito Descifrando Israel. El Debate habla con Emergui para profundizar en su obra, una radiografía exhaustiva de la geografía y las variopintas gentes que pueblan el país mediterráneo que permite al lector comprender mejor un país poliédrico y lleno de matices.

–En primer lugar, enhorabuena por la publicación de su primer libro. Tras más de 25 años viviendo en Israel, ¿cree que ha tomado el pulso a la nación y a sus gentes, y que ha conseguido entender la idiosincrasia de este poliédrico país?

–Creo que he tomado el pulso a sus diferentes sectores y sensibilidades lo que ayuda a conocer el país pero entender completamente su idiosincrasia es un proceso largo. Quizá porque evoluciona de forma vertiginosa de acuerdo a la evolución de sus factores demográficos, económicos, sociales, religiosos y ideológicos. Sin olvidar por supuesto la variable y tensa situación de seguridad. En una campaña electoral hace unos años, surgió la pregunta de si los israelíes pueden votar solo en base a cuestiones económicas, sociales e ideológicas como en otros países… El debate duró lo que tardó en caer un proyectil disparado de Gaza o recibir noticias de un nuevo ataque armado, atropello intencionado o apuñalamiento. Israel, que nada más nacer es atacado por cinco ejércitos árabes, mantiene una naturaleza marcada por la búsqueda y necesidad vital de la seguridad lo que contribuye a perpetuar la sensación generalizada de ansiedad y estrés. Por todo ello, Israel es una potencia mundial de los contrastes y del estrés.

–Leyendo el libro, uno llega a la conclusión de que, más que un Israel, existen muchos países en uno: el Israel religioso representado por Jerusalén, el Israel tradicional y laico abanderado por los kibbutznik; el Israel moderno, tecnológico y emprendedor liderado por Tel Aviv... ¿Comparte esta percepción?

–Con el paso del tiempo, Israel se ha ido configurado de forma inevitable como un conjunto de países o entes socioculturales que tienen nexos de unión naturales y efectivos pero al mismo tiempo grandes diferencias. La sociedad se puede dividir en cuatro grandes sectores pero cada uno de ellos cuenta con numerosos matices y corrientes. Es decir, no solo un ultraortodoxo, un laico, un árabe y un religioso sionista o nacionalista tienen una visión diferente de Israel, sino que cada uno de ellos puede entender y vivir el país de forma diferente respecto alguien de su mismo sector. Mi libro permite recorrer Israel y conocer sus múltiples caras, sectores e idiomas sin necesidad de comprar un billete de avión. Conocer a los israelíes de todos los orígenes simplemente hablando con ellos.

–Algunos de los personajes a los que entrevistas revelan datos e informaciones poco conocidos sobre asuntos tan sensibles como operaciones de inteligencia o incluso sobre la central nuclear de Dimona, a la que siempre ha rodeado un gran secretismo por parte de los diferentes gobiernos. ¿Le han puesto algún tipo de límite a la hora de tratar estos temas, o has podido abordarlos sin cortapisas?

–Doy muchos datos, quizá demasiados e informaciones desconocidas para el gran público, pero si lo analizamos con detalle no revelo secretos de Estado. Entre otros motivos porque no los sé. Nadie me puso limitaciones, pero es evidente e incluso entendible que muchos entrevistados a veces se frenan, se autolimitan y no cuentan todo lo que saben. Incluso cosas que yo sé que ellos saben pero no pueden revelarlo. En cualquier caso, lo que cuentan ya es realmente increíble. Aunque en el capítulo del Mosad, hay información muy valiosa…

–Recientemente, el Tribunal Supremo de Israel ha decretado el reclutamiento obligatorio de los ultraortodoxos, que han reaccionado de manera virulenta a esta medida, considerando que es un ataque a su modo de vida. En su libro, comenta que la mayoría de israelíes no ven a este sector jaredí con buenos ojos en todo lo relacionado con este asunto. ¿Cree que ésta tendencia va a agudizarse, y que puede producirse una ruptura social aún mayor entre el sector laico y el religioso?

–Los ataques del 7-O, que recordaron a los israelíes que la seguridad sigue siendo su principal prioridad, y el déficit de soldados ante tantos frentes abiertos tras miles de muertos y heridos en sus filas en los últimos 10 meses, aumentaron la exigencia de la mayoría al sector jaredí para que sus jóvenes sean también reclutados. Que pongan también de su parte. Veremos una mayor y gradual movilización en este sector, pero no masiva y rápida porque es un proceso trascendental que requiere una adaptación a muchos niveles. Uno los grandes temores de los líderes de la comunidad ultraortodoxa es que si un joven entra en el ejército como jaredí no salga como tal. Si habrá ruptura social o no dependerá también del papel de los políticos y si por ejemplo el Gobierno, como el actual, le da mucho más presupuestos que al resto de sectores.

–En su obra dedica un apartado al conflicto palestino-israelí escrito antes del ataque de Hamas del 7 de octubre y señala que Israel solo podría librarse de Hamas en Gaza mediante una invasión militar, «pero el precio en vidas en ambos lados, sobre todo el palestino, sería enorme, el beneficio estratégico nulo y debería ocuparse de las necesidades diarias de los gazatíes bajo un enorme caos y numerosos ataques». La predicción ha resultado más que acertada…

–La mayoría en Israel no quería ni quiere volver a la Franja de Gaza. No es casual que hubo mayoría a favor del plan de retirada promovido por el líder del Likud, Ariel Sharon, y realizado en 2005. El deseo de la desconexión hizo que se evacuaran –en la derecha hablan de «expulsión»– más de 8000 habitantes israelíes de los asentamientos y se desmantelaran sus escuelas, sinagogas, etc. La violenta toma de control de Hamas dos años después echando a Al Fatah y las escaladas desafiaron esta voluntad, pero casi nadie pedía volver a asentar o invadir. Solo un ataque sin precedentes como el del 7 de octubre ha llevado a Israel a realizar una masiva ofensiva. Israel ocupó la Franja de Gaza a Egipto en la guerra del 67 y en los acuerdos de paz, el presidente Anwar Sadat no quería recibir Gaza. Hay una secuencia hilarante en un programa satírico en Israel en el que se ve a Sadat y Beguin en la firma del acuerdo peleando para que el otro se quede con Gaza. Hoy creo que la mayoría de israelíes está de acuerdo en dos puntos para el futuro: no hay que volver a asentarse o tener soldados allí y hay que desconectarse completamente, permitiendo a los gazatíes que vivan su vida sin atacar a Israel, pero tampoco esperando que Israel se ocupe de darles electricidad, alimentos, trabajo, etc. Separación o desconexión total.

Para la mayoría de israelíes, la responsabilidad de la muerte de civiles es de Hamas por haber empezado la guerra y atacar y esconderse en casas, escuelas, hospitales

–También señala que a diferencia de la opinión más generalizada en Occidente, la gran mayoría de israelíes están convencidos de que su ejército busca minimizar las bajas de civiles palestinos, mientras que estos en sus ataques pretenden justo lo contrario...

–La percepción de la inmensa mayoría de israelíes es que su ejército nunca ataca civiles de forma deliberada sino a terroristas que aprovechan a los civiles para esconderse y atacar. Admiten que también mueren civiles pero dicen que es culpa de Hamas porque les usa como estrategia para elevar la presión sobre Israel. Es más, medios israelíes suelen difundir conversaciones de pilotos anulando ataques debido a que en el último momento identificaron niños alrededor del objetivo armado. Hamas, con armas infinitamente menos precisas y sofisticadas, ataca objetivos civiles y militares por igual. En el apéndice me refiero a la acción militar israelí tras el 7 de octubre y la forma de guerra, muy difícil, en el enclave tan densamente poblado. En general, todo lo que sucedió ese día y los meses posteriores merecen un análisis serio y frío que tenga en cuenta todos los factores.

–En Occidente, parte de la opinión pública considera que las protestas contra Netanyahu significan un rechazo a la invasión de Gaza. Personalmente tengo la impresión de que en realidad la gran mayoría de israelíes aprueban dicha acción militar, y que las protestas contra el gobierno están motivadas por su incapacidad de protegerles el 7 de octubre y de traer de vuelta a los rehenes. ¿Qué piensa usted al respecto?

–A medida que pasan los días de una guerra tan larga en términos israelíes y no hay acuerdo para la liberación de los secuestrados ni se cumple la promesa de Bibi de acabar con Hamas mientras siguen muriendo soldados, las críticas en Israel aumentan sobre la gestión. Pero efectivamente, la ofensiva en respuesta al 7 de octubre tuvo un consenso sin precedentes en el país. Tras el peor ataque contra los judíos desde el Holocausto, cualquier gobierno israelí hubiera respondido de forma masiva en Gaza. La gran pregunta es si otro gobierno hubiera gestionado mejor la guerra y las relaciones con EE. UU., la imagen, etc., y hubiera llegado antes un acuerdo para la liberación de secuestrados. Yo creo que sí pero nunca lo podremos saber. Es verdad que el sector más militante en la izquierda que condenó los ataques de Hamas y entendió que Israel respondiera en octubre denuncia el número de palestinos muertos. Pero para la mayoría de israelíes, la responsabilidad de la muerte de civiles es de Hamas por haber empezado la guerra y atacar y esconderse en casas, escuelas, hospitales. También los israelíes denuncian que muchos civiles participaron en el 7-O, quisieron linchar a secuestrados al llegar a Gaza, les tenían en sus casas etc. Dicho todo esto, hay que aclarar que la guerra que un europeo ve es muy diferente a la que ve el israelí. Mientras el europeo lee que «Israel ataca una escuela de UNRWA», el israelí lee que «Israel ataca un grupo de terroristas escondidos en una escuela de UNRWA».

Netanyahu caerá si amplios sectores en el campo conservador votan a una nueva alternativa de derecha no radical ni populista

–En este sentido, en Europa se da por hecho la caída de Netanyahu como primer ministro una vez finalice el conflicto en Gaza. ¿Coincide con esta apreciación, o ve posible que logre retener el poder?

–Netanyahu siempre causó controversia, pero especialmente desde las investigaciones policiales y su juicio por supuesta corrupción, que provocaron el boicot del centro e izquierda contra él. Como buen populista, Bibi aumentó su discurso de ser víctima de la persecución de las élites, y se dedicó simplemente a la lucha de supervivencia política. Por eso, aceptó que el extremista y marginal Itamar Ben Gvir fuera parte del Gobierno. Algo que hace unos años no hubiera hecho, aunque eso le obligara a nuevas elecciones. Tras el 7-O, parte de la derecha le abandonó al considerarle responsable del fracaso y de ser «demasiado blando» con Hamas o Hizbulá antes del 7-O, pero los sondeos de hoy, que le son muy adversos, pueden ser muy diferentes en las elecciones. Sobre todo si se celebran, como quiere, lo más alejado del 7-O. Al fin y al cabo, Israel es un país sociológicamente de derechas. Netanyahu caerá si amplios sectores en el campo conservador votan a una nueva alternativa de derecha no radical ni populista. Pero Bibi tiene muchas vidas políticas. Rivales suyos le acusan de ser el peor primer ministro en la historia de Israel, pero reconocen que en campaña electoral es un rival con una enorme capacidad retórica y unas bases que le apoyan haga lo que haga.

–En los últimos meses, han aparecido numerosos testimonios de israelíes tradicionalmente partidarios del entendimiento con los palestinos, que tras los ataques del 7 de octubre han abandonado dicha postura, considerando que a día de hoy la paz es imposible porque los gobernantes palestinos no la desean. ¿Hasta qué punto cree que el ataque de Hamas ha podido acabar con la influencia del sector más partidario del entendimiento con Palestina en Israel?

–En mis entrevistas a algunos supervivientes de los ataques en los kibutzim identificados con el pacifismo o familiares de secuestrados o asesinados por Hamas, noté rabia y decepción. Muchos de ellos se identificaron con la izquierda y ayudaron a palestinos de Gaza por ejemplo a ser tratados en hospitales israelíes, y de repente ven como terroristas y civiles de Gaza vienen y saquean, asesinan y violan. El 7-0 ha hecho que muchos en Israel ya vean imposible la paz no solo por lo que hizo Hamas sino porque Al Fatah de Abu Mazen y otros líderes palestinos no lo condenaron. Y denuncian que los palestinos no quieren un estado al lado de Israel sino en su lugar. Pero también hay israelíes –y no son pocos– que dicen que el 7-0 demuestra que Israel no puede vivir siempre en guerras y que necesita llegar a algún tipo de acuerdo para vivir en paz. Y añaden que hay muchos palestinos a favor de un acuerdo.

–En su libro son muchos los personajes que señalan que aún deben pasar entre tres y cuatro generaciones para que pueda llegar la anhelada paz en el conflicto palestino-israelí. ¿Comparte esta visión, o cree que la actual guerra en Gaza ha vuelto el panorama aún más sombrío?

–No se puede pronosticar. Quizá no haya paz nunca o quizá se firme un acuerdo bajo el amparo de países árabes y EE.UU en cuatro años. La guerra puede haber destruido las últimas esperanzas ya que aumentó el círculo de muertos, desconfianza y odio pero también, como reacción, puede despertarlas. La educación, los líderes, la responsabilidad de los medios de comunicación, el impacto de las redes, la situación en el terreno…. Hay muchos factores a tener en cuenta.

–Con los recientes acontecimientos, son muchas las personas que han renunciado a sus planes de viajar a Israel. Para terminar la entrevista con una nota esperanzadora y positiva, ¿podría darnos motivos para viajar a la región una vez que la situación se estabilice?

–Aunque tenemos fama de exagerar, cuando los periodistas escribimos que la situación es tensa y peligrosa no es una invención. Pese a ello, yo aconsejo viajar. Quizá no ahora mismo pero sí más adelante. Riesgo de un atentado habrá siempre incluso si hay un acuerdo de paz por lo que aprovecho la entrevista para decir a los que desean venir que lo hagan. Solo cuando se está aquí y se habla con israelíes, palestinos, libaneses, etc.. uno puede derrumbar estereotipos. Por supuesto si además uno tiene fe, debe venir. No he conocido a ningún peregrino que no se haya emocionado en Jerusalén. La pregunta no es si debe venir sino cuándo.

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