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Juan Carlos Sosa Azpúrua, antiguo precandidato presidencial venezolano

Juan Carlos Sosa Azpúrua, antiguo precandidato presidencial venezolanoCedida

Juan Carlos Sosa Azpúrua, opositor venezolano

«Al cantar fraude, se activa el aparato de violencia de la narcotiranía y comienzan a aparecer los muertos»

Quien denunció la imposibilidad de celebrar unas elecciones limpias en 2012 explica a El Debate cómo una sucesión de errores ha desembocado en el exilio de Edmundo González Urrutia

Para Juan Carlos Sosa Azpúrua, abogado, profesor universitario, histórico de la oposición a Hugo Chávez y a Nicolás Maduro, la partida hacia España de Edmundo González Urrutia «era predecible: cuando uno se confronta a una narcotiranía y se mete en su territorio 'institucional', está jugando con fuego, y fuego es lo que recibes al final, al momento en que sucede lo esperado: el fraude. Al cantar fraude, se activa el aparato de violencia de la narcotiranía y comienzan a aparecer los muertos, los heridos y los presos políticos, muchos de ellos niños, que terminan en las peores cárceles de Venezuela. Lamentablemente, ninguno de ellos puede pedir asilo e irse a vivir a un país con todas las comodidades».

¿Es toda la responsabilidad de González Urrutia?

–El señor González Urrutia sabía eso a la perfección cuando se prestó como candidato presidencial. Entonces lo terrible del caso es que no haya tomado las medidas necesarias para neutralizar el poder de fuego de la narcotiranía, que su proceder (cantar fraude) iba a desencadenar. Pero Venezuela ya está acostumbrada a esto. Son 25 años con la misma fórmula. Los políticos incendian las calles y luego piden asilo, para irse a vivir al exterior dejando al país en escombros. Nunca se responsabilizan de sus acciones. Se venden como mártires. A González Urrutia el salvoconducto se lo dio la narcotiranía, la misma que permitió que se inscribiera en su Comité Nacional Electoral.

¿Podía haber hecho algo más de lo que hizo?

–Por supuesto. Para empezar, no lubricar al teatro «institucional» de la narcotiranía. Y si lo iba a hacer, tenía que haber tenido primero una estrategia que le permitiera hacerle frente al poder de fuego que iba a activar con su proceder.

Usted aboga por una estrategia [de la oposición] al margen de las instituciones en vigor ¿Cómo procedería?

–Es que en Venezuela no existen instituciones y eso es harto sabido. La estrategia, la única posible, era mantener la coherencia narrativa que por fin se había colocado en el escenario desde 2018, cuando se declaró el vacío de poder y la usurpación del cargo por parte de Maduro. Desde ese momento su ilegitimidad no tenía dudas de ninguna naturaleza en el mundo civilizado.

A partir de esa ilegitimidad, el sujeto ocupa la presidencia con el ejercicio de la fuerza y el secuestro de todas las instituciones. Entonces la estrategia debe ser ignorar su poder y mantener a la comunidad internacional al tanto de la realidad sin cambiar la narrativa. Entonces, con los líderes políticos legítimos y reconocidos de la oposición, diseñar una estrategia que sea consonante con el tipo de monstruo que se confronta.

Arriesgado.

–No poniendo en riesgo innecesario la vida de millones de inocentes, muchos de ellos niños.

Usted fue precandidato presidencial en 2012.

–Es importante cuando se menciona esa faceta de mi vida, que siempre se aclare que esa «precandidatura» tenía como única finalidad lograr la tribuna necesaria que me permitiera denunciar los vicios del Comité Nacional Electoral que imposibilitaban una elección libre y democrática en Venezuela. Esos vicios se hicieron evidentes en 2004, y desde entonces me di a la tarea de denunciarlos. Cuando se acercaban las presidenciales de 2012, y al ver que no se estaba haciendo nada para depurarlos o condenarlos, hice el sacrificio de colocarme como alguien antisistema (lo cual me generó críticas de todos los sectores), con la idea de plasmar el precedente de una lucha por las condiciones electorales e institucionales adecuadas.

Lo único que ha cambiado en Venezuela desde entonces, es que se han ido casi nueves millones de venezolanos del país, y la tiranía está mucho más consolidada, porque terminó de destruir a las Fuerzas Armadas institucionales, y ahora lo que existe es una fuerza militar pretoriana al servicio de la tiranía.

Ahora lo que existe es una fuerza militar pretoriana al servicio de la tiraníaJuan Carlos Sosa AzpúruaOpositor venezolano

¿Qué ha cambiado desde entonces en la oposición?

–En la oposición tampoco ha cambiado nada. Pensé que había una esperanza cuando se desconoció a Maduro en 2018, y se aplicó una estrategia que yo diseñé en 2015, y que consistía en nombrar a un gobierno paralelo que activara la estrategia correcta (también diseñada por mí). Lamentablemente, ese gobierno fue integrado por gente sin las condiciones necesarias para hacer lo correcto y lo que hicieron fue burlarse del país. Ahora, han demostrado que no han aprendido nada.

Lo que es indiscutible es la radicalización del régimen. ¿Se explica esa deriva?

–La radicalización sucede cuando se le amenaza. Por eso, para impedir esa radicalización no se le puede amenazar con faroles, sino solo si en realidad se puede activar una estrategia efectiva para derrocarlo.

–¿Cuáles son los rasgos de la radicalización?

–Cuando asesina, hiere y encarcela a perfectos inocentes que protestan de manera pacífica.

¿Y dentro de la cúpula del régimen?

–No existe nada ahora que no haya sido igual desde 2004. Más allá de un país mucho más empobrecido, aislado y debilitado espiritualmente. Lo malo de estos sistemas es que promueven la animalización del ser humano, ese es su principal efecto. Pero ellos siguen igual de cohesionados, igual de determinados y mucho más fuertes. Porque, mientras más debilitada está la sociedad civil, más fuertes están ellos. En especial, si cuentan con el secuestro de todas las instituciones, el monopolio de la fuerza de fuego y la infiltración perfecta en los sectores opositores.

¿Hay posibilidad de que se cuestione a Maduro desde dentro?

–Ninguna.

¿Ninguna? ¿Ni los fieles de Hugo Chávez que han marcado distancias?

–¿Se cuestionó alguna vez a Castro desde dentro? ¿O a Putin? ¿O a Kim? Estos sistemas no nacieron ayer. Si cuentas desde los bolcheviques, estás hablando de un sistema que lleva más de cien años perfeccionándose en el arte del poder absoluto. Pensar que Chávez y Maduro son diferentes y responden a móviles distintos es no haber comprendido nada en estos 25 años.

Estos sistemas llevan más de cien años perfeccionándose en el arte del poder absolutoJuan Carlos Sosa AzpúruaOpositor venezolano

Son entornos algo distintos, en todo caso.

–Contextos diferentes, pero ese sistema sabe adaptarse a la perfección a cada contexto. Pero es el mismo sistema.

De cualquier manera…

–En toda mafia siempre hay depuraciones. Pero eso responde más a temas de ellos y nada tienen que ver con la libertad del país o alguna posibilidad de lograrla por esa vía.

Volviendo a la oposición, ¿se podrá reponer de este episodio?

-No soy optimista en ese aspecto, pero nada optimista. Los que mueven los hilos son los mismos de siempre, por lo que esperar resultados diferentes me luce imposible. Máxime, cuando demostraron con lo que ocurre que no están dispuestos a cambiar.

¿Incluida María Corina Machado?

–María Corina Machado utilizó toda la maquinaria de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) incluyendo a su candidato. De la MUD no se puede esperar nada, ya que está tan infiltrada que es tonto pensar que son realmente oposición. Por otra parte, hacerle llamados a las Fuerzas Armadas para que apoyen contra el régimen es no entender nada de lo que realmente ocurre en el país.

¿Qué le parece la actitud de la comunidad internacional?

–La comunidad internacional hizo todo lo que pudo en 2019… actualmente, deben ser más cautos. Saben que lo que ocurre es una cantinflería. No es fácil. La estrategia de González Urrutia fue jugar a usar las «instituciones» legales que controla el régimen, por lo que quedó atrapado en ellas y de allí no puede salir.

¿Alguna nota de optimismo?

–Ninguna Pepe, ninguna. Fueron muy irresponsables vendiéndole humo al país. Con las ilusiones y esperanza de un pueblo tan golpeado, no se juega.

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