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Yván Gil, el ministro de Exteriores del Gobierno de Venezuela, a las órdenes de MaduroX

La embajadora venezolana en España se reúne en Caracas para abordar la tensión diplomática

El encuentro se produce tras las palabras de Margarita Robles de catalogar el gobierno de Maduro como una «dictadura»

El ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, Yván Gil, se reunió este lunes en Caracas con la embajadora venezolana en España, Gladys Gutiérrez, para definir estrategias ante el aumento de la tensión diplomática entre los dos países, luego de que la ministra de Defensa española, Margarita Robles, calificara al gobierno de Nicolás Maduro como una «dictadura». Este intercambio se enmarca en un contexto cada vez más tenso, marcado por declaraciones y posturas enfrentadas entre los gobiernos de Caracas y Madrid.

A través de la red social Telegram, Gil compartió imágenes del encuentro con Gutiérrez, en las que ambos aparecen discutiendo los próximos pasos a seguir. Aunque no se han revelado detalles específicos sobre lo tratado en la reunión, el canciller dejó claro que la diplomática fue llamada a Caracas «para analizar la situación actual y definir las acciones necesarias en defensa de la soberanía venezolana».

Gutiérrez, quien previamente fue presidenta del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela, fue nombrada embajadora en España en un momento en el que las relaciones bilaterales ya eran frágiles, con varios episodios de desencuentros entre ambos países. La llamada a consultas, una medida diplomática que busca expresar un alto nivel de descontento sin llegar a romper relaciones, muestra el nivel de seriedad con el que Caracas está abordando las recientes declaraciones de la ministra española.

Este encuentro en Caracas ocurre pocos días después de que el canciller Gil mantuviera una conversación con el embajador de España en Venezuela, Ramón Santos. Esa reunión tuvo lugar el viernes, en medio de una escalada de tensiones luego de que el Congreso español pidiera al presidente Pedro Sánchez que reconociera a Edmundo González Urrutia como presidente electo de Venezuela, en lugar de Nicolás Maduro.

El canciller venezolano fue claro en su mensaje al embajador español, señalando que el gobierno de Maduro no tolerará «ninguna acción injerencista por parte del gobierno de España en asuntos que son competencia exclusiva de los venezolanos». Gil subrayó que Caracas se reserva el derecho de tomar «las medidas necesarias en el marco del derecho internacional y la diplomacia bolivariana de paz» para proteger su soberanía y mantener la estabilidad interna del país.

Por su parte, las declaraciones de la ministra de Defensa española, Margarita Robles, en las que calificó a Venezuela como una «dictadura», provocaron una fuerte reacción desde el gobierno venezolano, que considera estas afirmaciones una intromisión inaceptable en sus asuntos internos. El Ejecutivo de Maduro ha señalado que estas palabras forman parte de una campaña más amplia de deslegitimación, orquestada por sectores internacionales que buscan influir en la política venezolana y desestabilizar al país.

A pesar de la solicitud del Congreso español de reconocer a González Urrutia como presidente electo, Pedro Sánchez ha mantenido una postura cautelosa. Aunque recibió al líder opositor venezolano en Madrid, no ha llegado a reconocer oficialmente su triunfo en los controvertidos comicios del 28 de julio. El gobierno español insiste en pedir a las autoridades venezolanas que publiquen los resultados desagregados de las elecciones, lo que permitiría verificar de manera transparente los datos del proceso y aclarar cualquier duda sobre el mismo.

Hasta el momento, Caracas ha rechazado cualquier cuestionamiento a los resultados de las elecciones, calificando las críticas como parte de una estrategia internacional para desestabilizar al gobierno de Maduro. Desde el gobierno venezolano, la postura es clara: consideran que cualquier reconocimiento de otro líder como presidente electo es un acto de injerencia inaceptable y una violación de la soberanía del país.

La próxima etapa en esta disputa podría implicar medidas diplomáticas más concretas, como la reducción de la representación diplomática en Madrid o incluso sanciones comerciales, aunque hasta el momento el gobierno de Maduro ha enfatizado su preferencia por la vía del diálogo y la negociación en el marco del derecho internacional.

El futuro de las relaciones entre Venezuela y España está ahora en un punto crítico, y los próximos movimientos diplomáticos serán clave para definir si las tensiones actuales se intensifican o si, por el contrario, se encuentran caminos para el diálogo y la distensión entre ambos gobiernos.