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El primer ministro británico, Keir Starmer, saliendo de su residencia oficial en Downing Street 10EFE

Starmer, entre un Brexit blando y las medidas impopulares

A sólo dos meses de la proclamación de Starmer se enfrenta a problemas de toda índole mientras su popularidad desciende

Todo pintaba bien para él hace poco más de dos meses cuando fue proclamado primer ministro del Reino Unido consiguiendo una ‘supermayoría’ tras infligir al Partido Conservador, de Rishi Sunak, la mayor derrota de su reciente historia.

El Reino Unido buscaba un hombre serio y con liderazgo para afrontar la época post pandemia y, específicamente, post Brexit que dejaron una economía malherida tras un caos político por falta de liderazgo.

Por ello se tenían las esperanzas puestas en Keir Starmer, «un político serio y trabajador», en palabras de Miriam González, especialista en Derecho de la Unión Europea, la española casada con Nick Clegg, antiguo viceprimer ministro británico.

Starmer ha tenido aciertos, como la primera visita hace unos días de un primer ministro británico a Irlanda en cinco años, prometiendo «reiniciar» las dañadas conexiones entre las dos naciones vecinas tras el Brexit.

El encuentro con su homólogo irlandés, Simon Harris, ha sido descrita por el propio Downing Street como un «momento histórico para las relaciones entre Irlanda y el Reino Unido».

El ‘premier’ inglés también había visitado en Berlín al canciller alemán, Olaf Scholz, el pasado agosto, donde abogó por el «reinicio y reajuste más amplio de las relaciones con la Unión Europea». No obstante, descartó revertir el Brexit «para volver a entrar en el sistema del mercado único». Supone un nuevo acercamiento que se había deteriorado bajo el anterior gobierno.

Sin embargo, la popularidad de Starmer está cayendo rápidamente y se enfrenta a las críticas por su falta de visión a largo plazo. Desde las filas del laborismo piden prudencia en espera de días mejores y así demostrar que este proyecto «conduce a algo», confiesa desde el anonimato una figura del gobierno al diario The Times.

Tendrá que buscar la estabilidad fiscal y económica mientras se avecinan decisiones difíciles de tomar: la ofensiva de Israel contra Hamás en la Franja de Gaza y en Cisjordania debido a que David Lammy, ministro de Relaciones Exteriores, suspendió el envío de armas. Además, se teme que, en la reunión anual del Partido Laborista que tendrá lugar en Liverpool, miembros de su propia organización política recriminen esta decisión.

Otro problema acuciante para Starmer es la inmigración irregular como quedó patente en su reunión con el presidente francés, Emmanuel Macron, con el que profundizó en su cooperación sobre la llegada masiva de inmigrantes a través del canal de la Mancha. Sobre todo, frente a las mafias que trafican con seres humanos.

De todas formas, la inmigración está desbordada ahora mismo. Como dato alcanzaron casi los 750.000 inmigrantes irregulares en 2023. Coincide, además, con la escasez de empleo mientras la sanidad y otros servicios están desbordados.

Eso sin tener en cuenta los disturbios antiinmigración, del pasado mes de agosto, por todo Reino Unido que provocaron que la población reclusa aumentara saturando las cárceles y creando inquietud.