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Antonio Ledezma
Antonio Ledezma

Maduro, desproclamado

La estrafalaria proclamación de Maduro mostraba un sello mortuorio desde su balbuceante lectura

Actualizada 04:30

Nicolás Maduro durante su proclamación en la sede del Consejo Nacional Electoral en Caracas

Nicolás Maduro durante su proclamación en la sede del Consejo Nacional Electoral en CaracasAFP

Era evidente la valides efímera de una proclamación realizada a contra pelo de la verdad. La bochornosa puesta en escena de Nicolás Maduro, junto a su bufón, Elvis Amoroso, tenía «las patas muy cortas», como toda mentira. Sin embargo, en este caso, la estrafalaria proclamación de Maduro mostraba un sello mortuorio desde que se pudo ver que el acta que leía, balbuceante, el activista madurista que custodia los intereses de la falsa revolución en el Consejo Nacional Electoral, no era tal cosa, sino una simple servilleta que utilizo como pretexto para montar semejante patraña.

La precipitación de tal comedia fraudulenta lo llevo a afirmar que «la proclamación de Maduro la hacía con base a más del 80 % de las actas recibidas», esa misma noche del 28 de julio, en el órgano que él preside. Pero al sentirse constreñido a exhibir tales documentos, respondió, horas después, que «no tenía actas porque se había ejecutado un complot urdido por María Corina Machado, desde Macedonia, contra el sistema electrónico del ente electoral que dirige». ¡Que mamarrachada!

En medio de ese caos o laberinto, María Corina Machado sí mostraba a la opinión pública nacional e internacional más del 83 % de los documentos públicos, que los 90 mil testigos de mesas, comprometidos con la candidatura de Edmundo González Urrutia, habían recabado en sus respectivos centros de votación. Esas actas están certificadas, tienen el código QR y son similares a las que se colocan en el denominado sobre número 1, que le corresponden resguardar a los efectivos militares que estuvieron presentes en esos procesos de votación y de escrutinio celebrados el pasado 28 de julio. Igualmente esas actas las tiene Maduro, pero escondidas, engavetadas, creyendo, ilusamente, que de esa manera dará al traste con la estruendosa derrota sufrida.

Edmundo González ganó y la victoria es tan contundente que resulta imposible pretender esconderla o negarla, como neciamente intenta Maduro. Ganamos a pesar del ventajismo que, detallan en sus respectivos informes, el Centro Carter y el Panel de Expertos de la ONU, instituciones prestigiosas y calificadas para realizar esas observaciones, tal como lo adelantaron mientras estuvieron presentes en los escenarios de esos acontecimientos dentro de Venezuela.

Maduro hizo todos los trucos habidos y por haber para descarrilarnos en esa ruta electoral que seguimos transitando. Pero, muy a pesar del saboteo, de las inhabilitaciones, del bloqueo comunicacional, de la persecución política, de la judicialización de los partidos, del dispendio de dineros públicos, de la extorsión y compra de «alacranes» (dirigentes que se vendieron al régimen), de las manipulaciones del registro electoral, entre otros detalles el impedimento de que pudiéramos votar los más de 5 millones de electores fuera del país o dentro del mismo, fracasaron en su tiránica maldad de querer escapar y ahora desconocer el categórico triunfo de Edmundo González, un triunfo reconocido por los ciudadanos venezolanos y por el liderazgo de los países libres del mundo democrático.

Maduro esta desolado, sin respaldo de sus propios compañeros de revolución que votaron en su contra. No lo deja dormir el hecho cierto de que en todos los centros de votación, en los que sufragaron efectivos militares, Edmundo González se impuso sobre Maduro con la misma proporción que se contabilizó en los espacios habilitados para la población civil.

Lideres de la llamada izquierda como pepe Mujica, expresidente de Uruguay, hace coro con la voz del presidente Lacalle Pou, su rival ideológico, reconociendo a Edmundo como el claro ganador de la contienda. Lideres antagónicos, como el presidente Gabriel Boric de Chile, coincide con la opinión de su homólogo argentino Javier Milei, a la hora de desconocer la fraudulenta proclamación de Nicolás Maduro. Pero algo muy relevante, lideres del entorno madurista, amigos en esos foros que comparten, como el presidente de Brasil Lula Da Silva y el presidente de Colombia Gustavo Petro, no han tenido más alternativa que hacerle ver a Maduro que esa proclamación no es reconocida por ellos y como excusa para decirlo públicamente se escudan con la proposición de «nuevas elecciones», tesis peregrina que no conduce a ninguna salida, como si lo sería que terminaran de convencer a su socio foropaulista de que admita la derrota y de paso a la propalación de Edmundo González como el presidente electo legítimo de los venezolanos.

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