Yevgeny Prigozhin en Bajmut con algunos de sus mercenarios
Un año sin Yevgeny Prigozhin, el jefe del Grupo Wagner que murió en el aire tras retar a Putin
La versión oficial fue que el avión de Prigozhin sufrió un accidente, la otra que el Kremlin estuvo detrás
Confiaba tanto en su poder y en el de sus hombres del Grupo Wagner que Yevgeny Prigozhin se atrevió a organizar una caravana de la muerte para liquidar a la cúpula del Kremlin. Lo negaba mientras avanzaba con sus vehículos blindados y unos 8.000 mercenarios, el 23 y 24 de junio en dirección a Moscú. Aún no lo sabía, pero esa decisión sería su sentencia de muerte.
El Embraer Legacy 600 en el que viajaba el antiguo vendedor de perritos calientes, recluso por delitos comunes en los años 80, «chef» de Putin y creador de un imperio cárnico una década más tarde tras conocer al jefe del Kremlin, estalló en mil pedazos hace hoy un año.
Se encontraba a bordo del aparato que partió de Moscú, con su lugarteniente y cofundador de los Wagner, Dmitri Utkin, con Valeri Chekálov, responsable de la seguridad personal de Prigozhin, y con otros hombres de su confianza. Todos cayeron cuando sobrevolaban la región de Tver.
Apenas habían transcurrido dos meses de aquel amago de asonada del que, al menos, públicamente salvaba a Putin. Sus restos, supuestamente, quedaron esparcidos en el aire y en la tierra, aunque no son pocos los rusos que creen que todo fue una farsa y que el principal contratista de avituallamiento alimentario del Ministerio de Defensa sigue vivo.
La versión oficial fue que el avión de Prigozhin sufrió un accidente, la otra que Putin estuvo detrás. La mayoría de las miradas, incluida la de Volodimir Zelenski, se dirigieron a Putin, diestro en liquidar a los personajes incómodos con polonio, aparentes suicidios y una abanico de técnicas de exterminio heredadas dela Unión Soviética. Más que indicios indicaron que el aparato fue derribado por una batería S-300. Joe Biden no dudó al asegurar que su muerte «no me ha sorprendido».
En cierto modo, era inevitable que ese fuera su finalOficial del MI6
Mientras el Kremlin y su red de medios de comunicación adictos guardaban silencio, el Grupo Wagner clamaba venganza en los canales de Telegram. El exoficial del MI6, Christopher Steele, en declaraciones a la BBC, a las horas de su muerte, aseguró que la muerte de Prigozhin era inevitable. «Tenía muchos enemigos, muy pocos aliados dentro del régimen y en cierto modo era inevitable que ese fuera su final», afirmó.
Yevgeny Prigozhin era un desconocido para el mundo hasta que Putin ordenó a sus tropas cruzar la frontera con Ucrania el 24 de febrero del 2022. Antes, su nombre, su escudo y su ejército se desplegaban por África a golpe de talonario. Fundador con Dmitri Utkin del Grupo Wagner y jefe de la organización paramilitar que hizo de la invasión de Ucrania un escaparate para mostrar el rostro más oscuro –y en buena medida victorioso– de una banda de mercenarios sin escrúpulos, construyó un imperio al servicio del mal (para los suyos al servicio del bien) y se hizo con una fortuna formidable.
Desconfiado, sanguinario, con atribuciones para fichar a «voluntarios» en las prisiones más siniestras de Rusia y mandarlos al frente ucraniano a cambio de una buena paga y de la conmutación de la pena, se dejó embaucar por el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko para desmontar su motín. Sería el principio de su fin.
El vecino y socio por interés –y necesidad– de Vladimir Putin, le convenció de que diera marcha atrás con aquella caravana y le abrió las puertas de la protección en su territorio. Dicho de otro modo, a él y a los suyos les garantizó inmunidad y garantías de que Putin no se vengaría.
La tregua duró poco. Lejos del campo de batalla ucraniano, Prigozhin había decidido expandirse y fortalecerse aún más en África. Allí derribó y mantuvo gobiernos a gusto del Kremlin. El Sahel y el África subsahariana eran algo parecido a su coto privado. Yevgeny Prigozhin creyó que allí o en cualquier otro lado, lejos de Putin, podría construir un nuevo refugio. Se equivocó.
