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AnálisisAquilino Cayuela

El fracaso de la política de fronteras abiertas a la inmigración y el chantaje a la Unión Europea

Países como Turquía, Marruecos, Túnez o Mauritania están haciendo el agosto con el tráfico de personas gracias a Bruselas que, muy complacientemente, les riega de dinero y otras prebendas

Un cayuco con 54 hombres a bordo ha llegado este martes al puerto de Los Cristinaos, en el sur de TenerifeEFE

Alemania ha comenzado férreos controles en sus fronteras y se espera un efecto dominó en los países del entorno centroeuropeo. La crisis migratoria es enorme y las sociedades de los países miembros de la Unión Europea están llegando al límite. Europa no solo sufre un colapso migratorio, sino que está sometida a un duro chantaje de quienes se benefician de este continuo tráfico humano.

La fisonomía de Europa ha cambiado de forma sorprendente, ciudades como Estrasburgo, Bruselas o Berlín tienen barrios enteros donde uno se puede sentir perfectamente como si estuviese en barriadas de Nuakchot, Argel o Estambul.

Todos conocemos que en el seno de Europa un «choque de civilizaciones» se ha vuelto visible, constante y cotidiano. Ahora, son malos tiempos para las políticas multiculturales y hasta los políticos liberales e izquierdistas saben que no les queda mucho futuro de aferrarse a estas normas ideológicas.

La era de conflictos en la que hemos entrado nos recuerda constantemente que «la seguridad bien entendida empieza por el territorio de uno».

Durante tiempo la ruta del Mediterráneo central (la que va desde Argelia, Egipto, Libia y Túnez hasta Italia y Malta) ha sido la ruta migratoria más nutrida y al mismo tiempo era la más peligrosa para los numerosos desplazados. La Italia de Giorgia Meloni ha dificultado este trazado y, por eso, se movió a través del Mediterráneo, a la España peninsular, y por tierra, a las ciudades españolas de Ceuta y Melilla en el norte de África.

En este momento es la «ruta de África occidental» hacia las islas Canarias, cruzando un tramo del océano Atlántico la que encuentra mayor afluencia. Los inmigrantes parten principalmente de Marruecos, el Sáhara Occidental, Mauritania, Senegal y Gambia y emprenden peligrosos viajes a lo largo de la costa de África Occidental para llegar a las islas Canarias. Muchos llegan de un largo periplo desde el Oriente Medio y zonas asiáticas cruzando África.

En este momento, España, Italia, Malta, Grecia, Bosnia, Serbia, Croacia y Eslovenia registran serias dificultades para controlar la inmigración.

El número mayor de personas que han entrado de forma ilegal a la UE ha sido en los últimos años a través de los Balcanes. Italia, Eslovenia y Croacia se comprometieron el pasado 10 de julio a luchar contra el tráfico de inmigrantes y el crimen organizado transnacional. La ruta de los Balcanes comprende desde la salida de Grecia hasta la llegada a Croacia y Eslovenia, fundamentalmente, aunque también hasta Hungría.

La presión migratoria se ha mantenido de forma estable en la zona, pese a que, a finales de 2022, Eslovenia mostró sus reticencias dado que debía abrir sus fronteras por la entrada en Schengen de Croacia por donde cada año cruzan miles de personas ilegalmente. En cualquier caso, la adhesión de Rumanía y Bulgaria fue rechazada, principalmente por los gobiernos de Austria y Países Bajos, por miedo a crear una nueva ruta migratoria.

Bosnia y Herzegovina y Serbia son dos de los Estados por los que fluyen un mayor número de personas. En Bira (Bosnia) se reformó a finales de 2020 el centro de inmigrantes por un valor de 3,5 millones de euros con ayudas de la UE.

Bosnia y Herzegovina y Serbia son dos de los Estados por los que fluyen un mayor número de personas

Pero hay una enorme descoordinación policial en los Balcanes que se intenta revertir para actuar en conjunto bajo la influencia de la UE. Pero Alemania se ha desmarcado y ha dado un paso adelante pare frenar esta ruta e impedir desde esta zona el acceso a su país.

Pero la ruta de los Balcanes no es la más preocupante. Ahora es lo que estamos viviendo desde Canarias y las presiones sobre las fronteras de Ceuta y Melilla lo que más preocupa.

La Comisión Europea acordó, en nombre de todos los Estados miembros, un apoyo de más de 700 millones de euros de fondos del bloque para estabilizar la economía de Túnez, y gestionar la inmigración e impulsar la energía renovable. Para frenar la afluencia a Lampedusa, estos acuerdos migratorios, con terceros países, también se dan en Turquía para frenar la llegada de inmigrantes a Grecia y contar el posterior enlace por los Balcanes.

La pasada semana el ministro griego de inmigración, Dimitris Kairidis, anunció también que su país está revisando el pacto migratorio, que hay desde 2016, firmado entre la Unión Europea y Turquía, para buscar una posible reestructuración, a cambio de un nuevo paquete de ayudas de 6.000, a cambio de que frenen el flujo migratorio.

Hasta ahora los aportes económicos de la UE a Marruecos tienen un valor aproximado de 624 millones de euros

Asimismo, paquetes de ayuda de cooperación de la UE con Marruecos, especialmente en las fronteras terrestres de las ciudades españolas de Ceuta y Melilla, así como por mar hacia las islas Canarias, están siendo recurrentes para frenar la inmigración ilegal masiva. Marruecos, a su vez, se beneficia de las constantes dádivas del Gobierno de Sánchez, que pretende ampliar a Mauritania, Gambia y Senegal.

Hasta ahora los aportes económicos de la UE a Marruecos tienen un valor aproximado de 624 millones de euros y se destinan al apoyo de la transición del país norteafricano hacia la energía verde, mejorar la cooperación para abordar la gestión de la migración irregular y los planes de reforma en diferentes áreas.

Países como Turquía, Marruecos, Túnez o Mauritania están haciendo el agosto con el tráfico de personas y el chantaje a los miembros de la Unión Europea que muy complacientemente les riegan de dinero y otras prebendas.

¿Esto debe continuar así? ¿Debemos pagar este precio o debemos esperar un cambio de política como comienza a darse en Alemania?