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Gisele P. sentada junto a su hija Caroline Darian y sus hijos, en el juzgado durante el juicio contra su marido

Gisele P. sentada junto a su hija Caroline Darian y sus hijos, en el juzgado durante el juicio contra su maridoAFP

Comienza en Francia un megajuicio contra un hombre acusado de drogar a su mujer para que la violaran desconocidos

Gisèle P. se enteró con 68 años, cuando todo salió a la luz después que su marido fuese pillado en 2020 en un centro comercial grabando bajo las faldas de las clientas

El juicio contra un jubilado acusado de drogar durante diez años a su mujer para que la violaran desconocidos comenzó este lunes en el sur de Francia, un proceso emblemático de la sumisión química y con medio centenar de acusados.

«La vergüenza debe cambiar de bando», dijo Stéphane Babonneau, uno de los abogados de la víctima, Gisèle P., al rechazar que las audiencias se celebraran a puerta cerrada, como pidieron en vano la fiscalía y parte de la defensa.

La víctima de 72 años, en instancias de divorcio del acusado principal, llegó al tribunal, rodeada de sus abogados y de sus tres hijos para el inicio del juicio en Aviñón, que se prolongará hasta el 20 de diciembre.

Frente a ella, 51 hombres de entre 26 y 74 años, entre ellos su marido Dominique P., quienes se enfrentan a hasta 20 años de cárcel. Dieciocho de ellos se encuentran en prisión preventiva.

«Se avergüenza de lo que hizo. Es imperdonable», aseguró a la prensa la abogada del marido, Béatrice Zavarro, para quien en este caso existe «una forma de adicción».

Los acusados son hombres de diferentes horizontes: bombero, artesano, enfermero, funcionario de prisiones, periodista, electricista...; solteros, casados, divorciados.

«No existe un perfil típico de violador. El violador es un tipo cualquiera», declaró a la AFP antes del juicio Véronique Le Goaziou, investigadora del Laboratoire Méditerranéen de Sociologie, especializada en violencia sexual.

La mayoría fue solo una vez al domicilio del acusado principal en la localidad de Mazan, en el sur de Francia. Diez fueron en varias ocasiones, hasta seis noches en algunos casos. El hombre no les pedía dinero a cambio.

Los acusados no padecen patologías psicológicas importantes, aunque tienen un sentimiento de «omnipotencia» sobre el cuerpo femenino, según los expertos. Muchos alegan que creían participar en las fantasías de una pareja libertina.

Pero según el marido, «todos sabían» que su esposa estaba drogada sin su consentimiento. Para la instrucción, «cada individuo disponía de su libre arbitraje» y hubiera podido «partir» al percatarse de la situación.

Los hechos «se inscriben en una anormalidad mental» del marido, que quería «arrastrar a los 50 acusados a su locura», declaró el abogado de dos de estos últimos, Roland Marmillot.

92 violaciones

Los investigadores identificaron 92 violaciones desde 2011, cuando la pareja vivía en la región de París, pero sobre todo desde 2013, tras mudarse a Mazan, y hasta 2020.

El exempleado de la compañía de electricidad EDF administraba a su esposa un fuerte ansiolítico y los hombres, contactados en el sitio de citas coco.fr –ya cerrado–, tenían la orden de no despertarla.

Otras de las consignas eran no oler a perfume ni a tabaco, calentarse las manos con agua caliente y desvestirse en la cocina, para evitar olvidar prendas en la habitación.

Gisèle P. se enteró con 68 años, cuando todas las violaciones salieron a la luz después que su marido salió sorprendido en 2020 en un centro comercial grabando bajo las faldas de las clientas.

Los investigadores encontraron entonces en su computadora muchas fotos y vídeos de la víctima, visiblemente inconsciente, mientras decenas de desconocidos la violaban.

Para la mujer, que asegura no tener recuerdos de lo sucedido, el proceso tendrá «momentos muy difíciles», pero «estima que no tiene nada que ocultar» ni «de lo que avergonzarse», indicó su letrado.

La víctima declarará el jueves, mientras que los magistrados interrogarán al acusado principal el 10 de septiembre.

Tras su detención, la unidad de casos sin resolver implicó al acusado en otros dos: un asesinato con violación en París en 1991, que él niega, y un intento de violación en 1999, que admite tras identificarse su ADN.

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