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El primer ministro japonés, Fumio KishidaWikimedia Commons

Fumio Kishida, primer ministro japonés, anuncia que no se presentará a la reelección y dimitirá de su cargo

Toma esta decisión con el objetivo de recuperar la confianza pública tras el escándalo de financiación irregular que golpeó al partido a finales del año pasado

El primer ministro de Japón, Fumio Kishida, ha decidido renunciar a su cargo al frente del Ejecutivo y del Partido Liberal Democrático (PLD), una decisión que marca un punto de inflexión en la política japonesa y abre la puerta a un nuevo liderazgo dentro del partido gobernante. La noticia, que fue anticipada por medios locales y confirmada en una rueda de prensa convocada por el propio Kishida este miércoles, ha sacudido el escenario político del país.

Kishida, que asumió el cargo de primer ministro en octubre de 2021, anunció que no se presentará a la reelección como líder del PLD en las primarias internas del partido, previstas para finales de septiembre. Esta decisión implica que Kishida dejará el cargo de primer ministro una vez que se elija a su sucesor en el PLD, partido que gobierna Japón en coalición con el partido budista Komeito.

En su comparecencia, Kishida explicó que su renuncia es parte de un esfuerzo para promover «un cambio» y «una renovación» dentro del PLD, con el objetivo de recuperar la confianza pública tras el escándalo de financiación irregular que golpeó al partido a finales del año pasado. «El PLD debe mostrar al público que ha cambiado y que se ha renovado», declaró Kishida, añadiendo que su dimisión es «la mejor forma» de lograr este objetivo.

El escándalo de financiación, que involucró a varias facciones dentro del PLD, debilitó significativamente la posición de Kishida tanto dentro del partido como en la opinión pública. A pesar de sus esfuerzos por reformar la estructura interna del partido y su gabinete, la crisis dañó su popularidad y dejó al primer ministro en una posición cada vez más vulnerable.

Kishida se mostró «orgulloso» de sus logros durante sus tres años en el cargo, destacando su enfoque en «introducir un nuevo capitalismo», sus políticas para combatir el cambio climático y frenar la caída de la natalidad en Japón. En el ámbito internacional, subrayó la importancia de la cumbre del G7 celebrada en Hiroshima el año pasado, el fortalecimiento de la alianza de seguridad con Estados Unidos y la mejora de las relaciones con Corea del Sur y otros países del «Sur global».

Sin embargo, estos logros no fueron suficientes para contrarrestar el impacto negativo del escándalo de financiación y la consiguiente pérdida de apoyo popular. Con su renuncia, Kishida busca no solo asumir la responsabilidad de la crisis, sino también allanar el camino para una renovación en el liderazgo del PLD que pueda revitalizar al partido y reconectar con los votantes.

La decisión de Kishida de no buscar la reelección como líder del PLD y, por ende, como primer ministro, deja al partido en un momento de incertidumbre. No hay candidatos claros para sucederle, lo que plantea interrogantes sobre el futuro liderazgo del país. Dado que el PLD ha gobernado Japón casi ininterrumpidamente desde 1955, la elección de su próximo líder será crucial para definir el rumbo político del país en un momento de significativos desafíos tanto a nivel doméstico como internacional.

Kishida, en su despedida, reafirmó su compromiso con Japón y expresó su esperanza de que el nuevo liderazgo pueda continuar el trabajo que él inició, llevando a Japón hacia un futuro más próspero y estable. Su renuncia, lejos de ser una simple salida del poder, marca un intento por revitalizar un partido que ha sido un pilar de la política japonesa durante décadas.

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